El asesinato de JFK pasa por un barrio 'hipster' de Dallas

Nani Gutiérrez

DALLAS forma junto a Fort Worth una brutal metrópoli de siete millones de habitantes llamada Metroplex, la cuarta de Estados Unidos. Sin embargo, en el pasado, en el centro de este gigantesco espacio urbano llegaron a vivir tan sólo 200 personas: cuando acababa la jornada laboral, se convertía en un inquietante desierto. Ahora –un gran triunfo del desarrollo urbano, presumen las autoridades– residen 20.000. Entre ellas, y esto puede parecer desconcertante en una ciudad como la texana, un buen puñado de hipsters.

En Oak Cliff, un barrio de emigrantes entonces muy poco recomendab...

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DALLAS forma junto a Fort Worth una brutal metrópoli de siete millones de habitantes llamada Metroplex, la cuarta de Estados Unidos. Sin embargo, en el pasado, en el centro de este gigantesco espacio urbano llegaron a vivir tan sólo 200 personas: cuando acababa la jornada laboral, se convertía en un inquietante desierto. Ahora –un gran triunfo del desarrollo urbano, presumen las autoridades– residen 20.000. Entre ellas, y esto puede parecer desconcertante en una ciudad como la texana, un buen puñado de hipsters.

En Oak Cliff, un barrio de emigrantes entonces muy poco recomendable, vivía, en la calle Neely para ser exactos, el presunto magnicida de Kennedy, Lee Harvey Oswald –como dicen los guías turísticos, “el principal sospechoso dado que nunca fue juzgado ni acusado porque fue asesinado antes”–. Esa zona, llamada hoy Bishop Arts District, se ha convertido en lo más parecido a un barrio de moda para Dallas: se puede caminar, circulan bastantes bicicletas, ofrece galerías de arte, tiendas que venden telas con pájaros bordados, barbas pobladas, un restaurante de barbacoa ahumada con una falda de ternera inolvidable y hasta un bar-librería en una vieja casa de madera restaurada, The Wild Detectives. Sus propietarios son dos ingenieros españoles afincados en Texas, que han logrado reunir una estupenda selección de autores españoles y latinoamericanos (además de unas cuantas marcas de cerveza local). A cinco minutos andando se encuentra el Texas Theatre, el cine en el que fue detenido Oswald a las pocas horas del magnicidio.

Dallas simboliza riqueza (y desigualdad), petróleo, ferias de armas y autopistas. Pero también alberga uno de los pocos lugares en los que se puede decir que cambió la historia. No hay tantos: la pastelería Moritz Schiller en Sarajevo, donde se encontraba Gavrilo Princip cuando disparó al archiduque en 1914; la Bastilla en París en 1789, las escaleras del Senado de Roma en los idus de marzo del año 44 antes de Cristo… Y la plaza Dealey en la que fue asesinado el presidente Kennedy el 22 de noviembre de 1963. La miniserie que emite actualmente Fox, 22/11/63, basada en la novela del mismo título de Stephen King (con ella, el escritor logró las mejores críticas de su carrera), juega con la posibilidad de viajar en el tiempo para estar en la hora crítica en Dallas y, al impedir el asesinato de JFK, cambiar el futuro, nuestro presente.

A pesar de que la serie, producida por J. J. Abrams, se rodó en el Bishop Arts District, allí la memoria de JFK se ha difuminado prácticamente por completo. Sin embargo, no ocurre lo mismo en el centro. La plaza Dealey es un espacio histórico protegido, con una marca en el pavimento que señala el lugar donde fue asesinado Kennedy y un estupendo museo en el edificio desde el que disparó Oswald, The Sixth Floor Museum, que reúne toda la información posible sobre el asesinato. La acumulación de datos lleva a la misma conclusión que adopta Stephen King en su libro: “La explicación más sencilla es siempre la verdadera”. No hubo conspiración ni otros tiradores, el asesinato de Kennedy fue obra de un tirador solitario que, de viajar al futuro, se encontraría en un barrio hipster.

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