Los estratos inmobiliarios acaban en castas

La clasificación de viviendas por categorías en Bogotá se queda obsoleta y recibe críticas

La idea, como tantas, en un principio fue buena. Y, como muchas, clama por una renovación después de tanto tiempo. Comenzó en los ochenta. Colombia creó entonces un modelo atípico a nivel mundial para clasificar los inmuebles en seis categorías o estratos. Los edificios del 1 al 3 aglutinarían las zonas con menos recursos económicos. En el caso de Bogotá, según un estudio de la Universidad del Rosario, representarían el 75%. Los servicios públicos de esos espacios —agua, alcantarillado, recolección de basuras, luz y gas— son subsidiados por los habitantes de los estratos 5 y 6, a los que se pr...

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La idea, como tantas, en un principio fue buena. Y, como muchas, clama por una renovación después de tanto tiempo. Comenzó en los ochenta. Colombia creó entonces un modelo atípico a nivel mundial para clasificar los inmuebles en seis categorías o estratos. Los edificios del 1 al 3 aglutinarían las zonas con menos recursos económicos. En el caso de Bogotá, según un estudio de la Universidad del Rosario, representarían el 75%. Los servicios públicos de esos espacios —agua, alcantarillado, recolección de basuras, luz y gas— son subsidiados por los habitantes de los estratos 5 y 6, a los que se presupone mayor poder económico y que representan el 9%. Los vecinos del estrato 4 pagan sus servicios al coste real. 

El sistema no ha cambiado desde 1994. La sensación de que está obsoleto hace que las críticas se amontonen. En el caso de la capital colombiana, uno puede caminar apenas dos cuadras o cruzar una avenida y pasar de un estrato 4 al 6. Hay casos en que el alquiler de un apartamento en zona 4 es más caro que uno similar en estrato 6. No se ha tenido en cuenta, pues, que las ciudades evolucionan, crecen o que el poder económico haya aumentado. Muchos edificios del centro, considerados patrimonio, con enormes apartamentos, son estrato 1. El estudio de la Universidad del Rosario señala, por ejemplo, que en 2012 la diferencia entre lo que pagaron los bogotanos por los servicios y el coste de financiar los subsidios de los estratos 1, 2 y 3 fue de dos billones de pesos (unos 660 millones de euros).

Hay un aspecto más perverso en todo este sistema. En un país donde la equidad sigue siendo una batalla perdida, de la clasificación de los inmuebles se ha pasado, en algunos casos, a una especie de estratificación de las personas, de consolidación de castas. No es raro encontrarse expresiones como “este es estrato 18” o una pregunta que, desde luego, poco aporta a la igualdad: “¿Y tú, qué estrato eres?”.

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