Cartas al director

Reducir el consumo

El pensador francés Bruno Latour propone ayudar a la Tierra de la única forma posible: reduciendo el consumo individual hasta llegar al ascetismo y admitiendo que el decrecimiento económico es una opción política y social absolutamente necesaria. Tal vez como análisis académico es muy acertado, pero en la cotidiana realidad el capitalismo es ya una cultura, con valores y una visión del mundo propios, enraizada en la mentalidad de los “ciudadanos” y que determina su comportamiento como una segunda naturaleza. Se ha conseguido la confluencia de intereses entre capitalistas y consumidores, eclips...

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El pensador francés Bruno Latour propone ayudar a la Tierra de la única forma posible: reduciendo el consumo individual hasta llegar al ascetismo y admitiendo que el decrecimiento económico es una opción política y social absolutamente necesaria. Tal vez como análisis académico es muy acertado, pero en la cotidiana realidad el capitalismo es ya una cultura, con valores y una visión del mundo propios, enraizada en la mentalidad de los “ciudadanos” y que determina su comportamiento como una segunda naturaleza. Se ha conseguido la confluencia de intereses entre capitalistas y consumidores, eclipsando la figura del trabajador sobre la que se sustenta realmente el sistema económico internacional. El “capitalismo popular”, desarrollado ideológicamente como “democracia económica”, predica que cualquiera podemos convertirnos en accionista de las macroempresas y, con poco esfuerzo, participar efectivamente de los beneficios generados en ellas, por muy especulativos que estos sean.

La gran coartada, el bálsamo mágico que ha permitido que las cosas hayan sido así hasta ahora, fue el “consumo”; en esta parte del planeta todavía hay casi para todos, en una oferta extensa e intensa a la vez, con un único requisito: tener poder adquisitivo previo. Es precisamente aquí donde radica la incapacidad funcional del mercado capitalista para vertebrar a la comunidad internacional en su conjunto; por definición hay clientes excluidos, que reciben la oferta dentro y fuera del sistema, pero que, dado su nivel de rentas, no podrán materializarla nunca. Creo, por tanto, que no se trata de un ejercicio de voluntad política reformadora de los ilustrados como Latour; son las propias contradicciones del sistema económico global las que van a imponer sus límites: la productividad no será ya el valor supremo.

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