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El reto de no morir en Somaliland

La región de Somaliland sufre la sequía causada por El Niño . 1,7 millones de personas necesitan ayuda

Un granjero trabaja en el campo cerca de Botor, en Somaliland. Las familias temen por su supervivencia después de varias temporadas sucesivas de lluvias pobres, agravadas por el fenómeno de El Niño en esta zona del África oriental.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
Unas 700 familias de Awdal se han desplazado un campo de refugiados en Qol Ujeed. Pero los trabajadores humanitarios temen que si su estancia se prolonga, esta solución acabe siendo peor para ellos. En la imagen, el campo de refugiados.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
La ONU ha solicitado 105 millones de dólares para proveer de ayuda humanitaria a esta población al borde de una catástrofe humanitaria. Una mujer desplazada interna camina por un campo en las afueras de la localidad de Qol Ujeed, en la frontera con Etiopía.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
Una mujer desplazada y sus hijos aguardan a que llegue la ayuda humanitaria en Habaas.Las familias de Somaliland han perdido casi todos sus medios de supervivencia y les queda muy poco dinero para comprar comida o plantar cosechas.FEISAL OMAR (REUTERS)
Un babuino cuelga de la pierna de un niño residente en el campo de refugiados de Qol Ujeed. "Si se asientan aquí, les será más difícil mudarse en el futuro", opina Richard Trenchard, director de la oficina de la FAO en Somalia.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
Una mujer transporta sus pertenencias sobre un asno en los alrededores de Jidhi. Las familias necesitan ayuda financiera para volver a adquirir ganado y sembrar sus campos.FEISAL OMAR (REUTERS)
En las afueras de la ciudad de Qol Ujeed, los esqueletos de los animales se encuentran dispersos entre los resecos matorrales que conforman el paisaje. Uno de ellos, es el de un camello escuálido. "Hay tan poca carne que ni las hienas vendrán a comérselo", dice el anciano dueño.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
Unas mujeres observan cómo los trabajadores humanitarios que han llegado a la zona comprueban el estado de los cadáveres de los animales diseminados por el terreno en la ciudad de Borama.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
Un pastor de camellos posa delante de su recua en Borama. Varios residentes de Somaliland afirman que esta es la peor carestia que han sufrido en décadas. Más de 250.000 personas murieron por la hambruna que azotó en 2011 a Somalia, un país que sufre la pobreza, hambre, sequías recurrentes y el islamismo radical como problemas crónicos.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
Vista aérea de los asentamientos agropecuarios de la capital Hargeisa, en Somaliland. Muchas familias aseguran que están perdiendo los últimos animales que aún resistían y que no tienen dinero para invertir en cultivar los campos.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
Un hombre camina por un campo inundado en los alrededores de Botor, en Somaliland. La lluvia llegó en el mes de abril y su intensidad ha inundado los campos y ha matado a las reses, muy frágiles a consecuencia de la desnutrición que arrastraban y que les impedía dar leche o carne.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
Amina Ibrahim Shirwa, de 50 años, vive en las afueras de la aldea de Botor, en la región semiautónoma de Somaliland. Sus 25 cabezas de ganado han muerto de hambre y sed y no tiene más dinero para mantener a su familia.SIEGFRIED MODOLA (REUTERS)
Un niño lleva a hombros una cabra cerca de la localidad de Jidhi, en la región de Awdal. En los alrededores de las fincas familiares, sólo unas cuantas cabezas de ganado sobreviven y de cuando en cuando se encuentran cabras, ovejas o vacas muertas en el suelo.FEISAL OMAR (REUTERS)
Cadáveres de cabras esparcidos por los alrededores de Jidhi. En los últimos tres meses, familias como la de Amina Ibrahim Shirwa y su familia han perdido unas 25 cabras, ovejas y vacas debido a una violenta sequía que ha devastado el ganado y los cultivos en el norte de Somalia.FEISAL OMAR (REUTERS)
Unas mujeres rezan mientras aguardan la ayuda humanitaria en Hariirad, Awdal.FEISAL OMAR (REUTERS)
Desplazados internos reciben asistencia humanitaria de la Agencia Africana Musulmana cerca de Adbuqadir, una ciudad en la región de Awdal.FEISAL OMAR (REUTERS)
Desplazados internos se reúnen junto a una balsa para recoger agua cerca de la ciudad de Habaas, en Awdal.FEISAL OMAR (REUTERS)