La gran vía de rescate educativo funciona a medio gas: solo la mitad de los alumnos que empiezan una FP Básica consiguen el título
En Madrid y en Asturias son poco más de dos tercios los que aprueban los dos cursos de estos ciclos cuatro años después de empezar. Los profesores reclaman especialización y ratios más bajas
La formación profesional de grado básico es la principal vía de rescate para aquellos alumnos de secundaria que tienen más papeletas para llegar al final de la educación obligatoria (16 años) sin título alguno. Tras años de ajustes en su diseño (con algún que otro cambio de nombre), estos ciclos han alcanzado un formato de dos cursos, combinando enseñanzas más académicas con las profesionales, que numerosos especialistas ...
La formación profesional de grado básico es la principal vía de rescate para aquellos alumnos de secundaria que tienen más papeletas para llegar al final de la educación obligatoria (16 años) sin título alguno. Tras años de ajustes en su diseño (con algún que otro cambio de nombre), estos ciclos han alcanzado un formato de dos cursos, combinando enseñanzas más académicas con las profesionales, que numerosos especialistas consideran ya bastante adecuado. Sin embargo, y a pesar de la mejora paulatina de las cifras, sigue arrastrando una gran losa: la mitad de los chavales que los empiezan —a los 15, 16 o, excepcionalmente, a los 14 años— no consigue acabarlos con éxito, es decir, con el título profesional y el de secundaria obligatoria que les permitiría seguir estudiando una FP de grado medio o, si lo prefieren, el Bachillerato.
Así se desprende de las últimas estadísticas del Ministerio de Educación, que señalan que de todos los alumnos que comenzaron una FP Básica en el curso 2016-2017, únicamente el 49,3% había conseguido graduarse cuatro años después. “El resto se puede considerar, casi con toda seguridad, abandono; es casi imposible que alguien lo consiga pasados cinco o seis años”, explica la catedrática de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación de la Universidad de las Islas Baleares Francesca Salvá Mut. El resultado, en todo caso, es muy parecido al que pudo observar ella misma entre los alumnos de FP Básica de Mallorca que empezaron en 2015-2106; el 54,6% había abandonado después de tres años.
Investigadores como Salvá Mut y profesores de a pie de esta etapa, como Ismael Colino, explican que el objetivo de estos programas no es nada fácil, pues se trata de reenganchar en el sistema a unos adolescentes que suelen presentar grandes desfases curriculares y un fuerte rechazo hacia lo académico. Y precisamente por eso echan en falta los recursos necesarios para poder sacarles adelante. Para empezar, reclaman clases pequeñas: “Es necesario bajar las ratios [el número de alumnos por profesor] para que se pueda trabajar con los estudiantes de una manera más personalizada”, reclama Luis García Domínguez, director del instituto Puerta Bonita de Madrid y presidente de la Asociación de Centros de Formación Profesional-FPEmpresa.
De hecho, aunque la estadística no permite establecer una relación directa entre las ratios y los resultados de los estudiantes de FP de grado Básico en todas las autonomías, lo cierto es que la comunidad que tiene más alumnos por clase en estas enseñanzas (una media de 17 entre los cursos 2016-2017 y 2019-2020) es la que también presenta la peor tasa de éxito en esta estadística elaborada por el ministerio: 37,3%. Se trata de la Comunidad de Madrid. La siguiente en la lista es Asturias, con un 38,7%, pero con una ratio, esta vez, ligeramente por debajo de la media: 11,25 estudiantes por clase.
Preguntada la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid por estos datos, un portavoz responde que, como la estadística de los resultados en FP Básica es “incompleta” —faltan los datos de Cataluña y Murcia, y los de la Comunidad Valencia no son representativos para el curso 2019-2020—, la comparación entre comunidades les parece “injusta”. Sobre la ratio de alumnos por aula en estos estudios —estadística que sí está completa, con todas las comunidades, y deja igualmente a Madrid al final de la cola—, señala que sus números cumplen con la ley.
Un portavoz de la consejería asturiana, por su parte, explica que los datos de abandono en FP Básica corresponden a los primeros pasos de estos ciclos (que sustituyeron a la versión anterior, los Programas de Cualificación Profesional Inicial que constaban de un curso obligatorio y otro voluntario) y que ahora los resultados han mejorado. Además, recalca que Asturias tiene una de las tasas de titulación en la ESO más altas de España, lo que “supone que hay poco alumnado susceptible de matricularse en los grados de FP Básica, y esta está poco desarrollada en el Principado”. Lo cierto es que por cada 100 alumnos asturianos de 3º y 4º de ESO, hay cinco en FP de grado Básico, la proporción más baja de toda España, con una media de 8 estudiantes de estos programas por cada 100 matriculados en el segundo ciclo de secundaria obligatoria.
En el siguiente gráfico se compara, en todas las comunidades con datos de resultados en la estadística ministerial, la tasa de éxito de los alumnos que comenzaron un ciclos en 2016, la media de estudiantes por unidad de ese curso y de los tres siguientes, y la proporción de jóvenes matriculados en la FP de grado básico con respecto a los que están en los dos últimos años de la ESO.
En todo caso, hay factores cruciales que pueden marcar la diferencia en estos programas, pero que se escapan a las estadísticas. Por ejemplo, la implicación de los profesores y su preparación para atender unas clases que en muchas ocasiones tienen más que ver con intentar que los alumnos recuperen la autoestima, que adquieran unos compromisos y unos hábitos básicos de trabajo y recuperen la confianza en las bondades de tener unos estudios, que con los contenidos concretos de las materias o incluso los rudimentos básicos para ejercer tal o cual oficio.
Primer objetivo: “Que sean responsables”
“Hay casos y casos, claro, pero estamos hablando de chavales que muchas veces son incapaces de ser puntuales, algunos tienen problemas de gestión de la ira, no consiguen mantener un compromiso a medio, largo plazo… Nuestro primer objetivo en FP Básica es que adquieran ese compromiso, que sean responsables”, explica Colino, profesor del ámbito profesional del área de Electrónica en el instituto público Leonardo Da Vinci de Madrid. Y añade: “Los profesores técnicos de FP tendríamos que tener un refuerzo para enseñar en estos ciclos. Venimos de una bolsa de trabajo en la que nos puede tocar grado Básico, pero también FP de grado medio o superior y no tiene nada que ver. Tenemos conocimientos avanzados en la materia, pero carencias en el lado de las competencias pedagógicas y psicológicas”.
Luis García Domínguez va más allá, y reclama esa especialización también para los docentes que imparten las materias comunes. “Es necesario tener profesores con capacidad de acercamiento a la persona, que trabaje codo con codo, que desarrollen su pedagogía de manera activa, trabajando por retos o proyectos. No es idóneo cualquier profesor, sino aquel que comprenda la situación”, insiste. Precisamente por eso, añade, esos docentes debería ver reconocido su esfuerzo tanto en carga lectiva, con menos horas de clase, como económicamente. “Necesitamos profesores excelentes, pues son los estudiantes con más necesidades”, remata.
La gran criba, según la experiencia de Colino, se produce en el primero de los dos cursos que conforman los ciclos de FP de grado básico. Una percepción que coincide con las investigaciones de Salvá Mut —que dicen un 21,6% de los alumnos mallorquines había pensado abandonar a los 2 o 3 meses de iniciar el curso; que 31,9%, de hecho, lo dejó entre 1º y 2º, y otro 22,7% hizo lo mismo más tarde— y da una de idea de adónde podrían los esfuerzos de mejora. También coinciden impresiones a pie de aula e investigación en otro punto: “Los alumnos que están estudiando una especialidad que no es la que preferían, sino en la que podido entrar, tienen muchas más posibilidades de abandonar”, señala la catedrática. Y Colino añade: “Hay chavales que igual preferían peluquería, pero acaban viniendo a electrónica porque les pillaba más cerca de casa o porque su familia insistió en que tiene más salidas laborales... Esos chicos al final se matriculan, pero sin interés”.
Falta de oferta
La falta de oferta de cursos de FP básica, en unas edades en las que los desplazamientos largos pueden generar rechazo o, directamente, reducir drásticamente las posibilidades de elección, ha sido señalado también en distintas investigaciones entre los problemas de estas enseñanzas. De los 4.643 centros públicos que imparten secundaria, un poco más de la mitad, 2.341, ofrecían en el curso 2020-2021 estos ciclos, según los datos de Educación. Y solo lo hacen un 20% de los concertados.
Colino recuerda que muchos de los chavales que abandonan la FP de grado básico acaban, tarde o temprano, matriculados en los centros de educación de adultos; algunos, de hecho, pasan directamente. Algunos de ellos conseguirán finalmente obtener el título de ESO y una parte probablemente seguirá avanzando en sus estudios, pero muchos otros no. El 22% de los jóvenes españoles de 25 a 34 años tiene solo el título obligatorio y otro 5,5% se quedaron por el camino antes de conseguirlo.
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