Editorial

Vuelven los capitales

El retorno de la inversión extranjera a España es uno de los indicadores más esperanzadores

En pocas economías el daño sufrido por la crisis ha sido tan grave como en la española. Y en pocas la depresión en el precio de los activos de toda naturaleza, desde los financieros hasta los inmobiliarios, ha sido tan pronunciada. Los efectos no acaban ahí: los salarios también están respondiendo a la existencia de una de las tasas de paro más altas de la eurozona y a las consecuencias de una reforma laboral que ha concedido más flexibilidad a los empresarios. Todo ello tiene lugar en un contexto de tipos de interés históricamente reducidos en la economía internacional.

Son circunstanc...

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En pocas economías el daño sufrido por la crisis ha sido tan grave como en la española. Y en pocas la depresión en el precio de los activos de toda naturaleza, desde los financieros hasta los inmobiliarios, ha sido tan pronunciada. Los efectos no acaban ahí: los salarios también están respondiendo a la existencia de una de las tasas de paro más altas de la eurozona y a las consecuencias de una reforma laboral que ha concedido más flexibilidad a los empresarios. Todo ello tiene lugar en un contexto de tipos de interés históricamente reducidos en la economía internacional.

Son circunstancias que favorecen el retorno de la inversión extranjera a España, incluida la inversión directa, es decir, la que se materializa en empresas ya existentes con posibilidades de ejercer control e influir en la gestión de las empresas adquiridas. La vuelta de la inversión extranjera directa, desaparecida durante los años de recesión profunda, es uno de los indicadores más esperanzadores de que la fase recesiva está tocando a su fin. Pero no solo es un síntoma; probablemente contribuirá además a reforzar la confianza empresarial y consolidar los leves indicios de recuperación.

Según acaba de declarar el ministro de Economía, la inversión extranjera directa en España alcanzó los 19.400 millones en los ocho primeros meses de este año, una cifra que duplica ampliamente la registrada en el mismo periodo de 2012. En ese renovado atractivo han influido en primer lugar la suavización de la crisis de la eurozona. Además, la situación actual de la economía española es menos amenazadora que un año atrás. También ha dado muestras de una mejora en la capacidad competitiva en los mercados internacionales de bienes y servicios, aunque también es evidente que esa mejora de la competitividad se fundamenta casi exclusivamente en la contención de los costes del factor trabajo.

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No obstante, sería un error más que técnico deducir conclusiones eufóricas de este regreso del capital, puesto que las estadísticas de 2013 se comparan con uno de los periodos más aciagos en la historia económica de las últimas décadas. La conclusión más prudente es considerar la vuelta de los capitales extranjeros como una base de partida sólida para 2014.

La adquisición de empresas españolas a buen precio debe analizarse además de acuerdo con otro tipo de cautelas. En algunos casos, como ocurre con la compra de la participación de Repsol en Gas Natural por parte del grupo chino Sinopec, se trata de sociedades estratégicas sobre las que pesa la responsabilidad de suministrar energía a los ciudadanos. No se trata de limitar discrecionalmente los movimientos de capital, sino de entender que en algunos mercados continentales (como el alemán, el francés o el italiano) las redes energéticas están cuidadosamente protegidas bien por el capital estatal, bien por una red nacional de capital privado bien coordinada con el Estado.

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