Madrid es la única autonomía que no hace pruebas a los alumnos al detectar un positivo en el aula

Hasta 11 comunidades ponen en cuarentena y hacen test a todo el grupo burbuja, la respuesta defendida por los expertos. Otras cinco actúan solo sobre los contactos estrechos

Valencia -

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Varios alumnos estudian en una clase del colegio público Giner de los Ríos, en Fuenlabrada, Madrid.Andrea Comas

Madrid es la única comunidad que, como norma general, no realiza test de coronavirus a los miembros de un grupo burbuja cuando se confirma un positivo en el aula, limitándose a poner en cuarentena durante 10 días a los integrantes de la clase. El resto de autonomías, además de confinar, sí hacen pruebas, en casi todos los casos PCR. Cinco territorios las limitan a una parte de los alumnos: aquellos que se sientan cerca del alumno contagiado o tienen más relación con él. Las otras 11 comunidades se las practican a t...

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Madrid es la única comunidad que, como norma general, no realiza test de coronavirus a los miembros de un grupo burbuja cuando se confirma un positivo en el aula, limitándose a poner en cuarentena durante 10 días a los integrantes de la clase. El resto de autonomías, además de confinar, sí hacen pruebas, en casi todos los casos PCR. Cinco territorios las limitan a una parte de los alumnos: aquellos que se sientan cerca del alumno contagiado o tienen más relación con él. Las otras 11 comunidades se las practican a todos los estudiantes del aula, además de al profesor.

Los expertos consideran que la última opción, que es la recomendada por el Ministerio de Sanidad, es la mejor. Y ven imprudente el protocolo de Madrid, a la vista de que los estudios elaborados hasta la fecha demuestran que aunque los niños transmiten la covid menos que los adultos, también pueden hacerlo, lo que abre la puerta a que la cadena de contagios se extienda a los hogares y de ellos, a la sociedad.

Hacerlas pagando

“Cuando nos avisaron del colegio nos quedamos muy sorprendidos. Nos dijeron que nuestro hijo tenía que quedarse 10 días en casa, que le darían clases por el aula virtual, pero ni le iban a hacer una prueba ni nadie se puso en contacto con nosotros”, recuerda Isabel Falla, madre de un alumno de tercero de primaria de un colegio público del barrio de Villaverde, en Madrid. “Nos preguntamos: ‘¿Le hacemos una prueba nosotros al niño, nos la hacemos todos?’ Porque son caras. Como además no te dicen quién ha dado positivo, tampoco sabes si tu hijo juega mucho con ese niño o esa niña. Hubo familias que se hicieron la prueba en la privada porque tenían que cuidar a personas mayores. Y otras fueron al centro de salud y contaron que habían tenido contacto con un contagiado, sin decir que era en la escuela, porque era la única manera de que se la hicieran en la pública”, añade Falla.

“Las familias nos trasladan tanto su gran preocupación como su enfado por esta situación”, asegura Mari Carmen Morillas, presidenta de la FAPA Giner de los Ríos, la federación de asociaciones de padres mayoritaria en la red pública de Madrid. “Además de todos los problemas de conciliación que llevamos arrastrando un año, resulta que en los centros de la Comunidad de Madrid si un niño de la clase da positivo, las familias tienen que buscarse la vida. Lo único que les dicen es que se los lleven a casa y que comuniquen al centro si se hacen la prueba por su cuenta. Es una locura, porque hay casas donde los niños conviven con personas vulnerables”.

La forma en que las autonomías responden a la detección de un positivo en un grupo burbuja —aquellos en los que los alumnos no necesitan mantener entre sí la distancia interpersonal, utilizados en casi toda España en las etapas de infantil y primaria— puede dividirse en tres grandes categorías, según la información facilitada por las comunidades. Del primero de estos grupos, que se limita a imponer cuarentenas a los miembros de la clase sin hacerles test, solo forma parte Madrid. “En la situación epidemiológica actual, la realización de una prueba diagnóstica de infección aguda a los contactos estrechos del ámbito escolar, en general, no se indica, salvo que desarrollen síntomas”, establece el protocolo, fechado el 2 de octubre de 2020, que según indica la Consejería de Sanidad es el que está en vigor.

El segundo grupo está formado por cinco autonomías —Andalucía, Galicia, País Vasco, Aragón y Baleares— donde solo se pone en cuarentena a los alumnos que los respectivos servicios de salud pública consideran contactos estrechos del positivo, a los cuales se les realizan pruebas PCR o, en el caso andaluz, en ocasiones de antígenos. “En infantil sí que se confina toda la clase y se les hacen pruebas a todos porque van sin mascarilla. En primaria, lo normal es que se haga como en un tres en raya, y se ponga en cuarentena a los dos que están alrededor del alumno hacia cada lado, y a esos también se les hacen pruebas”, explica Pedro Ayala, presidente de los directores de colegios públicos de Almería.

Respuesta poderosa

Las otras 11 comunidades siguen la recomendación establecida a principio de curso por el Ministerio de Sanidad: confinan a toda la burbuja y les hacen prueba a todos. Se trata de Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia (donde solo se utilizan los grupos burbuja en infantil), Asturias, Cantabria, La Rioja y Navarra (que es la más cuidadosa porque, a cada estudiante se le hacen dos PCR, una al inicio del confinamiento y otra a los 10 días).

Los tres expertos consultados coinciden en que el primer tipo de respuesta es la peor y la última, la mejor. La estrategia utilizada en Madrid “es muy pasiva, y solo se justifica cuando no hay suficiente disponibilidad de pruebas; en condiciones en que sí existe, hay que ir al testeo tan amplio como sea posible para identificar contagios”, afirma Daniel López Acuña, exdirector de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “El segundo tipo de respuesta es una opción, pero no tan poderosa y adecuada como la tercera, que sería la que yo adoptaría siempre”, agrega.

“La cuarentena es necesaria, pero es un derivado, la piedra angular deben ser las pruebas; como decía el director de la OMS [Tedros Adhanom Ghebreyesus] al principio de la pandemia: test, test, test”, dice el pediatra y epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona, Quique Bassat, que recuerda que el análisis de más de un millón de pruebas PCR realizadas en Cataluña desde principio de curso reflejó que cada infectado en un grupo burbuja contagia de media a 0,4 personas. “Las probabilidades de que un niño se haya contagiado en la escuela son bajas, pero no son nulas. Y esos pocos casos pueden continuar la cadena de transmisión”, advierte. “La respuesta correcta”, añade Manuel Franco, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, “es la que monitoriza mejor y proporciona más datos para entender lo que está pasando realmente en los centros educativos”.

Revisar la respuesta escolar ante la variante británica

El porcentaje de aulas confinadas en España continúa estable. A finales de la semana pasada, estaban en cuarentena el 1,1% del total. Madrid era la comunidad con más grupos confinados, el 2%, seguida de Cataluña, con el 1,9%. Los sindicatos de profesores llevan desde el inicio del curso pidiendo aumentar las medidas de seguridad, sobre todo en las comunidades más laxas. “Cuando se detecta un positivo, se debería confinar a todo el grupo burbuja, que en realidad es la clase de toda la vida, pero además hacerles una prueba PCR a todos los alumnos y también a los profesores que hayan pasado por el aula”, señala Mario Gutiérrez, responsable de enseñanza del sindicato CSIF. Gutiérrez lamenta que no se haya llevado a cabo un “cribado muestral” en los centros educativos españoles para tratar de establecer cuántos contagios se producen en las clases.

Quique Bassat, miembro del grupo de la Asociación Española de Pediatría que colaboró con el Ministerio de Sanidad en la elaboración de la guía para prevenir los contagios de coronavirus en los centros educativos, considera contradictorio que Madrid haya realizado “pruebas masivas”, una estrategia que considera que tiene cierta utilidad, y al mismo tiempo no haga test “al menos a los contactos estrechos” en aquellas clases donde se tiene constancia de que hay un positivo, un esfuerzo que considera que estaría “más justificado”.

El avance en España de la variante británica, más contagiosa, advierte por su parte el epidemiólogo Daniel López Acuña, debería llevar a las comunidades autónomas a “revisar sus actuaciones y plantear la conducta más agresiva posible en cuanto a los brotes escolares”.

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