Tribuna

La memoria histórica democrática de las mujeres en la escuela

Los estudiantes españoles saben más del nazismo que del franquismo debido a que los crímenes cometidos por la dictadura nunca se han estudiado suficientemente en clase

Aula de una escuela franquista dentro de una jaula en una exposición en el centro cultural del Born de Barcelona en 2021.Carles Ribas

El olvido de la memoria histórica democrática en la escuela ha supuesto que las generaciones que han llegado a su etapa adulta carezcan de una formación sólida sobre lo que supuso la dictadura fascista del franquismo, la represión y los crímenes contra la humanidad que durante 40 años perpetró de forma sistemática, así como una ignorancia casi completa sobre la lucha antifranquista que se mantuvo frente a ella hasta los años 60. De hecho, las investigaciones recientes sobre ello muestran que ...

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El olvido de la memoria histórica democrática en la escuela ha supuesto que las generaciones que han llegado a su etapa adulta carezcan de una formación sólida sobre lo que supuso la dictadura fascista del franquismo, la represión y los crímenes contra la humanidad que durante 40 años perpetró de forma sistemática, así como una ignorancia casi completa sobre la lucha antifranquista que se mantuvo frente a ella hasta los años 60. De hecho, las investigaciones recientes sobre ello muestran que los estudiantes saben más del nazismo que del franquismo.

Parece que hubiera una falta de voluntad política clara en todas las reformas educativas que se han llevado a cabo en este país para evitar profundizar en nuestro pasado reciente y garantizar en el sistema educativo el deber de memoria plasmado en el Derecho Internacional y en los Derechos Humanos: educar en la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición. Lo cual ha facilitado la manipulación mediática y política, con la vigencia de una mitología llena de lugares comunes como, por ejemplo, que el deber de memoria y verdad supone “reabrir viejas heridas”, o una forma de “revancha”, así como la permisividad ante un franquismo sociológico que ha cristalizado en un partido neofascista como VOX, cuyos miembros no condenan el franquismo porque aseguran que son “sus herederos” y que está produciendo un efecto de reafirmación también de esta posición en otros partidos conservadores con los que gobierna en diferentes regiones de España, como el PP.

Este memoricidio lo hemos comprobado cuando hemos ido con el alumnado universitario a ver el documental ganador del Goya al mejor documental, El silencio de los otros. Cuando parte del alumnado comenta al salir de la proyección: “nadie nos había explicado nada de esto”. Para la gente joven esto es una epifanía, dice la propia directora del documental, que ha tenido la misma experiencia. Si ves la cara de los jóvenes cuando ven la película… salen absolutamente indignadísimos. Dicen: “Me han robado mi historia”. O comentarios que le dejan jóvenes espectadores en su web: “Después de ver tu película le he preguntado a mis padres y, por fin, he entendido quién era mi abuelo”.

Por eso, desde la Universidad de León se está haciendo un esfuerzo singular por reunir en una tetralogía pedagógica e histórica ese “deber de memoria y verdad” que reclama la comunidad internacional y la propia ONU en sus informes sobre derechos humanos en España en 2014 y 2020, que insiste en pedir avances en esta materia en el campo de la educación y reitera la necesidad de avanzar en el derecho a la verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.

El primer volumen de esta tetralogía, La asignatura pendiente, analiza los mecanismos de construcción social de la desmemoria colectiva, el silencio, el miedo y el olvido que impuso la dictadura, que consolidó la transición y que aún se pueden percibir en los contenidos escolares de los libros de texto que manejan los estudiantes. Y que no ha sido corregido por la LOMLOE que sí introduce como saber básico en la educación española el “holocausto judío”, pero que no nombra el “holocausto español” como lo denominó Paul Preston.

El segundo volumen, La historia silenciada, plasma en formato de libro de texto el conocimiento científico de la historiografía contemporánea que se debería incorporar en los libros de texto de todas las editoriales y de los materiales escolares, sobre la Segunda República, la represión de la dictadura franquista y la resistencia antifranquista, cumpliendo ese deber de la memoria y de la verdad exigido por la ONU, puesto que la mayor parte del tiempo escolar se sigue centrando sobre los libros de texto. Contenidos que se deberían introducir en la educación secundaria pero que, a pesar de ser un mandato de la nueva Ley de Memoria Democrática, los nuevos decretos del currículum en la educación secundaria obligatoria del Ministerio de Educación no incorporan ni desarrollan a nivel del Estado, y menos aún se incorporarán en aquellas comunidades autónomas gobernadas por el PP y VOX o apoyadas por este partido ultraderechista, que está derogando todas las leyes de memoria histórica democrática en dichas comunidades.

Pero se ha querido también abordar la perspectiva de género, que tantas veces permanece oculta e invisibilizada también en la historia. Por ello, el tercer volumen de esta tetralogía, titulado La memoria histórica democrática de las mujeres: Segunda República, guerra y exilio, se centra en el papel y el protagonismo de las mujeres durante la Segunda República, la guerra y el exilio posterior, situándolas en el lugar de la Historia que merecen. Porque las mujeres sufrieron una triple represión: por ser “rojas” y defender la república democrática; por ser “libres” y luchar por la igualdad y los derechos de las mujeres en la República; y por ser “compañeras” o familia de republicanos. Por eso, sufrieron formas específicas de represión y de humillación pública como el rapado del pelo (para despojarlas de ese símbolo de “feminidad”, según la mentalidad tradicional) o la ingesta del aceite de ricino (lo que les provocaba diarreas constantes, al tiempo que eran paseadas por las calles imitando las procesiones medievales de la inquisición).

Además de castigos destinados a atentar contra el rol reproductivo de las mujeres y, por tanto, vinculados a la maternidad, como la separación de madres e hijos e hijas en las cárceles o el robo de menores a madres condenadas a muerte y ejecutadas, que eran traficados a familias afectas al régimen. Pero también el cuerpo de las mujeres fue utilizado como campo de batalla en el que humillar y vencer al enemigo, a los parientes masculinos ausentes, con la violencia sexual y las violaciones. Todo ello era también una forma de disciplinarlas, como mujeres que habían roto moldes y estereotipos del modelo de mujer tradicional durante la República, y se pretendía así “dar ejemplo” para volver a todas las mujeres a su posición de subordinación, a “su lugar” en el hogar tradicional de la mitología del fascismo.

La tetralogía, que se completará próximamente con el cuarto volumen titulado Represión franquista, resistencia antifranquista y memoria histórica y democrática de las mujeres. Unidades didácticas con perspectiva de género, pretende que quienes dieron su vida por los principios y valores democráticos republicanos pasen de ser calificados por el fascismo de “rojos”, “terroristas”, “bandoleros” o “víctimas” a protagonistas de la historia. Que “su nombre no se borre de la historia”, como decían las 13 rosas y quienes iban a ser fusilados. No solo que no se borre, sino que pasen a ocupar un puesto protagonista en la historia futura. Tenemos que conseguir que los y las auténticas protagonistas de la Historia con mayúscula, que estudien las futuras generaciones, sean quienes lucharon por una sociedad más justa, más libre y mejor. Y estos, sin duda, han sido quienes dieron su vida por defender los valores y logros alcanzados por la democracia y la justicia social de II República.

De esta forma, conseguiríamos que España deje de ser una anomalía europea. Pues, mientras que otras democracias en Europa se fundaron sobre el paradigma del antifascismo, tras la barbarie fascista que provocó la II Guerra Mundial y el nazismo, la democracia española lo hizo sobre el paradigma del olvido y el mito de la “superación” del pasado. Como dicen los historiadores y las historiadoras: la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. No se puede construir un futuro con un pasado basado en la impunidad.

La memoria histórica democrática debe ser un saber básico en el sistema educativo para las futuras generaciones porque tienen derecho al conocimiento de la verdad.

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