Cartas al director

Plurales injustos

n su artículo del 29 de septiembre, Rosa Montero se pregunta para qué sirven los notarios y relata un caso singular, una triste situación vivida por una persona mayor que aceptó la herencia de su hija sin saber que esta había contraído en el pasado deudas junto con su marido (y asesino). Doña Juana Vacas consiguió que dicha escritura de aceptación se anulara en primera instancia judicial y llegó a un acuerdo con el notario para que no hubiera recurso y acabar así con tan trágico peregrinar judicial.

Hay dos manifestaciones especialmente graves en el artículo por venir de una profesional...

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n su artículo del 29 de septiembre, Rosa Montero se pregunta para qué sirven los notarios y relata un caso singular, una triste situación vivida por una persona mayor que aceptó la herencia de su hija sin saber que esta había contraído en el pasado deudas junto con su marido (y asesino). Doña Juana Vacas consiguió que dicha escritura de aceptación se anulara en primera instancia judicial y llegó a un acuerdo con el notario para que no hubiera recurso y acabar así con tan trágico peregrinar judicial.

Hay dos manifestaciones especialmente graves en el artículo por venir de una profesional de su nivel, en la que deberían prevalecer la reflexión y la mesura. La primera, cuando escribe: “Esa para mí fue la gota final, así que me puse a escribir este artículo indignada”. Y cabe preguntarse: ¿se puede escribir un artículo “indignada” o en caliente en el primer diario de este país, con la responsabilidad que ello conlleva?

Y la segunda, consecuencia de la primera: su famoso plural, el genérico “¿para qué sirven los notarios?”. A Rosa Montero no le sirvió que “el final”, como ella misma escribe, fuese “feliz”, y de nada le valió tampoco que doña Juana Vacas reconociera que dos de los tres notarios a los que demandó no tuvieron nada que ver. No. Rosa Montero ha elevado a la categoría de título lo que seguramente primero le vino a la cabeza cuando estaba indignada: “¿Para qué demonios sirven los notarios?”.

Voy a intentar explicárselo. Un notario es un funcionario público que ejerce en régimen profesional y garantiza a los españoles la seguridad jurídica preventiva que promete la Constitución. Quizá debería saber también que nuestros honorarios los fija el Estado y que es casi imposible dedicar “un minuto y medio a la firma”, por todo lo que esta lleva aparejado. Dedicamos mucho más tiempo del que a veces la gente cree a asesorar y aconsejar gratuitamente a cientos de miles de personas: desde contestar a sus preguntas sobre testamentos, compraventas, donaciones, tutelas, actas, poderes… hasta informarles sobre los pasos que dar para crear una empresa o tranquilizarles al mostrarles las vías para proteger jurídicamente a un hijo discapacitado…

También le diré que en 2011 los españoles aceptaron más de 265.000 herencias y casi 19.000 lo fueron a beneficio de inventario. Hubo una muy dolorosa excepción en la que nadie informó al notario de que la fallecida había contraído deudas durante su desgraciado matrimonio. Una, que ha concluido con el acuerdo de las partes.

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