Bailar con el corazón, sentir con el cuerpo

De negro, Antonio Najarro, director del Ballet Nacional de España. A su lado, Carlos Romero, de 23 años, es el último bailarín que se ha incorporado a la compañía.

CARLOS ROMERO tiene 23 años y lleva bailando desde los 14. Hace casi un año se convirtió en el último fichaje del Ballet Nacional de España. No puede resistir la tentación de arrancarse en cuanto se calza las botas, mirando con orgullo su silueta reflejada en el espejo de una de las salas de ensayo de la compañía. Su poderoso taconeo hace temblar el suelo. “Elegí a Carlos por su versatilidad”, proclama Antonio Najarro, que lidera la institución desde...

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CARLOS ROMERO tiene 23 años y lleva bailando desde los 14. Hace casi un año se convirtió en el último fichaje del Ballet Nacional de España. No puede resistir la tentación de arrancarse en cuanto se calza las botas, mirando con orgullo su silueta reflejada en el espejo de una de las salas de ensayo de la compañía. Su poderoso taconeo hace temblar el suelo. “Elegí a Carlos por su versatilidad”, proclama Antonio Najarro, que lidera la institución desde 2001. “Carlos defiende muy bien todos los estilos. Atesora buena técnica y presencia en escena”. Maestro y pupilo improvisan un paso a dos para la foto. Interpretan movimientos certeros que imprimen personalidad a una coreografía en la que Antonio marca el compás a Carlos.

El director de la compañía ha perseguido desde su llegada al cargo la madurez de los veteranos de trayectorias consolidadas sin obviar la frescura de jóvenes como Carlos, que empiezan sus carreras pero cuentan con “gran talento y potencial”. De Najarro es conocido su afán por la exigencia. Cambió las zapatillas por la dirección, pero nunca se pierde un ensayo. “Intento estar aquí sudando con ellos, transmitiéndoles la energía que se debe tener sobre las tablas”.

Cuenta el pupilo que practican seis horas al día, cinco días a la semana. El maestro les demanda dominar desde el ballet clásico hasta la escuela bolera, la danza clásica española y, por supuesto, el flamenco. “Muchas horas de dedicación… La vida del bailarín”, comenta el joven. Un tatuaje recorre su espalda fibrosa con una frase en inglés: “Baila con el corazón y siente con el cuerpo”.

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