Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

Alternativas para potenciar los huertos urbanos

Los huertos urbanos se han convertido en una tendencia mundial ya que han sido introducidos en las ciudades como forma de resolver la escasez de los alimentos, siendo gran parte de éstos, orgánicos y libres de pesticidas.

Un ejemplo de ello es Todmorden, un pueblo situado en West Yorkshire, a las afueras de Manchester (UK), donde se plantan en más de 70 espacios públicos todo tipo de verduras, hierbas medicinales y árboles frutales. Esta localidad, de no más de 15 mil habitantes, fue durante décadas un pueblo más de la campiña británica. Pero estos últimos años, se implantó el proyecto Incredible Edible, en el que tanto residentes de Todmorden como visitantes, pueden abastecerse libremente de lo que se produce en los huertos urbanos de la población. Más de 280 voluntarios cuidan los cultivos, dedicando dos mañanas al mes a hacer esta tarea.

De este modo, no solo la comunidad local se autoabastece durante todo el año sino que el excedente es compartido en la fiesta anual de la cosecha.

Les Avanchets, Ginebra. Fuente aquí.

En la localidad de Les Avanchets en Ginebra (Suiza) existe desde hace muchos años la cultura del intercambio de alimentos orgánicos, fomentando la integración social y la promoción de una alimentación sana. Cada familia de esta localidad tiene una pequeña parcela destinada al cultivo de alimentos. Según Arthus- Bertrand, esta práctica es un legado de la primera Guerra Mundial, donde el gobierno de Suiza dio a los trabajadores unas parcelas de tierra, dándoles la oportunidad de autoabastecerse y reconstruir sus vidas, comenzando una cultura de agricultura urbana que aún perdura.

Según este artículo publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO):

La agricultura orgánica ha ido cobrando un gran dinamismo en Suiza durante los últimos 10 años, en los que la superficie de tierras agrícolas cultivadas conforme a las normas orgánicas se ha ido expandiendo rápidamente. A finales del 2000, la superficie utilizada para la agricultura orgánica alcanzaba a unas 95.000 hectáreas (9.0 por ciento), incluidas las tierras en transición. Desde 1990, las explotaciones orgánicas habían aumentado casi ocho veces. A finales de 2000, había 5.850 granjas orgánicas, o sea el 9.2 por ciento de todas las propiedades agrícolas de Suiza. Cabe esperar que en los próximos años siga aumentando el proceso de transición a la agricultura orgánica, aunque a un ritmo menos rápido.

Estos dos contextos, así como muchos otros, llevaron al laboratorio danés Human Habitat, conformado por Mikkel Kjaer y Ronnie Markussen, a idear el proyecto “Impact Farm” o "Granja de impacto"; una alternativa diseñada para las ciudades danesas de mediana escala para producir alimentos orgánicos, libres de agro-tóxicos perjudiciales para la salud, promoviendo el trabajo agrícola en la misma ciudad y a la vez, evitando los costos de traslado campo-ciudad.

Este concepto de granja urbana empieza a consolidarse poco a poco como una alternativa sostenible, con la que se pretende reducir el impacto real de la huella y el coste ecológico del proceso empleado para proveer diferentes áreas urbanas con alimentos procedentes del campo.

"Granja de Impacto" pop-up en la nieve via Human Habitat.

Prototipo de la "Granja de Impacto" via Inhabitat

El prototipo ideado por este dúo danés tiene un diseño en forma de cubo, donde se reutiliza la estructura de los contenedores de transporte, con el fin de almacenar y trasladar de una manera fácil y rápida todos los componentes de la huerta. La “Granja de impacto” tiene un sistema desmontable, fácil de transportar y un método estimado de montaje de 10 días.

Permitiendo alojar huertos hidropónicos verticales en su interior, esta granja hace posible que cualquiera pueda cultivar sus propios alimentos en contextos de alta urbanización y contaminación ambiental. Su diseño piloto requiere solo 163 metros cuadrados de superficie donde se utiliza la totalidad del espacio. Consta de dos alturas, lo cual permitiría producir de entre 3 a 6 toneladas de alimentos por año de una manera autosuficiente con respecto al consumo de agua, generación de electricidad y calor gracias a los paneles solares integrados en su propia cubierta.

Actualmente, el espacio es una de las grandes limitaciones para cultivar alimentos orgánicos en las ciudades. Quizá este proyecto piloto sirva para generar nuevos lazos entre vecinos, nuevas redes de conocimiento e impulsar una experiencia de agricultura urbana totalmente comunitaria y sostenible. Con el sueño de poder utilizar esta innovación en situaciones de crisis mundial, sus creadores pretenden extender esta alternativa más allá de Dinamarca.

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