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El último disparo en Europa

Viajamos a Bielorrusia, el único país europeo que aplica la pena capital. Los presos son ejecutados de un tiro en la cabeza. Les avisan con dos minutos de antelación. Las autoridades no devuelven el cadáver a sus familias.

Dima Konovalov, de pie dentro de la celda, y Vladislav Kovalev, sentado tras los barrotes, fueron acusados de colocar una bomba en el metro de Minsk que causó la muerte a 15 personas e hirió a unas doscientas.Sofía Moro
Svetlana Zhuk, madre de Andréi Zhuk, ejecutado en 2010. Retrato tomado en su casa en Soligorsk (Bielorrusia).Sofía Moro
Valentín Stefanovich, responsable de la ONG de derechos humanos Viasna, cuyo líder, Ales Bialatski, nominado al Nobel de la Paz 2012, permanece en prisión.Sofía Moro
Pavel Levinov, defensor de derecho humanos bielorruso, detenido por los atentados en el metro de Minsk y más tarde liberado.Sofía Moro
Stanislav Shushkévich, ex presidente de Bielorrusia entre 1991 y 1994, en su casa en Minsk.Sofía Moro
Nikolái Samoseiko, diputado bielorruso y responsable del comité parlamentario sobre pena de muerte.Sofía Moro
Aleksandr Shramko, padre ortodoxo contrario a las ejecuciones. Su postura choca con la oficial de la Iglesia, que si bien preferiría que no hubiera pena de muerte, dice que "no es obligatorio" eliminarla.Sofía Moro
Un bloque de viviendas cualquiera de Minsk. La arquitectura de la ciudad es típicamente comunista.Sofía Moro
Exterior del SIZO número 1 en Minsk, la única cárcel en albergar un corredor de la muerte en Bielorrusia.Sofía Moro