Almirall liga su futuro a la piel

El grupo de la familia Gallardo confía en que su tratamiento para la dermatitis atópica alcance una facturación equivalente a la mitad de lo que ingresa anualmente por todos sus fármacos

Laboratorio de la empresa farmacéutica Almirall.Marc Verges Amor

El nombre del medicamento es difícil de pronunciar: Ebglyss. “Te acostumbras enseguida”, sonríe al otro lado de la pantalla Lidia Martín, directora general de Almirall Iberia. La directiva explica que los derechos para el desarrollo y venta de este fármaco para la dermatitis atópica que comienza a comercializarse este mes en España fueron adquiridos por la empresa catalana en 2019 a la estadounidense Dermira, hoy propiedad del gigante Lilly. Pagó 200 millones en la que se vio como una apuesta arriesgada. Tras años de investigación, en este compuesto biológico que ya distribuyen en Alemania, Reino Unido, Noruega, Dinamarca y República Checa viajan buena parte de las esperanzas de ventas de Almirall para los próximos ejercicios: en su pico de expansión esperan ingresar 450 millones con el Ebglyss. Es la mitad, más o menos, de lo que el grupo facturó el año pasado con todos sus medicamentos.

Esa es la promesa que se debería traducir en euros. La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta a aproximadamente al 4,4% de los adultos en Europa, de los cuales el 30% la tiene en su grado moderado a grave. Se estima que habrá más de cinco millones de personas con DA moderada a grave en el continente para 2026. En cambio, solo hay un puñado de farmacéuticas con el foco muy desarrollado en dermatología. Y Almirall, con una capitalización de 1.900 millones, lleva años encarrilando su negocio hacia este sector tras haber dado varios bandazos y después de superar una crisis a finales de la década pasada en Estados Unidos que a punto estuvo de dejar fuera de juego a la compañía.

Con Carlos Gallardo al frente, tanto en la presidencia como en labores ejecutivas (los Gallardo, con dos ramas familiares, poseen el 60% de las acciones), las cosas parecen haberse calmado después de años de idas y venidas de directivos. En lo más reciente, los resultados semestrales fueron ligeramente mejores de lo que esperaba el mercado: las ventas, de 497 millones, crecieron un 6,7%, y de ellas, las de dermatología lo hicieron en un 16% (268 millones). Además de medicamentos populares como Almax, Rino Ebastel o Algidol, indicados para otro tipo de indisposiciones médicas, el 52% de las ventas globales de Almirall ya están en el campo de la dermatología, donde tienen medio centenar de productos. “La dermatología está cogiendo más peso, pero el resto de negocios son un contribuidor esencial para poder seguir invirtiendo”, puntualiza la directiva.

Investigación

“Nuestra piedra angular es la investigación. En los últimos 10 años hemos invertido más de 1.000 millones de euros en dermatología médica y esto ha dado unos resultados. Hemos estado haciendo lanzamientos que nos han llevado a una posición consolidada en tres ámbitos: psoriasis, onicomicosis y la queratosis actínica”, resume la directiva para España y Portugal. Sus productos Wynzora, Skilarence, Ilumetri, Ony-Tec o Klisyri sostienen un catálogo que está en una fase de crecimiento. Eso se traduce en cifras multimillonarias de inversión para nuevas terapias y tecnologías, “desde el ARN mensajero a los [productos] biológicos, e incluso al uso de la inteligencia artificial. Queremos conseguir tratamientos que cambien la vida de las personas, que sean realmente una innovación”. Ebglyss, continúa, es un fármaco de prescripción y dispensación hospitalaria que ha salido al mercado en España con un precio de 1.211 euros. La referencia es importante, porque tratamientos para la misma dolencia lanzados anteriormente por sus rivales Sanofi (960 euros) y Pfizer (1.210 euros) son similares o inferiores en precio.

Las expectativas de Almirall reflejan luz en el espejo de algunos analistas. Moody´s elevó el rating este verano a la compañía a Ba2, todavía por debajo del grado de inversión. En sus puntos fuertes valora una gestión prudente de la compañía, con una política contenida de reparto de dividendos y el hecho de que no va a afrontar la caducidad de sus principales patentes en los próximos años. Desde Cobas, Carlos González, director de Relación con Inversores, ve claro que su nuevo producto, por eficacia y seguridad, tiene potencial para disparar la facturación de la octogenaria empresa. Una oportunidad para capturar valor teniendo en cuenta que la cotización ha estado deprimida en el último año y medio. “Vemos un gran potencial. Es una compañía que lo ha hecho muy bien en los últimos años. Está construyendo un pipeline muy sólido vinculado a la dermatología y está generando oportunidades de mercado claras”.

No todos son de la misma opinión. Bankinter recomienda a los inversores que vendan a un precio de 9,6 (esta semana cerró a 9,1) porque, en el contexto actual, ven un mayor atractivo “en los sectores de crecimiento, como tecnología o ciberseguridad, frente a los sectores más maduros, como es el caso de las farmacéuticas”.

Cáncer y enfermedades raras

Almirall tiene otros tres fármacos en fases avanzadas de investigación o pendientes de registro en un momento en que Europa se está replanteando revisar los procesos que incentivan la innovación en farmacia. “En I+D hablamos de tiempos largos y costes elevados, es muy importante que en la regulación europea se prevean medidas que la incentiven y la protejan”, sostiene Lidia Martín.
La directora en Iberia apunta a que Almirall se enfoca en enfermedades inmunoinflamatorias, cáncer de piel (excluido el melanoma) y enfermedades dermatológicas raras. “En estas tres áreas tenemos centrado nuestro pipeline [catálogo] y esperamos que eso nos permita dar pasos importantes dentro de la dermatología médica”. Porque aunque la queratosis, la psoriasis o el acné estén entre las enfermedades de la piel más conocidas, hay, por ejemplo, cerca de un millar de enfermedades raras de la piel y la mayoría no tienen un tratamiento aprobado. 
Los lanzamientos tendrán su coste. Este año, los gastos generales de la compañía han crecido, lo que hace que su resultado de explotación avance menos que las ventas.


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