Cartas al director

Corresponsabilidad

Permítanme explicar con un ejemplo mi manera de entender lo que nos está ocurriendo. Porque vivo en Cataluña voy a utilizar una noticia de aquí.

Desde el caso Banca Catalana, yo sigo esperando que se nos explique por qué se archivó sin ninguna consecuencia. ¿Levantó la voz el Gobierno?, ¿levantaron la voz los Gobiernos de la oposición? No, ellos conjugaban el verbo callar: yo callo, tú callas. Y lo que es peor, ¿exigimos los ciudadanos una explicación?, ¿apoyamos a los periodistas que la demandaban? No, todos callados. ¡Paz social! Y nuestra vagancia alimentó su soberbia.
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Permítanme explicar con un ejemplo mi manera de entender lo que nos está ocurriendo. Porque vivo en Cataluña voy a utilizar una noticia de aquí.

Desde el caso Banca Catalana, yo sigo esperando que se nos explique por qué se archivó sin ninguna consecuencia. ¿Levantó la voz el Gobierno?, ¿levantaron la voz los Gobiernos de la oposición? No, ellos conjugaban el verbo callar: yo callo, tú callas. Y lo que es peor, ¿exigimos los ciudadanos una explicación?, ¿apoyamos a los periodistas que la demandaban? No, todos callados. ¡Paz social! Y nuestra vagancia alimentó su soberbia.

Y hoy nos sorprendemos, ¿de qué?, ¿de nuestro silencio?, ¿del de ellos?, ¿de verdad no nos sorprendían en su día los apoyos que se prestaban mutuamente? E, insisto, nuestro silencio, aunque fuera un acomodo de bondad, les dio alas. Yo creo que cuando me equivoco, si asumo mi responsabilidad y pago el precio que me toca por ello, entonces aprendo la lección y la próxima vez andaré con más cuidado porque sabré que lo que haga mal tiene consecuencias; y si así lo hago, así lo aprenderán mis hijos. Como una gran familia entiendo el país, nada me es ajeno, por eso no puedo dejar de sentirme corresponsable de cuanto ocurra en él, y por eso me duele que persistamos en maquillar nuestra podredumbre en lugar de acabar con ella.

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Todos nos equivocamos; pero, desde el máximo respeto a las personas, la mayor contundencia con los hechos. Esa es la mejor herencia que podemos dejar a nuestros descendientes para que no tengan que avergonzarse y acarrear con nuestros pecados.— Maite Delgado Miranzo. 

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