“Si es verdad que el toro no sufre, ¿qué gracia tiene esto del toreo?”

Emoji de Utrera aboga por el diálogo entre toros y toreros para consolidar el futuro de la lidia.FOTOS Y VÍDEO: NANI GUTIÉRREZ

EMOJI DE UTRERA es uno de los diestros más polémicos. También conocido como El Niño, El Chaval, El Teena­ger, y ya en su madurez como Veteranito, Resuellito de Utrera e incluso como El Viejales, es un torero impetuoso que pocas veces se presta a entrevistas. Algo le ha obligado a romper el silencio: muchos partidarios de la fiesta argumentan que el toro no sufre en la plaza.

Ha amenazado con retirarse, ¿va en serio? Sí, llevo 40 años y ahora descubro esta conspiración. Siempre pensé que esto iba en serio, que el toro salía a defenderse. Y ahora resulta que no, que ni si...

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EMOJI DE UTRERA es uno de los diestros más polémicos. También conocido como El Niño, El Chaval, El Teena­ger, y ya en su madurez como Veteranito, Resuellito de Utrera e incluso como El Viejales, es un torero impetuoso que pocas veces se presta a entrevistas. Algo le ha obligado a romper el silencio: muchos partidarios de la fiesta argumentan que el toro no sufre en la plaza.

Ha amenazado con retirarse, ¿va en serio? Sí, llevo 40 años y ahora descubro esta conspiración. Siempre pensé que esto iba en serio, que el toro salía a defenderse. Y ahora resulta que no, que ni siquiera sufre. ¿Cuál es el sentido entonces? Cuando empecé me hubiera gustado saber que todo era un teatrillo.

No es un teatrillo, se torea de verdad. ¡Yo desde luego que lo hago de corazón! Pensaba que todo el mundo salía a hacerlo lo mejor que podía. Ahora dicen que el toro no sufre. ¿Por qué nadie me avisó? Supongo que toda la industria está en el ajo y los toros los primeros.

Pero los toros mueren. No lo sé. Quizá se tiran, como los futbolistas. O siempre acabas toreando al mismo porque mueren de viejos. Ya no sé nada. En El Circo del Sol, que yo lo he visto, los saltimbanquis no sufren. Pues esto quizá es lo mismo, un circo… Esta profesión es de sentimientos, y de lo que yo tengo sensación ahora es de tonto.

No es por faltar, pero a usted la prensa le llamaba cariñosamente Zoquete de Utrera. Sí, no sé a santo de qué. Imagino que porque una vez salí a la plaza y me di cuenta a los 30 minutos de que estaba toreando a un señor obeso y no a un animal, pero solo ocurrió una vez.

En otra ocasión salió al ruedo con una pistola. ¿Es verdad o es una leyenda? Sí, en 1968. Yo a lo que salgo es a hacer la faena: matar al toro. Y un día descubrí las armas. Pensaba que el toreo todavía no había descubierto la pólvora y quise ganar en eficiencia. Empezaron a llamarme Kaláshnikov de Utrera.

No triunfó su intento de modernizar la fiesta. No. Siempre he sido un revolucionario. Una vez que se me hacía tarde quise llevarme el toro a casa para acabar el trabajo. Eso es algo que se hace mucho ahora, llevarse el trabajo a casa.

¿Y qué ocurrió? El toro y yo compartimos un taxi y lo tuve varios meses en mi piso. Aquello de que vas dejando el trabajo para más tarde… Teníamos muchas discusiones porque él era muy bravo y yo soy orgulloso. Nunca veía el momento de acabar el trabajo y él se impacientaba. Fue pasando el tiempo y al final era muy difícil separar faena y vida personal. Vaya, lo que nos ocurre a todos los autónomos. He aprendido que el toreo hay que calendarizarlo, como dicen ahora. De hecho, uno de mis apodos es Freelance de Utrera.

¿Se atreve a aventurar el futuro del toreo? ¡Y tanto! Me llamaban Rappel de Utrera por algo. El futuro está en el diálogo entre las partes implicadas. Toros y toreros tenemos que sentarnos a hablar y que los toros nos digan toda la verdad. Para empezar, que sean francos y nos aclaren si sufren o no.

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