Aspirantes a profesor abocados a pagar más de 6.000 euros por el máster: “Soy docente en la pública, jamás pensé que mi hijo tendría que ir a la privada”
Decenas de miles de aspirantes se quedan cada año fuera del curso de profesorado de secundaria, imprescindible para dar clase en institutos, por falta de plazas. En la pública puede estudiarse desde 820 euros. La opción privada es hasta diez veces más cara
Sara Gómez, onubense de 57 años, está teniendo un verano difícil. Su hijo, graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, ha intentado matricularse para hacer el máster de profesorado de secundaria, imprescindible para poder clase en esa etapa, en todas las universidades públicas andaluzas y no lo han cogido en ninguna, a pesar de haber terminado la carrera con un notable, un 7,3 de nota media. El caso de su hijo es parecido al de decenas de miles de estudiantes españoles ―solo en Andalucía se quedan fuera cada año más de 20.000 solicitantes―, ...
Sara Gómez, onubense de 57 años, está teniendo un verano difícil. Su hijo, graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, ha intentado matricularse para hacer el máster de profesorado de secundaria, imprescindible para poder clase en esa etapa, en todas las universidades públicas andaluzas y no lo han cogido en ninguna, a pesar de haber terminado la carrera con un notable, un 7,3 de nota media. El caso de su hijo es parecido al de decenas de miles de estudiantes españoles ―solo en Andalucía se quedan fuera cada año más de 20.000 solicitantes―, abocados a matricularse en el máster en centros privados si pueden pagarlos ―su precio es hasta 10 veces más caro que en la pública y su oferta de plazas ya supera al de las universidades públicas―, o a renunciar a ser docentes.
“[Mi hijo] no puede seguir su camino para conseguir un trabajo, para independizarse. Lo único que puede hacer es cursar el máster en una universidad privada, cuya matrícula está entre 6.500 y 8.000 euros. El sistema universitario lo ha expulsado. Nos ha expulsado. No le permiten seguir su camino porque no se ofertan suficientes plazas públicas: muy pocas comparadas con las del inicio de su formación”, señala Gómez en una carta a la directora publicada este martes por EL PAÍS. “¿Qué otra cosa podemos hacer? Endeudarnos. La privada vive su momento de máxima expansión porque el sistema público ha dejado de atender a los jóvenes. Y sigue creciendo porque la educación pública se encoge. Y las familias estamos a la intemperie, desprotegidas, atónitas o empezando a normalizar algo que hace unos años creíamos imposible”, añade.
El caso del hijo de Gómez toca diversas cuestiones, que abarcan desde el sistema educativo y la financiación de la enseñanza pública a la realidad laboral de los jóvenes, cuyo horizonte de precariedad ha disparado la demanda de carreras y másteres que habilitan para ejercer una profesión y presentarse a oposiciones. “Yo soy profesora de la educación pública, mi hijo ha ido a la pública, y jamás se nos habría ocurrido pensar que tuviéramos que plantearnos ir a la privada. Pero, ¿qué hacemos? ¿Vamos a esperamos un año para arriesgarnos a que otra vez no le llegue la nota? Seguramente, si no entra en alguna universidad pública en la segunda adjudicación, que se publica muy tarde, el 12 de septiembre, intentaremos ir a una privada. Y si no tenemos el dinero, pediremos un préstamo o a los amigos”, afirma Gómez. Estudiar el máster en la Universidad de Huelva cuesta unos 820 euros. Hacerlo en una privada, entre 6.500 y 8.000. Gómez lamenta que mientras en la red pública solo han encontrado la modalidad a distancia en la UNED, que tiene pocas plazas y un calendario de matriculación distinto al resto, todas las privadas ofrecen cursarlo de forma online.
Su hijo, que pide que no se publique su nombre, asegura que tenía en mente ser profesor desde el bachillerato, cuando decidió estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. “No esperaba que entrar en el máster fuera tan difícil. En la carrera todo el mundo consideraba que era un trámite, que era fácil tanto entrar como hacerlo”. Si no pudiera hacer el máster, ¿a qué se dedicaría? “Me imagino que, como muchos otros jóvenes del país, a trabajar de lo que pillase. Si pudiese ser algo relacionado con lo que he estudiado, mejor, pero creo que es un poco fantasioso. Lo más probable es que trabajase en un bar, en un supermercado o en cualquier cosa temporal que no requiriese formación. Y no sé qué más haría aparte de eso”, responde.
Fuentes de la Universidad de Huelva lamentan la situación de quienes se quedan sin poder entrar en el máster, pero señalan que el sistema “no es arbitrario, va por nota de corte, igual que en las carreras”. “Con el máster de profesorado pasa lo mismo que con el de Psicología Sanitaria, que al ser habilitantes tienen una demanda brutal. Pero las universidades no pueden ofrecer plazas infinitas, porque la docencia de un máster es muy cara, y la financiación que reciben las universidades no nos permite ni de lejos ampliarla. De hecho, el máster de secundaria de la Universidad de Huelva es el que más alumnos tiene, más de 200 entre las distintas especialidades”.
Desajuste en la oferta
La elevada demanda y las limitaciones de la enseñanza pública han hecho que, como en otras parcelas educativas, la privada haya encontrado un gran negocio en el máster de secundaria y haya experimentado un rapidísimo crecimiento. En el curso 2020-2021, los centros privados representaron el 54 % de las casi 50.000 plazas ofertadas, cuando en 2015 suponían el 38 %. Más de un tercio de su oferta es, además, online.
Aumentar las plazas de las universidades públicas tampoco está exento de problemas. El documento 24 propuestas de reforma para la mejora de la profesión docente, publicado en enero de 2022 por el Ministerio de Educación, reflejaba que en el curso 2021-2022 se titularon 37.262 personas en el máster de secundaria y hubo, en paralelo, unas 10.000 vacantes por jubilación. Es decir, que salvo en determinadas especialidades, con la oferta actual ya existe un “enorme desajuste entre las plazas de máster y las necesidades del sistema educativo”, que se agravaría si las facultades públicas ampliaran su número de plazas.
“Las universidades públicas ponen todas las plazas que pueden en función de sus recursos, tanto materiales como humanos”, afirma Guadalupe Trigueros, subdirectora para las Enseñanzas de Máster de la Escuela Internacional de Posgrado de la Universidad de Sevilla. “En nuestro caso, este año hemos aumentado un 10 % las plazas de algunas especialidades del máster de secundaria. Se hace todo lo que se puede para poder dar respuesta a la demanda. Pero también es verdad que después no hay tanta oferta de trabajo como plazas de máster”.
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