Llega la selectividad más disputada en su edición más atípica
Las pruebas empiezan este martes en Navarra con un 16% más de candidatos. El acceso a las carreras más demandadas se complica
En tiempos de confinamiento, con los escolares siguiendo las clases desde casa, 14 de las 17 comunidades autónomas acordaron con el Ministerio de Educación y Formación Profesional conceder el título de bachillerato aunque el alumno tuviese alguna materia pendiente y, en consecuencia, ha crecido la cifra de inscritos en las pruebas que dan acceso a la Universidad. Muchos docentes han visto en esta maniobra en las calificaciones un coladero, pero ahora empieza la verdadera criba. Crecen los alumnos que van a disputarse una plaza universitaria, las notas medias han tendido a subir ―al mejorar las...
En tiempos de confinamiento, con los escolares siguiendo las clases desde casa, 14 de las 17 comunidades autónomas acordaron con el Ministerio de Educación y Formación Profesional conceder el título de bachillerato aunque el alumno tuviese alguna materia pendiente y, en consecuencia, ha crecido la cifra de inscritos en las pruebas que dan acceso a la Universidad. Muchos docentes han visto en esta maniobra en las calificaciones un coladero, pero ahora empieza la verdadera criba. Crecen los alumnos que van a disputarse una plaza universitaria, las notas medias han tendido a subir ―al mejorar las de los estudiantes rezagados― y la lucha será hasta la centésima para entrar en las carreras universitarias más codiciadas. Una contienda que se dirime en esta ocasión en un contexto atípico: con mascarilla, aulas desinfectadas, sin préstamo de materiales y abrazos prohibidos.
Este martes comienzan la selectividad en Navarra ―hasta el 10 de julio se van a ir celebrando en todas las autonomías― y los matriculados han crecido un 16% respecto a junio de 2019. En Cataluña, por su parte, han aprobado bachillerato el 83% de los escolares (37.000), frente al 72% del curso anterior (31.800), de forma que se han matriculado en selectividad un 12,6% más de alumnos que han cursado esa etapa formativa. El aumento de candidatos es aún mayor entre quienes proceden de una titulación FP Superior (etapa a la que se accede después del bachillerato), que solo se examinarán de la parte voluntaria (los exámenes para subir nota) y su participación en las pruebas de acceso es optativa: los inscritos han pasado de ser 2.800 a 3.800, un 37% más que el curso anterior.
En Aragón, cuenta la vicerrectora de la Universidad de Zaragoza, Ángela Alcalá, han tenido que pedir a última hora que se utilice también el polideportivo de Jaca para acoger a los alumnos, porque los alumnos matriculados pasan de ser 6.100 a 7.400, tras subir los aprobados en bachillerato del 75,4% al 93,9%. Los inscritos de FP Superior también han crecido: de 198 a 279. Además, la Universidad de Zaragoza ha tenido que contratar a 200 correctores más.
“Calculamos las universidades del G-9 que los estudiantes van a subir entre un 15% y un 30%”, argumenta Alcalá. El G-9 es un grupo que reúne a las nueve universidades públicas que son las únicas de este tipo en su región: Cantabria, Castilla-La Mancha, Extremadura, Islas Baleares, Oviedo, País Vasco, Pública de Navarra, La Rioja y Zaragoza. “Las plazas van a ser las mismas así que la competencia va a ser muy dura. Aquí triunfan Medicina, Enfermería y Veterinaria y grados dobles como Matemáticas y Físicas o Matemáticas e Ingeniería Informática”, enumera esta vicerrectora de Estudiantes y Empleo.
En muchas regiones el plazo de inscripción a la EBAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad) no se ha cerrado por lo que no hay aún datos detallados de este aumento. Madrid, Andalucía y Castilla y León no aceptaron sobre el papel la idea de aprobar a los bachilleres que tuvieran algún suspenso, pero de facto los claustros han calificado con manga ancha y también necesitan más sillas. En Castilla y León los candidatos suben esta edición un 21% (de 9.300 a 11.800) y la Universidad de La Laguna (Tenerife) examina a un 23% más de estudiantes. El mismo porcentaje sube en Castilla-La Mancha que va a pasar de 7.500 aspirantes inscritos en 2019 a 9.000.
A finales de abril EL PAÍS entrevistó a las vicerrectoras de las universidades Complutense, Huelva y Zaragoza, responsables este curso de las pruebas de selectividad en Madrid, Andalucía y Aragón, respectivamente, y ya entonces preveían un aumento grande de candidatos, así que es algo que han tenido en cuenta a la hora de calcular los espacios necesarios. Se abrirán institutos, más facultades y sedes en distintos municipios para que los candidatos no se tengan que desplazar.
“El que en otra ocasión tendría un seis de media de bachillerato, tiene un ocho y salen perjudicados los de las notas más altas”, reflexiona, pesarosa, Ana, profesora en un pueblo de 5.000 habitantes de Ciudad Real. “Un tercio de los chicos hubiesen suspendido en condiciones normales en uno de los grupos y, sin embargo, han pasado todos. Un estudiante que pensaba repetir segundo de bachillerato hasta se quejaba de que iba a tener que tomar decisiones muy rápido”, recuerda Ana, riéndose.
Las pruebas de acceso a la Universidad tienen una parte obligatoria, con las materias principales (cuatro exámenes o cinco en las comunidades con lengua cooficial), cuyo resultado es una nota media entre 0 y 10. Además, los alumnos se pueden presentar para subir nota, con exámenes voluntarios de otras materias (hasta cuatro) que pueden sumar cuatro puntos extra a la nota final del acceso a la Universidad, con lo cual, el resultado puede llegar a ser un 14 en el mejor de los casos.
En la selectividad para los jóvenes ―hay otras ediciones especiales para los mayores de 25 años― tradicionalmente son pocos los que suspenden ―apenas uno de cada 10― así que el reto, pues, no es tanto aprobar como alcanzar la nota de corte del grado deseado. “Creemos que este año el número de aprobados subirá”, afirma Ángela Sierra, vicerrectora de la Universidad de Huelva. Basa su razonamiento en el hecho de que para garantizar que el alumno ha visto en clase presencial alguna de las opciones del examen van a poder elegir entre más opciones cuál de ellas quieren contestar. “Queremos que el alumno demuestre lo que sabe, no lo que no ha dado”, explicó la ministra de Educación, Isabel Celaá, a finales de marzo. Y este lunes, en el Senado, el ministro de Universidades, Manuel Castells, ha señalado que esta flexibilidad es “una medida fundamental para que no haya problemas de adaptación a esta prueba”.
El pasado octubre llegó a conformarse una comisión ―de rectores, directores generales y universidades― para consensuar la forma de corregir las cuatro materias obligatorias, ya que la disparidad de criterios es objeto de crítica año tras año. Pero esta no llegó a reunirse y en esta convocatoria seguirá habiendo 17 selectividades distintas.
Es difícil de prever si la crisis económica y la docencia semipresencial anunciada para el próximo curso desanimarán a parte de los estudiantes de iniciar el grado.