Cinco millones de ‘veggies’ reclaman cada vez más comida y bebida

El mercado de alimentos vegetales y proteínas alternativas crece y atrae cada vez más la atención de los fondos de inversión

Una mujer mira bebidas verdes en un supermercado de Madrid.Aitor Sol

El negocio de la alimentación plant-based (vegetal) está en pleno auge. Hay decenas de empresas que buscan hueco, fondos de inversión que colocan volquetes de millones en el sector y legisladores que intentan controlar la marea. A la mayoría de los consumidores, el auge del negocio le es indiferente. Entre otras cosas porque la mayoría ignora el significado de plant-based. Todo cambia si se explica que el negocio en auge se basa en u...

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El negocio de la alimentación plant-based (vegetal) está en pleno auge. Hay decenas de empresas que buscan hueco, fondos de inversión que colocan volquetes de millones en el sector y legisladores que intentan controlar la marea. A la mayoría de los consumidores, el auge del negocio le es indiferente. Entre otras cosas porque la mayoría ignora el significado de plant-based. Todo cambia si se explica que el negocio en auge se basa en utilizar cada vez más productos vegetales y proteínas alternativas (no animales) en la alimentación, lo que va a cambiar hábitos de consumo, sistemas de producción y dietas. Todo en línea con la estrategia europea para reducir las emisiones contaminantes en el sector agro­alimentario.

Los analistas de Bloomberg Intelligence predicen que el valor del mercado mundial de alimentos vegetales se va a multiplicar por cinco en menos de 10 años (2030). Forman parte del espacio foodtech, un término amplio que engloba a todos los agentes que aplican tecnología a la cadena de valor agroalimentaria y que solo en España ocupa a 400 nuevas empresas con gran potencial de crecimiento (start-ups), según la consultora Eatable Adventures.

El Instituto de Comercio Exterior (Icex) sitúa a España como el quinto país con mayor inversión —695 millones en 2021— en ecosistemas foodtech, tras Alemania, el Reino Unido, Francia y Holanda. No son números pequeños. Un solo nicho, el mercado español de sustitutos vegetales, se ha colocado como el segundo de Europa, con ventas de 448 millones, de los cuales, 318 millones son en leches vegetales, 87 millones en productos de “carne vegetal” —proteína alternativa a la carne animal— y 42 millones en yogur vegetal, según Smart Protein Project.

La eclosión del negocio de alimentos y bebidas plant-based ha impulsado la colaboración de los principales agentes del sector. En abril surgió la asociación Vegetales para representar al sector y con la vocación de aglutinar a sus principales agentes. Lo impulsan marcas como Alpro (Danone), Frías, Iparlat, Liquats Vegetals y Vivesoy (Pascual). Entre sus objetivos: “Obtener un marco legal estable y compartido por todos los agentes de la cadena que permita reconocer y facilitar su crecimiento, en favor de una necesaria transición hacia un sistema alimentario saludable”.

El movimiento asociativo, dentro de un negocio en expansión, tiene lógica. La inversión global en plant-based no para de crecer y un 20% de ella proviene de las grandes corporaciones. “Casi todas las corporaciones alimentarias globales están lanzando vehículos de inversión”, explica el consejero delegado de Eatable Adventures, José Luis Cabañero, “las primeras que lo hicieron fueron las grandes cárnicas como la estadounidense Tyson Foods USA, la brasileña JBS o Cargill. Entran en start-ups y en empresas emergentes del sector”.

El dinero se mueve rápido porque hay beneficios en el horizonte. Un ejemplo: solo el mercado global de “queso vegano” —de origen vegetal— estaba valorado en 2.700 millones en 2019 y se espera que siga creciendo hasta 4.700 millones para 2025, según Research and Markets. Europa representa aproximadamente un cuarto de este mercado, con marcas como Violife y Tyne Chease Limited.

La carrera está lanzada, y el terreno, abonado. Las proteínas alternativas representarán en 2035 el 11% de todo el consumo de proteínas, según Boston Consulting Group (BCG) y el fondo Blue Horizon (The Untapped Climate Opportunity in Alternative Proteins). En 2017, los veggies, la suma de vegetarianos —no comen carne—; veganos —no comen nada de origen animal— y flexitarianos —­carne de vez en cuando—, representaban un 7,8% de la población adulta española. Desde entonces, la cifra ha aumentado. El fenómeno veggie no se ha visto alterado por la pandemia y ha continuado su crecimiento imparable. En 2021, según Lantern, sumó 1.300.000 nuevos individuos (el 34% de crecimiento en dos años). Así, el total de veggies en España ya se sitúa por encima de los cinco millones de personas, algo más que el total de habitantes de un país como Irlanda.

Las bebidas y hamburguesas vegetales son las categorías con mayor penetración, aunque en el caso de los productos sustitutivos de la carne, estos se enfrentan a retos como la textura, el sabor y el número de ingredientes en su composición. Otros productos plant-based cuya presencia crece, poco a poco, en los lineales de los supermercados son el pescado de origen vegetal, los quesos y los huevos veganos. España está también en los puestos de cabeza en Europa en penetración de consumo de bebidas vegetales, por encima de países tradicionalmente más vegetarianos como Bélgica o Países Bajos, representando casi el 70% del total del mercado de alimentos vegetales en España. Las estimaciones del sector apuntan a un crecimiento del 10% para 2025.

Las perspectivas de negocio atraen la inversión y los movimientos empresariales. Gigantes de la producción vegana como Upfield, la mayor empresa del mundo, propietaria de marcas como Flora, Tulipán, Proactiv u Oatly están en el punto de mira de los grandes inversores. No solo se mueven los inversores privados. El Gobierno danés lanzó a finales de 2021 la mayor inversión en investigación y desarrollo en plant-based de un país de la UE hasta la fecha. En España, Cargill también se ha movido. Ha invertido en Cocuus, una firma navarra de bioimpresión —producción de proteínas de base vegetal o celular mediante la impresión láser 3D— y en Cubiq Foods, otra start-up barcelonesa que produce grasas por clonación por biosíntesis, sin sacrificar animales.

Problemas

No todo son buenas noticias. La guerra en Ucrania ha llevado la incertidumbre también a la actividad foodtech. No se trata solo de la escasez de algunas materias primas —legumbres o cereal—. La energía, que no era un factor determinante en el sector, ahora sí lo es. “En el último año”, asegura Cabañero (Eatable Adventures), “la energía aparece como segundo coste de producción del producto, después de la materia prima”.

Pese a la inestabilidad general, la inercia mantiene el negocio muy vivo. El año 2021 fue bueno en inversión y empresas emergentes como Glovo —controlada por Delivery Hero—; BiotechFood, propiedad del gigante JBS; Heura Foods, Biome Makers o Crowdfarming mantienen el ritmo y sus planes. Trabajan en un entorno relativamente cómodo, con una legislación suficientemente amplia como para producir estos productos sin regulación adicional, excepto en cuestiones que se adivinan polémicas como la clonación de carne. En la prensa especializada es fácil encontrar listas de famosos que han diversificado inversiones en la nueva ola de alimentos. “Vivimos un cambio de paradigma, una transición en la que se combinan opciones de base vegetal con productos de origen animal”, sostienen en la asociación Vegetales. En el negocio alimentario, los androides sí sueñan con ovejas eléctricas.

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