Lecciones de la historia sobre las subidas de precios
Quienes hacen comparaciones precipitadas con la década de 1970 están mirando la historia equivocada
Allá por julio, el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca (CAE, por sus siglas en inglés) publicó en su blog un reflexivo artículo que titulaba Paralelos históricos del episodio inflacionario actual. El artículo analizaba seis aumentos de la inflación desde la II Guerra Mundial y sostenía de manera convincente que los acontecimientos actuales no se parecen en nada a la década de 1970. Por el contrario, el equivalente más cercano a la inflación de 2021 es el primero de estos episodios, la escalada de precios que se p...
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Allá por julio, el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca (CAE, por sus siglas en inglés) publicó en su blog un reflexivo artículo que titulaba Paralelos históricos del episodio inflacionario actual. El artículo analizaba seis aumentos de la inflación desde la II Guerra Mundial y sostenía de manera convincente que los acontecimientos actuales no se parecen en nada a la década de 1970. Por el contrario, el equivalente más cercano a la inflación de 2021 es el primero de estos episodios, la escalada de precios que se produjo entre 1946 y 1948.
El índice de precios de consumo publicado el miércoles pasado era feo; la inflación se está calentando bastante más de lo que muchos preveíamos. Pero esto no contradice en absoluto el análisis del CEA; por el contrario, la similitud con la inflación de los años inmediatamente posteriores al conflicto parece más fuerte que nunca. Lo que experimentamos ahora se parece mucho más a 1947 que a 1979. Y esto es lo que hay que saber acerca de aquel repunte de la inflación en 1946-1948: fue un acontecimiento aislado, no el comienzo de una espiral de precios y salarios prolongada. Y el mayor error que los políticos cometieron a la hora de responder a ese aumento fue el no entender su naturaleza transitoria: siguieron luchando contra la inflación incluso cuando esta ya estaba dejando de ser un problema, y al hacerlo contribuyeron a provocar la recesión de 1948-1949.
En cuanto al IPC de esta semana: se parecía a la clásica historia de una inflación causada por una economía sobrecalentada en la que hay demasiado dinero en busca de un número escaso de mercancías. A principios de 2021, la subida de precios tenía una base estrecha, y estaba impulsada en gran medida por los alimentos, la energía, los coches usados y servicios como los viajes en avión, que empezaban a recuperarse de la pandemia. Ahora eso no es tan cierto: parece que la demanda está superando a la oferta en casi todos los sectores de la economía.
Una salvedad en esta historia es que la demanda total en Estados Unidos no parece de hecho tan elevada; el PIB real, que equivale al gasto real en bienes y servicios producidos en Estados Unidos, sigue estando un 2% por debajo de la capacidad económica que habría cabido esperar si no se hubiera desatado la pandemia. Pero se trata de una demanda sesgada, puesto que los consumidores compran menos servicios y más mercancías que antes, causando presión en los puertos, los transportes por carretera, los almacenes y más. Estos problemas en la cadena de suministros se han visto exacerbados por la escasez mundial de chips, unida a la “Gran Dimisión”, la reticencia de muchos trabajadores a retomar sus antiguos empleos. Por eso se está disparando la inflación. En el lado positivo, rara vez han abundado tanto los empleos para quienes los quieran. Y contradiciendo el tópico, la inflación actual no está perjudicando más a los pobres: los aumentos de salarios han sido especialmente rápidos para los trabajadores peor remunerados.
O sea, ¿qué puede enseñarnos la inflación de 1946-1948 en 2021? Entonces como ahora se produjo un repunte del gasto del consumidor, porque las familias se apresuraron a adquirir mercancías que no habían estado disponibles durante la guerra. Entonces como ahora, la economía necesitó tiempo para ajustarse a un gran cambio en la demanda; en la década de 1940, el cambio de las necesidades militares a las civiles. Entonces como ahora, la consecuencia fue la inflación, que en 1947 alcanzó un máximo cercano al 20%. Y la inflación tampoco se ciñó a los alimentos y la energía; el aumento de los salarios en el sector de la fabricación, que era mucho más representativo del conjunto de la economía en 1947 que en la actualidad, alcanzó un máximo del 22%.
Pero la inflación no duró. No acabó inmediatamente: los precios siguieron aumentando con rapidez durante bastante más de un año. Sin embargo, a lo largo de 1948 la inflación se desplomó y hacia 1949 se había convertido en una breve deflación.
¿Qué nos enseña entonces la historia respecto al repunte actual de la inflación? Una de las lecciones es que episodios breves de sobrecalentamiento no conducen necesariamente a una estanflación como la de la década de 1970: el de 1946-1948 no causó una inflación a largo plazo, y tampoco lo hicieron otros episodios que se parecen más al actual, como la I Guerra Mundial y la guerra de Corea. Teniendo en cuenta lo que ocurrió en la década de 1940, las aserciones de que la inflación no puede ser transitoria porque se ha mantenido durante varios meses son sencillamente absurdas. Ah, y por si sirve de algo, el mercado de deuda predice de hecho una subida temporal de la inflación, no una subida permanente. La rentabilidad de los bonos protegidos contra la inflación que vencen en los próximos dos años es fuertemente negativa, lo que da a entender que los inversores prevén aumentos rápidos de los precios a corto plazo. Pero las expectativas de inflación del mercado a largo plazo se mantienen estables.
Otra lección que es extremadamente pertinente en este momento es que un incremento repentino de la inflación no es razón para cancelar los planes de inversión a largo plazo. La fuerte subida de la inflación en la década de 1940 estuvo seguida por un periodo épico de inversión pública en el futuro de Estados Unidos que incluyó la construcción del Sistema Interestatal de Autopistas. Esa inversión no reavivó la inflación; si acaso, al mejorar la logística estadounidense, probablemente contribuyó a mantenerla baja. Lo mismo puede decirse de las propuestas de gasto del Gobierno de Biden, que no impulsarían mucho la demanda a corto plazo, pero ayudarían a aumentar la oferta a largo plazo.
De modo que, sí, los datos sobre la inflación han sido malos, y esperemos que los próximos informes sean mejores. Pero quienes hacen comparaciones precipitadas con la década de 1970 y ponen el grito en el cielo por la estanflación están mirando la historia equivocada. La correcta nos dice que no nos dejemos llevar por el pánico.
Paul Krugman es premio Nobel de Economía. © The New York Times, 2021. Traducción de News Clips.