Clara Grima, matemática: “Un maestro que no sabe transmitirlas puede cerrar muchas puertas a sus alumnos”
La profesora y presentadora de un programa de televisión sobre esta disciplina critica la falta de mujeres dedicadas a ella: “Cuando una carrera tiene éxito, se masculiniza”
A Clara Grima (Coria del Río, Sevilla, 52 años) le entusiasman las matemáticas desde que era una niña, y se le nota cuando habla de ellas no solo con vocación, sino con una pasión inusitada. “Para mí, además de ser lo mejor que me ha pasado en la vida, son una forma de ver el mundo, de entenderlo”, comparte esta profesora, divulgadora y doctora en Matemáticas por la Universidad de Sevilla, centro en el que imparte clases. Empeñada en que la gente ame las matemáticas como ella, ha sido presidenta de la ...
A Clara Grima (Coria del Río, Sevilla, 52 años) le entusiasman las matemáticas desde que era una niña, y se le nota cuando habla de ellas no solo con vocación, sino con una pasión inusitada. “Para mí, además de ser lo mejor que me ha pasado en la vida, son una forma de ver el mundo, de entenderlo”, comparte esta profesora, divulgadora y doctora en Matemáticas por la Universidad de Sevilla, centro en el que imparte clases. Empeñada en que la gente ame las matemáticas como ella, ha sido presidenta de la Comisión de Divulgación de la Real Sociedad Matemática Española, tiene publicados varios artículos y tres libros y ahora presenta Una matemática viene a verte, un programa de RTVE en el que descubre esta disciplina con rigor, humor y curiosidad. Acaba de participar en el evento Enjoy Thinking sobre cómo enseñar matemáticas.
Pregunta. ¿Qué es lo que más le gusta de las matemáticas?
Respuesta. Que no dependen del capricho humano. A ver, el ser humano puede cambiar fronteras, incluso cambiar el planeta, el clima. Puede hacer muchas cosas, pero no puede factorizar el número siete. El número siete es primo, caiga quien caiga. Luego, los problemas matemáticos me encantan porque son como entrar en una habitación oscura, irte dando con los muebles en la espinilla y el dedo pequeño del pie, hasta que de repente se enciende una lucecita que va iluminando la habitación poco a poco y al final la ilumina del todo. Es muy bonito. Sientes un pellizquito en la barriga, como cuando te enamoras.
P. ¿Por qué son tan necesarias? ¿Para qué sirven?
R. Las matemáticas están en todo. En la ropa, en los zapatos, en nuestros móviles... Siempre han sido importantísimas, pero ahora, con la revolución tecnológica y la inteligencia artificial, son más importantes que nunca. Gracias a la inteligencia artificial, que depende de las matemáticas, parece que vamos a encontrar la estructura de las proteínas, e incluso vamos a ser capaces de predecir el cáncer de mama. Por eso, hacen falta muchas más personas que sepan matemáticas. Como dice Edward Frenkel [profesor de Matemáticas de la Universidad de Berkeley, en EE UU], hay una pequeña élite que tiene el poder. Y lo tiene porque sabe matemáticas y tú no.
Las matemáticas no dependen del capricho humano. El ser humano puede cambiar fronteras, incluso cambiar el planeta, el clima. Puede hacer muchas cosas, pero no puede factorizar el número siete
P. ¿Por qué las matemáticas generan tanto rechazo entre los alumnos?
R. No es rechazo. Es ansiedad y angustia, y es miedo. Hay niños muy pequeños, de cinco o seis años, que me dicen que son muy malos en matemáticas. Y yo pienso: pero criatura, ¿cómo sabes tú que eres malo en matemáticas, si no te sabes las reglas?
P. ¿De dónde viene esto?
R. Del ambiente. Ni siquiera de la familia. De los dibujos animados, de los chistes... Yo siempre hago una comparación. Uno de mis hijos, que comía de todo, va y me señala un día los guisantes, preguntándome si son verdura. Creo que era la primera vez que decía la palabra verdura, era muy pequeño. Acto seguido, me dijo que no podía comérsela, porque a los niños no les gustaba la verdura. Pues lo mismo con las matemáticas. Sin saber lo que son, no les gustan. O no se les dan bien. Este es el problema de entrada. La tela ya viene manchada, y si encima le sumas un mal sistema educativo, la falta de dinero y de inversión y que las matemáticas no se enseñan como deberían enseñarse... Pues claro.
P. ¿Cómo se podrían enseñar las matemáticas de manera diferente?
R. Como si fueran un juego de detectives. Con un contexto. Como se enseña la lengua. A través de cuentos, de historias... Lo que no hay que hacer es martirizar al niño haciendo cuentas, que estamos en el siglo XXI. Las cuentas las hace la calculadora, el ordenador. Lo que es esencial es conseguir que el niño quiera explorar, quiera entender, quiera resolver. Eso no es fácil, y hacen falta muchos más medios.
Por un mal maestro no te mueres, pero te puede cambiar la vida, para bien o para mal. Los maestros deberían serlo por vocación, estudiar más años, cobrar más y tener mejores condiciones
P. Algunos expertos creen que los alumnos no optan por ciencias en Bachillerato porque arrastran mala formación de Matemáticas desde Primaria. ¿Se falla en la didáctica?
R. El problema es que muchos de los maestros, sobre todo los de Primaria, son niños grandes asustados de las matemáticas. Entonces, ¿cómo van a enseñarlas? Pues repitiendo lo que dice el libro. Y diciéndole al niño que lo hace distinto, que lo hace mal. No es su culpa, es culpa del sistema, pero eso debe cambiar. Un maestro de Matemáticas que no sabe transmitirlas puede cerrar muchas puertas a sus alumnos. No solo a la carrera de Matemáticas, sino también a las ingenierías, las biologías, las químicas, las economías. Al final, son los maestros los que moldean la plastilina.
P. ¿Cuán importante es el papel de los maestros?
R. Importantísimo. Para mí, las profesiones más cruciales son la de médico y la de maestro. La responsabilidad que tienen es la misma. A lo mejor por un mal maestro no te mueres, pero te puede cambiar la vida, para bien o para mal. Los maestros deberían serlo por vocación, estudiar más años, cobrar más y tener mejores condiciones. Obviamente, deberían tener más reconocimiento. Su profesión debería estar mejor valorada. Yo sé de chicos que no estudian Magisterio porque no está bien valorada.
P. Los matemáticos no quieren dar clase en Secundaria porque ganan más en las empresas. ¿Va a pasar factura al nivel de los alumnos?
R. Como profesor, no se cobra bien, no se tiene ni prestigio ni reconocimiento, y además hay que lidiar con niños y adolescentes. Incluso en la universidad, ya no hay estudiantes que quieran ser profesores en la facultad. Si recién salido de la carrera viene una tecnológica y te ofrece un sueldazo para trabajar desde casa y con el prestigio que conlleva... Pues te vas a la tecnológica. Por eso nos estamos quedando sin docentes. Y eso, claro, pasa factura a los alumnos.
Cuando una carrera tiene éxito, se masculiniza. Me enerva la cultura de que las niñas están para ser buenas, para cuidar, pero no para ganar dinero
P. ¿Estamos desperdiciando talento?
R. En este país somos especialistas en desperdiciar talento matemático, tan necesario. El talento matemático está ahí, y no tiene código postal. Hay que buscarlo en todas lasprimariescuelas de todos los rincones del país. No depende ni de la clase social, ni de la nacionalidad, ni del género. Además de buscarlo, hay que estimularlo. Hay que crear herramientas oficiales para estimularlo. Si tu niña es buena al fútbol, la metes en un equipo. Si es buena pintando, la metes en una escuela de arte. Si le gusta el piano, la metes al conservatorio. Pero si se le dan bien las matemáticas, ¿qué haces con ella?
P. ¿Por qué han desaparecido las mujeres de la carrera de Matemáticas?
R. Es un fenómeno muy, muy llamativo que asociamos a lo anterior. A que antes la salida profesional de la carrera de Matemáticas era ser profesora, y ahora ya no. Cuando ya ha perdido esa vertiente de servicio comunitario, las mujeres han dado un paso atrás. Lo han dado ellas. Chicas con notas de corte altísima se van a medicina antes que a mates. Me da mucha rabia. Cuando una carrera tiene éxito, se masculiniza. Me enerva la cultura de que las niñas están para ser buenas, para cuidar, pero no para ganar dinero. Si las mujeres ganáramos más, igual habría menos violencia de género.
P. ¿Qué consecuencias tendrá esta masculinización de las matemáticas?
R. Es un problemón. Sobre todo porque cada vez hay más inteligencia artificial, más algoritmos controlando el mundo, administrando bienes públicos, y van a estar diseñados solo por hombres. Los que diseñan los algoritmos son informáticos y matemáticos. Y menos del 12% de los informáticos y del 30% de los matemáticos son mujeres. Van a faltar sensibilidades. Un ejemplo muy paradigmático es el del infarto de miocardio femenino. Hasta hace muy poco, nadie sabía que los síntomas eran diferentes en las mujeres. ¿Es maldad del hombre? No, simplemente nadie lo había pensado, nadie se había preocupado. Yo, hasta que conocí a mi amigo parapléjico, nunca me había fijado en si los edificios estaban adaptados.
Puedes seguir EL PAÍS EDUCACIÓN en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.