#TeachToker o cómo los profesores triunfan en redes exponiendo a sus alumnos con bailes subidos de tono y vídeos poniendo suspensos
Un profesor detecta en seis meses a 46 docentes que publican en sus cuentas vídeos en los que muestran a sus estudiantes o sus exámenes. Algunas de las maestras son a la vez ‘influencers’ con representante
Sentado en lo que parece su casa, frente a una mesa sobre la que descansa un fajo de papeles, el profesor mira a cámara y dice: “Hoy es un día muy especial. Voy a corregir los exámenes de cuarto de la ESO. Les he pedido que pongan una dedicatoria al lado de la nota porque van a salir en TikTok. Y voy a hacer una predicción de lo que creo que van a sacar, luego lo que sacan y a ver qué pasa”. Empieza el espectáculo. “Empezamos con el tren de la clase. Mirad la dedicatoria: ‘Seguidme en Instagram. Solo mujeres. Tengo mucho dinero’. Ja, ja, ja. Qué personaje, en fin. Yo creo que va a sacar buena ...
Sentado en lo que parece su casa, frente a una mesa sobre la que descansa un fajo de papeles, el profesor mira a cámara y dice: “Hoy es un día muy especial. Voy a corregir los exámenes de cuarto de la ESO. Les he pedido que pongan una dedicatoria al lado de la nota porque van a salir en TikTok. Y voy a hacer una predicción de lo que creo que van a sacar, luego lo que sacan y a ver qué pasa”. Empieza el espectáculo. “Empezamos con el tren de la clase. Mirad la dedicatoria: ‘Seguidme en Instagram. Solo mujeres. Tengo mucho dinero’. Ja, ja, ja. Qué personaje, en fin. Yo creo que va a sacar buena nota, porque el examen era bastante fácil”. El siguiente plano del vídeo muestra un nueve, y el docente añade: “Aparte de mucho dinero, ha sacado buena nota. Así que ya sabéis, chicas”.
El caso del profesor Pedro Martínez, que da clases en la enseñanza pública andaluza, es uno de los que ha denunciado públicamente en los últimos meses Pablo Duchement, también docente en Las Palmas, perito judicial informático y auditor acreditado de la Ley Orgánica de Protección de Datos. Otra grabación denunciada recoge el momento en que una maestra suspende a un alumno de primero de la ESO estampando en su examen de recuperación el sello de un soldado caído. Y los hay más inquietantes. Como el de un maestro que baila en clase con alumnos, que parecen de primaria y van vestidos con uniforme escolar, una canción de reguetón que dice: “Ella va a ser para mí / hasta la locura ves bailar / una nena fina con maldad / yo la quiero para mí”. O el de un profesor de Educación Física que se contonea, en las instalaciones de su colegio, junto a dos alumnas adolescentes, al ritmo de otro tema con letra aún más inapropiada: “Mama mamaíta que está tan rica / sin cerrar los dientes como abuelita”.
La tipología de los vídeos denunciados por Pablo Duchement es variada, pero todos tienen algo en común: sus autores explotan de alguna manera a sus alumnos menores de edad, exponiendo sus imágenes, sus voces o sus exámenes (que son documentos confidenciales propiedad del centro educativo) para lograr repercusión en las redes sociales, afirma. “Algunas maestras tienen tan asumido su papel de influencers que tienen representantes. Si quieres contratarlas para que en el próximo vídeo que suban exponiendo a sus niños lo hagan llevando unos zapatos o un bolso de una marca determinada, puedes contactar con una agencia específica para influencers de TikTok y pagarles para que lo hagan”.
En los mensajes de Twitter a través de los que Duchement denuncia los casos (agrupados bajo la etiqueta #TeachToker), el experto ha añadido a los vídeos originales efectos para difuminar las imágenes, distorsionar las voces y tapar los nombres escritos en documentos que permitirían identificar a quienes aparecen en ellos o al centro (una información que tampoco ha facilitado para la elaboración de este artículo).
Duchement empezó a alertar del fenómeno hace un par de años, y cree que va a más. Desde enero ha abordado 46 casos. La gran mayoría, afirma, aceptaron borrar los vídeos y dejar de mostrar ese tipo de contenidos tras contactar con ellos mediante mensajes privados. En siete casos, en los que las denuncias públicas en redes sociales no funcionaron, Duchement se puso en contacto con la inspección educativa. Hasta ahora no ha necesitado apelar a instancias superiores. Y los 46 autores han retirado los vídeos. Duchement insiste en dejar claro que dichos casos no son representativos de los muchos docentes que tienen “una fuerte presencia en redes sociales” sin revelar datos de sus alumnos.
Uno de los profesores que borró su polémico vídeo con exámenes fue Pedro Martínez. “Comprendió el error que había cometido, habló con inspección y todo se ha solucionado”, afirma su abogada, Susana Núñez, que lamenta que a raíz de la denuncia pública del caso, su cliente recibió numerosos insultos a través de las redes sociales.
Fuentes de la dirección del instituto público Gustavo Adolfo Bécquer de Sevilla aseguran que también comprendió que se había equivocado Álvaro Beltrán, un profesor del centro que publicó en Twitter el examen de Lengua de primero de Bachillerato que les había puesto a sus alumnos, basado en letras de Rosalía, asegurando que si la cantante retuiteaba su mensaje o el de alguno de sus estudiantes que mencionaran la prueba, les subiría “un punto extra en la evaluación final”. Además de acabar ciñéndose a los criterios de evaluación legalmente previstos, Beltrán cerró su cuenta en Twitter tras recibir una lluvia de críticas.
Los casos más peligrosos, advierte Duchement, son aquellos en los que la aparición de los alumnos, generalmente niñas, va acompañada de una cierta sexualización, por las letras de las canciones y la naturaleza de los bailes que realizan. “No digo que los docentes sepan lo que están haciendo, pero lo que hacen atrae mucha repercusión en sectores muy oscuros de la Red. De hecho, he documentado lo que pueden ser intentos de depredar sexualmente a algunas alumnas expuestas. En las respuestas a los vídeos se ven peticiones del tipo: ¿Cuál es el Instagram de esta niña?, ¿qué edad tiene esta niña? o ¿dónde estudia?”. En ocasiones, son los propios alumnos los que responden a las preguntas; en otras, el docente deja pistas en el vídeo con las que resulta sencillo identificar el colegio o instituto. “De forma que tenemos el vídeo de la niña, el interés por ella, y el centro donde tienen que ir a buscarla. Es una exposición tremenda”, dice.
Connivencia y miedo de los padres
La publicación de los vídeos con datos de alumnos se produce con frecuencia con la “connivencia” de los padres, porque su hijo quiere salir en el TikTok de su docente influencer, dice Duchement. Pero al mismo tiempo casi todas las denuncias que recibe le llegan de progenitores: “Muchos me dicen: ‘Esta profesora está sacando a mi niño en su cuenta de TikTok y me da miedo decirle que no lo haga más. ¿Puedes hacerlo tú?”. Las familias temen las consecuencias negativas que el enfrentamiento puede implicar para sus hijos en el colegio y las reacciones de los seguidores de los profesores en la red (que en algún caso se cuentan por centenares de miles), afirma el experto, como las que él ha sufrido. El origen del problema, cree Duchement, es que en los últimos años ha llegado a la docencia una generación criada en la “difusión masiva en redes” que apenas se ha formado en protección de datos.
La incorporación a la enseñanza de los nuevos medios digitales y de las formas de comunicación de los más jóvenes es positivo, afirma Jorge Flores, director de la Fundación Pantallas Seguras, si tiene sentido para el aprendizaje, tanto sobre la materia como sobre valores, como en el manejo de herramientas. “Pero al mismo tiempo, no basta con tener buena intención. También hay que tener mucho cuidado, porque se manejan cuestiones que pueden ser muy delicadas y peligrosas. A veces lo más divertido no es lo más apropiado”.
Puedes seguir EL PAÍS EDUCACIÓN en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.