En el futuro, todos beberemos 'alcohol sano'

Té carbonatado con cerveza, fermentados caseros... El mercado para bebedores ocasionales que buscan cuidarse es cada vez mayor

Piense en la última vez que bebió alcohol y planteése cuánto sabía realmente de ese trago. Sus componentes, sus nutrientes. Su número de calorías. Piense en cuánto va a saber del próximo trago que pegue. Piense si sabe lo que le va a hacer a su cuerpo (si quiere saberlo) y piense si no nos iría mejor si las cosas fueran diferentes. Si pudiera conciliar la ingesta de alcohol con una vida razonablemente sana.

En Estados Unidos, tierra donde a la oferta le gusta andar tres o cuatro pasos por delante de la demanda, las cosas ya están siendo diferentes: una serie de productos alcohólicos lan...

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Piense en la última vez que bebió alcohol y planteése cuánto sabía realmente de ese trago. Sus componentes, sus nutrientes. Su número de calorías. Piense en cuánto va a saber del próximo trago que pegue. Piense si sabe lo que le va a hacer a su cuerpo (si quiere saberlo) y piense si no nos iría mejor si las cosas fueran diferentes. Si pudiera conciliar la ingesta de alcohol con una vida razonablemente sana.

En Estados Unidos, tierra donde a la oferta le gusta andar tres o cuatro pasos por delante de la demanda, las cosas ya están siendo diferentes: una serie de productos alcohólicos lanzados recientemente parece apuntar a una tendencia por un alcohol algo más saludable. En Connecticut o Nueva York, por ejemplo, existe Kombrewcha: de cerveza y té carbonado con un 2% de alcohol. Mientras, las cartas de bebidas alcohólicas sin gluten se multiplican al mismo ritmo que abren comercios especializados en productos ecológicos y bio: el Bernet, sake o la cerveza belga Mongozo –con un 4,8% de alcohol elaborada con alforfón, malta, arroz, frutos del lúpulo, mondas de naranja y hierbas– respetan sus requerimientos de bebedor social preocupado con lo que ingiere y cada vez se encuentran con mayor facilidad en locales de restauración.

EE UU ha comercializado una bebida de cerveza y té carbonado con un 2% de alcohol. Mientras, se prodrigan las alternativas: el Bernet, sake o la cerveza belga Mongozo respetan sus requerimientos de bebedor social preocupado con lo que ingiere

Las marcas de cerveza son las primeras interesadas en satisfacer esta demanda creciente. En España hemos visto una cerveza con gas y sabor a limón para quien estuviera cansado de la caña. A este mercado se le conoce como Radler, cervezas aromatizadas con limón que en Alemania se han extendido ampliamente y que para una gran multinacional cervecera como Heineken supone el top ventas en su mercado global –el producto tiene un 40% de cerveza, 60% de zumo de limón, 2% de alcohol y 145 calorías por botella.

¿Hay hueco para esta tendencia en España? Para un sector, el cervecero, que aporta anualmente 7.000 millones de euros a la economía nacional y cuyo valor en el mercado supera los 14.600 millones de euros, es decir, un 1,4% del PIB –según datos del informe anual de Cerveceros de España y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente–, los hábitos del paladar de los españoles no es un asunto baladí. “El cliente medio español es bastante tradicional", explica Nacho Rodríguez, hostelero con 5 locales en el distrito centro de Madrid. "Aunque sí se aprecia una tendencia hacia lo ecológico-artesanal con algunas cervezas artesanas. Las personas que se fijan suelen pertenecer a una minoría cuya preocupación se extiende al total de su alimentación”.

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