Picsil, un gigante del ‘crossfit’ que nació en la cocina familiar
La empresa factura 10 millones vendiendo equipaciones para la práctica de este este deporte
Su primer taller fue la cocina de su madre. Pablo y Jesús Miguel Silva, hermanos, de 38 años, empezaron a escribir la historia de su marca deportiva especializada en cross training, Picsil, en 2012 en su pueblo natal, Cintruénigo (Comunidad Foral de Navarra). Por entonces comenzó el bum del crossfit en Europa. Y en España apenas se abrieron una decena de boxes —gimnasios, en la jerga crossfitera—. “Uno de los primeros se abrió en nuestro pueblo, y mi hermano y yo nos aficionamos, al igual que el resto de nuestra familia y amigos”, recuerda Pablo. Su primo fue la persona que dio con el detonante de lo que ahora es Picsil: les pidió a los hermanos que se hiciesen con unas calleras, que son accesorios de fitness utilizados para proteger las manos durante los ejercicios en los que la fricción se vuelve intensa. Compraron los materiales y comenzaron a coser sus propias calleras en la mesa de la cocina.
Ninguno de los hermanos tenía conocimientos sobre el funcionamiento de una empresa. Pablo era funcionario y su hermano había estudiado un grado superior en Mantenimiento de Equipo Industrial. “Pero eso no nos paró. De hecho, lo de nuestro primo nos lo tomamos como un desafío. Nos dimos cuenta de que nos gustaba. Y siempre habíamos tenido pasión por el emprendimiento, por crear algo juntos”, dice Pablo, que, al igual que Jesús, es consejero delegado de la empresa navarra.
Picsil, que procede de la unión de los dos apellidos de los hermanos, Picón y Silva, se ha convertido en una de las mayores empresas del sector del crossfit en España. “Hemos crecido a la vez que este sistema de entrenamiento se ha hecho más popular”, señala Pablo. España cuenta con 628 gimnasios y, según la marca CrossFit España, hay cerca de 110.000 usuarios. “Es como una fiebre enorme”, relatan los responsables de Picsil. Tal es así que en 2023 estuvieron cerca de conseguir 600.000 euros de beneficios y su facturación alcanzó los 10 millones de euros.
De la cocina familiar como taller pasaron al sótano de Pablo. En 2015, los hermanos ya se habían abastecido de materia prima y maquinaria para producir más. Dieron el salto de la casa familiar a una nave en Cintruénigo. “Mejoramos las ventas: potenciamos nuestras redes sociales, abrimos una web y pusimos nuestros productos en Amazon. Y nos internacionalizamos: empezamos a vender por Europa y fuimos a todos los eventos de crossfit de España”, cuenta Pablo.
Esa expansión provocó que, en un año, los hermanos alquilasen una segunda nave, más grande, para producir los accesorios. Ya no solo eran calleras, también había combas y cinturones. “La primera nave la convertimos en un box de crossfit”. El éxito les convirtió en líderes: en 2018, seis años después de coser sus primeras calleras, encabezaron las empresas europeas en la venta de este accesorio. Eso, además, unido al hecho de que se convirtieron en la primera marca española que patrocinaba a atletas en los CrossFit Games, el evento que reúne a los mejores deportistas de todo el mundo.
El sueño americano
Y en 2019 llegó el gran salto: los hermanos abrieron una delegación en Miami, en EE UU, donde nació en los años noventa este sistema de entrenamiento. “Competíamos con marcas de todo el mundo, por eso nos ha costado más, pero nos ha servido para comprobar cómo es el mercado real en EE UU”, explica Silva. En 2022 llegó la delegación en Ciudad de México (México) y Picsil se expandió por Latino América.
Ahora la empresa vende sus productos a más de 40 países, con un equipo con otras 40 personas, teniendo como sede central Cintruénigo. “Nuestro objetivo es democratizar el crossfit. No es un mal deporte. Hay muchos prejuicios. Lo practica todo tipo de gente: desde niños hasta mayores de 80 años”, concluye Pablo Silva.