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Los marroquíes ya son la principal fuerza laboral extranjera de España: “Queremos trabajar”

Son más de 340.000 y superan a los rumanos, que han liderado el ranking los últimos años. Un tercio trabaja en el campo y apenas tienen presencia en las actividades con mejores sueldos

Fatima Kahoul, empleada especialista en prevención de riesgos laborales en Palencia y autora del TFG 'Migración marroquí y mercado de trabajo en España'.Mirta Rojo

Mehdi (33 años) es guía turístico en Casablanca, la ciudad más poblada de Marruecos. “Me gusta enseñar mi ciudad y hacerlo en español”, explica en las inmediaciones de la Mezquita Hassan II, la tercera más grande del mundo. “Sé hablarlo porque he pasado muchos veranos allí con mi familia. Mis tíos trabajan en un restaurante en Benalmádena, en Málaga. Conozco mucha gente que ha emigrado a España”, señala. Su familia cruzó el Estrecho de Gibraltar en los años ...

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Mehdi (33 años) es guía turístico en Casablanca, la ciudad más poblada de Marruecos. “Me gusta enseñar mi ciudad y hacerlo en español”, explica en las inmediaciones de la Mezquita Hassan II, la tercera más grande del mundo. “Sé hablarlo porque he pasado muchos veranos allí con mi familia. Mis tíos trabajan en un restaurante en Benalmádena, en Málaga. Conozco mucha gente que ha emigrado a España”, señala. Su familia cruzó el Estrecho de Gibraltar en los años ochenta, mucho antes que Fatima Kahoul Elhais. “Llegué en 2003, junto a mi madre y mis hermanos. Mi padre se instaló antes, en los años noventa″, relata esta vecina de Palencia, de 31 años. Es especialista en prevención de riesgos laborales y su padre es camionero. Ellos, los tíos de Mehdi y muchos otros marroquíes trabajan en España. Forman una comunidad que crece con fuerza en los últimos años, hasta tal punto que ya son la principal fuerza laboral extranjera del país.

Los rumanos han ostentado el primer puesto en los últimos años, al menos desde 2012, cuando empiezan los registros consolidados de la Seguridad Social. Y no es que el número de trabajadores rumanos haya caído (hay tantos ahora como hace un año y casi los mismos que hace un lustro), es que el de marroquíes crece con fuerza. Los 343.188 afiliados de nacionalidad marroquí que notifica la Seguridad Social en enero son 24.400 más que en el mismo mes del ejercicio anterior, 90.200 más que en 2019 y 158.500 más que hace una década. La única comunidad que ha crecido más desde 2014 es la venezolana (161.894 trabajadores más). Después de Marruecos y Rumania (329.809), los países con más afiliados en España son Colombia (217.070), Italia (189.975) y Venezuela (176.333), números que van a más: cuatro de cada diez empleos creados en 2024 eran de extranjeros.

Ahmed Khalifa, presidente de la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes, explica que la inmigración marroquí tiene una raíz económica. “Vienen a España a mejorar su situación y la de sus familiares”, afirma. Cree que el refuerzo del arraigo por formación, impulsado en la última reforma de la ley de extranjería, puede estar ayudando a que muchos marroquíes se incorporen a los registros de la Seguridad Social. “Son sobre todo jóvenes, que ahora tiene una vía para entrar en el mercado laboral”, añade Khalifa, que también apunta al cambio respecto a los jóvenes tutelados, que desde 2021 tienen más fácil obtener los papeles y trabajar.

“Vamos a mejor”, reflexiona Khalifa, residente en Málaga, que a la vez reconoce problemas graves. Destaca la distribución sectorial de su comunidad, una idea en la que abunda Kahoul: “Hay sectores específicos en los que se imagina que debe estar un trabajador marroquí y es muy difícil salir de ahí. Y son trabajos con condiciones duras, muy precarias, que los nacionales no quieren. Son sectores reservados a los inmigrantes”. El 33% de los marroquíes afiliados a la Seguridad Social están empleados en agricultura, ganadería y pesca, uno de los sectores con peores retribuciones de la economía (1.562 euros brutos, frente a la media de 2.273). Para poner en contexto estas cifras, conviene precisar que en promedio solo el 5% del total de afiliados trabaja en el campo. Los marroquíes también son más en empleo doméstico, hostelería o construcción, mientras que son casi inexistentes en bancos, medios de comunicación o colegios.

Elwali Bocharga es uno de esos más de 100.000 marroquíes del sector primario. “El campo siempre es muy duro. Aquí hay que aguantar calor, lluvia, lo que venga”, dice a sus 33 años este residente en La Palma. “¿Sabes por qué tantos trabajamos en el campo? Porque es el primer trabajo que te ofrecen, es lo que más encuentras en España siendo marroquí. Luego puede que vayas a algún hotel o restaurante, pero primero al campo, sobre todo si vienes sin el idioma”, añade este trabajador de 33 años. Mohammed Alami, presidente de ITRAN Asociación de Amigos del Pueblo Marroquí, lamenta que muchos marroquíes empleados en el campo están “en condiciones de esclavitud, cobrando 15 o 20 euros al día; no lo podemos permitir”. Vive en Barcelona, capital de la autonomía en la que reside el 27% de los marroquíes en España. Las otras comunidades con mayor presencia son Andalucía (19%), Murcia (10,5%) y la Comunidad Valenciana (10,3%)

Sobrecualificados: “No nos dan oportunidades”

Sabah Yacoubi también ha trabajado en sectores muy mal pagados, como el empleo doméstico. “Estuve muchos años sin que me dieran de alta en la Seguridad Social, echando horas extra sin cobrarlas. También estuve en una nave de conservas, donde nos pagaban mal, tarde y en B. Es terrible”, lamenta esta marroquí de 45 años, presidenta de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes de Murcia. Estudió derecho y ha intentado ejercer en España, pero no lo ha conseguido. “Pasa hasta en empleos de salarios no muy altos, pero que se consideran algo mejores. Yo apenas he visto a trabajadores marroquíes en un Mercadona o en El Corte Inglés”, comenta.

Es un problema parecido al que denuncia Anas Khouader, de 27 años y residente en Granada: “Estudié en un colegio español en Marruecos y he hecho la carrera de relaciones laborales en la Universidad de Granada, pero no encuentro trabajo de lo mío. Creo que a los marroquíes solo nos quieren para los puestos que los españoles no desean. Son sectores muy dignos, pero los que hemos estudiado podemos hacer otras cosas. O aceptas esos empleos o te vas. Es algo que no me esperaba”. Si acaba consiguiendo un puesto en recursos humanos, asegura que tendrá “muy en cuenta” a los extranjeros cualificados. “Queremos trabajar, como todo el mundo”.

Ahmed Khalifa, en la sede de la asociación que preside.García-Santos (El País)

La formación de Khouader es parecida a la de Kahoul, que sí ha encontrado trabajo de lo suyo. “Como mis padres no tuvieron la oportunidad de estudiar, siempre nos han insistido a mis hermanos y a mí para que lo hagamos. Me he especializado en prevención de riesgos laborales y soy técnica superior”, indica. Durante su etapa formativa elaboró el Trabajo de Fin de Grado, Migración marroquí y mercado de trabajo en España. Una visión panorámica. En los agradecimientos dice: “A mis padres, que emigraron en busca de un futuro mejor para ellos y sus hijos”.

Cuando la búsqueda de ese futuro se quiebra, cuando el panorama de Kahoul no se materializa y se enquista el de Khouader, llega la frustración. “Esto lo estamos viendo con jóvenes de segunda generación, que han nacido aquí, no hablan árabe y ven que no tienen las mismas oportunidades. Esto genera una rebeldía de cara a la sociedad, que complica la convivencia. No podemos aceptar que haya ciudadanos de segunda”, dice Khalifa. Insiste Yacoubi: “Hay una generación que no ha emigrado y que sufre la misma discriminación, que está etiquetada por sus nombres y apellidos”.

Solo un 26% de mujeres

Aunque los marroquíes acaban de superar a los rumanos en número de afiliados a la Seguridad Social, en términos poblacionales ya eran la principal comunidad. En 1998 (primer dato del INE) había 111.043 personas de nacionalidad marroquí en España, por encima de británicos (75.600) y alemanes (60.495). Más de dos décadas después también son el grupo más numeroso (883.243 en 2022, último dato del INE), con 260.000 habitantes más que los rumanos. Es una diferencia muy superior a la que se da en número de trabajadores, lo que se explica (entre otros motivos) por la menor participación de las mujeres marroquíes en el mercado laboral.

Del total de afiliados marroquíes a la Seguridad Social, solo un 26% son mujeres. Es una diferencia brutal respecto a la proporción de españolas, rumanas (48%), italianas (43%), colombianas o venezolanas (ambas 49%), las otras nacionalidades más numerosas del mercado laboral. Comparado con otros países africanos la diferencia es aún mayor que la de Marruecos: de los 54.665 afiliados senegaleses, solo el 12% son mujeres.

“Una de las claves para explicar esto es el modelo familiar de Marruecos. Está muy estandarizado: el hombre es el sustento en el contexto laboral y las mujeres quedan para el ámbito interno. Esto está cambiando, pero va mucho más despacio que en la sociedad española y occidental en su conjunto”, reflexiona Mohammed Azahaf. Ha sido jefe de gabinete de la Secretaría de Estado de Migraciones y ahora es coordinador de programa del PSOE. Este reparto machista de los roles apenas ha cambiado en los últimos años: en enero de 2012 (primer dato disponible) eran el 25,2% y ahora son el 26,2%. Este porcentaje repunta cada año en mayo, coincidiendo con la temporada agrícola, cuando alcanza en torno a un 29%.

“Nos preocupa mucho, tenemos que conseguir que la mujer marroquí entre en el mercado laboral. Están muy poco cualificadas”, lamenta Alami, como Yacoubi: “Si hubiera más inspecciones se vería que hay muchísimas marroquíes cuidando a personas mayores, la mayoría sin alta en la Seguridad Social, pero no denuncian para no perder su trabajo. Sufren racismo laboral, que también se da en el acceso a la vivienda. Es más difícil acceder a un alquiler”.

A más en el futuro

Azahaf cree que la comunidad marroquí en España seguirá creciendo en los próximos años: “Aunque las condiciones laborales están mejorando en Marruecos, en España aún son mucho mejores. Y geográficamente está muy cerca. Además, se está dando una profesionalización en Marruecos en sectores intermedios, como conductores y soldadores, que son justo el tipo de puestos que hacen falta en España, que son de difícil cobertura”. Por su parte, Khalifa anticipa que el flujo se puede atenuar por la “mejora de las condiciones de vida” en Marruecos, “sobre todo en la zona norte, pero seguirá habiendo una cultura de inmigración viva”. Como Azahaf, cree que la “necesidad de mano de obra de España” mantendrá la atracción de trabajadores marroquíes.

Este político llegó a España en los años 60. Lo hizo en un ferry con destino a Algeciras que partía de Tánger, donde vive Mohammed, un jubilado de 81 años. Pese al frío de principios de marzo, dedica un domingo por la mañana a nadar en el mar. “He conocido a muchos españoles, muchísimos que vinieron aquí a trabajar durante los tiempos de Franco. Ahora sois vosotros los que recibís a los marroquíes”, dice mientras se seca. Asegura que esos españoles emigrantes trabajaban “de todo, de lo que pudieran, igual que los marroquíes que ahora van para allá”. Parte de su familia vive en España, como Bocharga, el agricultor de La Palma: “Tengo un primo que vive y trabaja en Dinamarca. Su vecino es un inmigrante español”.

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