Cartas al director

¿Sexo débil?

Señor Roncagliolo, me imagino que después de su artículo publicado el 3 de noviembre, titulado Sexo débil, le han llegado numerosas cartas de feministas de toda la vida, según usted –de las feítas–, y me ha producido una indignación más grande que cualquier insulto machista, pues un columnista de un medio como este se supone que debería estar más informado.

Ser feminista es revindicar la igualdad y luchar por la solidaridad. Si nuevos grupos de jóvenes feministas utilizan sus pechos para sus reivindicaciones me parece fenomenal, son nuevos cauces, pero, a partir de ahí, critica...

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Señor Roncagliolo, me imagino que después de su artículo publicado el 3 de noviembre, titulado Sexo débil, le han llegado numerosas cartas de feministas de toda la vida, según usted –de las feítas–, y me ha producido una indignación más grande que cualquier insulto machista, pues un columnista de un medio como este se supone que debería estar más informado.

Ser feminista es revindicar la igualdad y luchar por la solidaridad. Si nuevos grupos de jóvenes feministas utilizan sus pechos para sus reivindicaciones me parece fenomenal, son nuevos cauces, pero, a partir de ahí, criticar y descalificar la lucha de cientos de grupos feministas a lo largo de la historia es de una frivolidad tal que necesitaría todas las páginas de esta revista para comentárselas. El sexo está en el cerebro, y mentes muy brillantes de hombres y mujeres de diferentes épocas y países han ayudado a modificar leyes muy injustas y cambios sociales en pro de una igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

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