El perdón

¿Qué haces si tu padre es un asesino? Cuentas su historia

¿Qué haces si tu padre es un asesino? Este año, dos escritores peruanos proponen respuestas a esa pregunta: José Carlos Agüero, hijo de miembros de Sendero Luminoso, y Renato Cisneros, hijo del militar más represor de los últimos cuarenta años. En su libro Los rendidos,Agüero retrata su infancia entre senderistas, culpables de decenas de miles de muertos, capaces de masacrar campesinos con cuchillos y piedras, o de volar con dinamita los cadáveres de sus rivales políticos. La educación del propio autor incluyó la fabricación y manejo de explosivos plásticos.

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¿Qué haces si tu padre es un asesino? Este año, dos escritores peruanos proponen respuestas a esa pregunta: José Carlos Agüero, hijo de miembros de Sendero Luminoso, y Renato Cisneros, hijo del militar más represor de los últimos cuarenta años. En su libro Los rendidos,Agüero retrata su infancia entre senderistas, culpables de decenas de miles de muertos, capaces de masacrar campesinos con cuchillos y piedras, o de volar con dinamita los cadáveres de sus rivales políticos. La educación del propio autor incluyó la fabricación y manejo de explosivos plásticos.

 La distancia que nos separa, de Cisneros, es la historia de un padre temible, compañero de promoción de Videla, Galtieri y numerosos monstruos de la dictadura argentina, coordinador de las operaciones del Plan Cóndor en el Perú, orgulloso torturador y ejecutor de subversivos que ni siquiera siempre lo eran de verdad.

Estos libros suelen estar escritos para justificar las atrocidades de sus protagonistas. Su lema casi siempre es: “Mis padres eran héroes porque sus enemigos eran criminales”. Y sin embargo, ni Los rendidos ni La distancia que nos separa soslayan el horror que causaron sus protagonistas: tan solo completan su retrato.

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La madre de Agüero, por ejemplo, se negaba a exiliarse para no dejar a sus hijos solos. Y empezó a cobrar consciencia de las contradicciones de Sendero Luminoso, pero demasiado tarde. Murió de tres balazos policiales en una playa de Lima. El padre pereció en una matanza carcelaria. Y su hijo padeció el estigma y la vergüenza.

El padre de Cisneros sufrió un atentado con dinamita en su propia casa. Y después se convirtió en un feroz crítico, quién lo diría, de la dictadura fujimorista y la corrupción de las Fuerzas Armadas. Por supuesto, nada de eso justifica penalmente las acciones de estos personajes. Todos deberían haberse sentado frente a un tribunal por sus atentados contra los derechos humanos. Pero ambos libros disuelven el cuento de hadas del poder: el que nos trata de convencer, desde ambos lados, que en las guerras solo hay canallas integrales (los otros) y víctimas inocentes (los nuestros). El que dice “ni olvido ni perdón”, porque quiere seguir con la guerra hasta exterminar al enemigo. En suma, el que quiere perpetuar el odio.

Agüero y Cisneros también fueron víctimas. Y en sus libros ajustan cuentas con sus victimarios y denuncian sus crímenes. Sin embargo, al narrarlos, también consiguen darles un sentido, una explicación. El perdón no es un favor al malvado, sino una necesidad de la víctima para superar el dolor. Así que, ¿qué haces si tu padre es un asesino? Cuentas su historia. Para poder seguir viviendo.

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