Editorial

Choque de pronósticos

La predicción del FMI merece que el Gobierno explique por qué cree en la recuperación en 2014

La revisión de las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para la economía española durante 2013 y 2014 diverge de forma estridente con las predicciones de otros organismos internacionales y servicios de estudios. Si en abril el Fondo calculaba que el crecimiento en 2014 sería del 0,7%, su nueva previsión augura un estancamiento (0%) para el año próximo. Mientras la OCDE, el Banco de España y la Comisión Europea sostienen que el año que viene la economía entrará en una senda de crecimiento, modesto pero apreciable, el FMI valora los efectos paralizantes de los ajustes públicos pe...

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La revisión de las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para la economía española durante 2013 y 2014 diverge de forma estridente con las predicciones de otros organismos internacionales y servicios de estudios. Si en abril el Fondo calculaba que el crecimiento en 2014 sería del 0,7%, su nueva previsión augura un estancamiento (0%) para el año próximo. Mientras la OCDE, el Banco de España y la Comisión Europea sostienen que el año que viene la economía entrará en una senda de crecimiento, modesto pero apreciable, el FMI valora los efectos paralizantes de los ajustes públicos pendientes para corregir el déficit y, sin duda, el peso del enorme volumen de desempleo que soporta la economía española.

No se trata de iniciar un duelo de pronósticos y juzgar quién tiene razón. Durante los últimos meses se ha extendido la idea, alentada por las estadísticas de paro registrado y las repetidas promesas de mejora del Gobierno, de que en 2014 se iniciará la recuperación. Esa idea es solo una probabilidad que parece sostenida por la creencia de que la mejora de las expectativas acaba por traducirse en una mejora de la realidad; pero hay otras hipótesis menos favorables. Una de ellas es que el final de la recesión no aparezca como un rebote y se pase de contracciones agudas del PIB a crecimientos lentos pero sostenidos, sino que después de tocar fondo todavía se sufran varios trimestres de crecimiento cero o casi cero antes de que el PIB remonte el vuelo. Sin embargo, la hipótesis del FMI, contraria al sentir más extendido de los agentes económicos, tiene algún fundamento.

Blanchard y su equipo conocen los modelos, están al tanto de los efectos que producen las políticas persistentes de contracción del gasto y observan con preocupación los síntomas de parón económico mundial y, por supuesto, europeo. Hoy, lo que puede decirse con relativa certeza es que la economía española ha tocado fondo —es decir, ha llegado a la tasa interanual mínima de contracción del PIB en esta fase de la recesión—. Pero no hay seguridad de que a partir de ahora entre en una senda clara de crecimiento. El llamado consenso de los economistas dice que eso es lo que sucederá; el Fondo y algún servicio de estudios dicen que no.

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La actitud correcta del Gobierno, en este caso, sería mantener sus proyecciones, explicar los motivos por los cuales considera que son acertadas y activar las políticas que aceleren la recuperación. Hasta ahora las explicaciones con cierto detalle y las nuevas políticas brillan por su ausencia. El equipo económico se ha limitado a depositar su confianza en las exportaciones y a repetir que las “reformas empiezan a surtir efecto”. La respuesta a la revisión drástica del FMI, equivalente a transmitir a los inversores la idea de que la recuperación se retrasa hasta 2015, ha sido otro acto de fe: “Superaremos las previsiones”. Como si se tratara de una competición.

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