Cartas al director

Tantos con tantos méritos

Xalapa -

El reconocimiento y el agravio bien pueden conjuntarse en circunstancias donde el otorgante poco o nada sabe del reconocido. Abro la edición de El País Semanal (29-12-2013), en cualquiera de sus páginas dedicadas a personajes destacados del año que concluye, y encuentro en ellos alguna expresión de talento, humildad y simpatía, a veces felizmente conjuntadas. Excepto en la página 15, donde me atribula la imagen siempre maquillada de Enrique Peña Nieto, personaje que para muchos mexicanos carece de alguna seña de identidad y de contribuciones apreciables al bien público. Habría que pre...

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El reconocimiento y el agravio bien pueden conjuntarse en circunstancias donde el otorgante poco o nada sabe del reconocido. Abro la edición de El País Semanal (29-12-2013), en cualquiera de sus páginas dedicadas a personajes destacados del año que concluye, y encuentro en ellos alguna expresión de talento, humildad y simpatía, a veces felizmente conjuntadas. Excepto en la página 15, donde me atribula la imagen siempre maquillada de Enrique Peña Nieto, personaje que para muchos mexicanos carece de alguna seña de identidad y de contribuciones apreciables al bien público. Habría que preguntar al presidente de Perú, Ollanta Humala, que, más allá de prodigarse elogios mutuos, también sepa en lo que se traduce un proceso de “reforma” con sentido de modernización y desarrollo para el país. Tal vez en lo que hoy vive la propia España en el “balance de daños”. En su momento, Carlos Salinas de Gortari le hubiese suscitado al peruano la misma e inusitada admiración. Cómo me gustaría que Juan José Millás comentara la pulcra imagen de Peña Nieto y desplegara en su exégesis su fina ironía y mordacidad para desvelar la impostura de uno de los personajes políticamente mejor armado, cobijado por los medios y ofrecido a los mexicanos como el “gran reformador”.

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