Niños a los que les duele siempre la barriga

Los dolores abdominales repetidos son un motivo frecuente de consulta. Descartados los procesos agudos y las causas orgánicas, muchas veces suponen llamadas de atención

Los dolores abdominales son motivo frecuente de consulta.P. Moore (Getty)

Hay una historia en medicina que dice que si a una señora de mediana edad, con malestar y dolor abdominal, la ve en consulta un ginecólogo, la tratará de su problema hormonal y le mandará soja; si la ve un endocrino es probable que diagnostique y trate una alteración tiroidea como responsable; si es un cardiólogo, apreciará como causa una alteración del colesterol y una prehipertensión -si eso existe-, por los kilos de más que está cogiendo últimamente, y la tratará con dos o tres pastillas diferentes; el radiólogo hará evidente una adenitis mesentérica, el reumatólogo le mandará algún ...

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Hay una historia en medicina que dice que si a una señora de mediana edad, con malestar y dolor abdominal, la ve en consulta un ginecólogo, la tratará de su problema hormonal y le mandará soja; si la ve un endocrino es probable que diagnostique y trate una alteración tiroidea como responsable; si es un cardiólogo, apreciará como causa una alteración del colesterol y una prehipertensión -si eso existe-, por los kilos de más que está cogiendo últimamente, y la tratará con dos o tres pastillas diferentes; el radiólogo hará evidente una adenitis mesentérica, el reumatólogo le mandará algún sysadoa para proteger sus cartílagos y prevenir su futura osteoporosis; un sexólogo destacará su sequedad vaginal y falta de apetito sexual como problema principal; el psicólogo verá una depresión incipiente; el digestivo sin dudar acusará al Helicobacter pylori y el cirujano le quitará la vesícula. Su marido dirá que está menopáusica, y el médico de familia sin embargo, si tuviera tiempo, escucharía que su marido ya casi no la hace caso, que se siente sola y mayor y que probablemente los hijos ya no la necesitan. Así que irá al homeópata, que le dará una bolitas de azúcar y saldrá a la calle como una mujer nueva y feliz, con una nueva vida.

En pediatría nos pasa algo parecido con los dolores de barriga o tripa de los niños y niñas. Hay muchos malestares abdominales según la edad:

  • Ojos con los dolores agudos que van a más, que afectan al crío, le hacen dejar el juego, se sienten sudorosos y agobiados. Probablemente en los menores sea una invaginación intestinal y en los mayores una apendicitis, pero estos dolores se han de consultar con su pediatra con una cierta urgencia y no es este sitio para tratarlos.
  • Hay otros dolores que se repiten con cierta frecuencia, que el niño se queja y sigue jugando, se queja para no comer más, para no ir al cole, etc. Seguro que los sabéis distinguir perfectamente, son esos dolores que denominamos como llamadas de atención. ¿Para qué le duele?, podríamos preguntarnos. Para conseguir algo, para que les escuchemos porque es la manera que tienen de expresarse...
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¿Cuál debe ser nuestra forma de actuar?

Ni caso, lo hace para controlar y llamar la atención, ya se le pasará.

Nos vamos corriendo a urgencias, no sea que uno de estos sea verdad y la liemos con algo grave por no hacerle caso.

Yo diría que ni uno ni otro, seguro que alguna vez picaremos y pasaremos la tarde en el hospital hasta que descarten que haya algo urgente, o algún día se saltará comida y cena o faltará al colegio. Pero lo importante es tener claro que precisamente es eso, una llamada de atención, y si es tal, deberemos parar y atender qué le pasa, la razón por la que nos llama.

Escuchemos que hay detrás de su llamada. El pediatra de atención primaria deberá estar atento a este aviso e interpretarlo como tal. No son raras las múltiples visitas a especialistas, que por supuesto le quitarán el gluten y la lactosa, le harán un tratamiento antibiótico para el helicobacter, le pondrán gafas y ortodoncia y le recetarán jarabes para los gases, vitaminas, oligoelementos y otra vez bolitas homeopáticas. Todo acompañado de partes en el colegio por su comportamiento y múltiples diagnósticos con sus respectivos tratamientos, que van creando en el niño una sensación de estar enfermo y lo que es peor, de que ahora sí, sus inseguros padres ya le hacen caso. Genial, ya tenemos un hipocondríaco en potencia.

La molestia abdominal, el dolor de tripa alrededor del ombligo que se repite con frecuencia es un signo, una sensación de muchas posibles causas, abdominales y extraabdominales. La frecuencia es variable según la edad y según quien lo vea -si es en la consulta del especialista de digestivo o en atención primaria-, varía también según el criterio diagnostico que se aplique, pero oscila entre un 10% y un 24% de la población infantil según los diferentes estudios. Ya sé que contaréis en los comentarios que gracias a que fuisteis a urgencias le detectaron una apendicitis que a su médico se le había pasado. Pues quitando esos dolores agudos que citamos al principio con gran afectación de su estado general, nos referiremos a esos otros más habituales:

  • Los provocados por causas orgánicas, como el estreñimiento (hacer bolitas secas), o lo contrario, por una gastroenteritis, una diarrea, unos parásitos intestinales, un crío mal comedor o incluso un crío con hambre (ya no es raro en estos tiempos ver niños tristes con dolor de tripa y un bocadillo mínimo).
  • Los producidos por causa funcional o psicológica. Aquí estarían incluidos los conflictos psicológicos en los niños, el miedo a la separación paterna o abandono, niños perfeccionistas estresados por múltiples extraescolares o la exigencia de las notas, niños con problemas con compañeros de clase, burlas y acoso, miedo a sus monstruos, celos del hermano acaparador o cualquier otro tipo de problema social.

Es muy importante no desdeñar estas causas. Hay que estar atento y no caer en el organicismo de buscar una causa que origine el malestar y poner un tratamiento eficaz, pero tampoco acallar su llamada de atención con el desdén y lejanía. Todo lo contrario, quizás sea útil la ayuda psicológica o social, hablarlo con sus educadores en el colegio y prestar esa atención que nos demanda intentando encontrar su origen, que muchas veces no tendrá más solución que la relajación, la seguridad y el respeto que deben aportar los padres con la dedicación y el acompañamiento.

Al igual que la señora del principio, un niño se puede encontrar solo y con falta de cariño. Se le pide que sea muy mayor antes de tiempo, pero también a la vez se le trata como a un bebé. No le quitemos la vesícula, no le intoxiquemos con agobios y medicamentos inútiles, nos necesitan a nosotros, no placebos ni panaceas.

Jesús Martínez es pediatra, autor del libro y del blog El médico de mi hij@ y director médico de Mamicenter. Si quieres hacerle alguna consulta, escribe a mamasypapas@elpais.es

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