Aloizio Mercadante: “El proteccionismo es un problema, sobre todo, para América Latina”
El presidente del banco de desarrollo de Brasil (BNDES) critica la herencia fiscal del Gobierno de Bolsonaro y llama a abrir un “debate más transparente” sobre las implicaciones del acuerdo UE-Mercosur, que no termina de ratificarse
Entre los ideólogos de cabecera del Partido de los Trabajadores (PT, en cuya fundación participó) y muy cercano al presidente Lula da Silva —con quien llegó a compartir tique electoral (como vicepresidente) en las elecciones de 1994—, el economista Aloizio Mercadante (Santos, São Paulo, 70 años) es una figura esencial en la historia política de Brasil en los últimos años. Coordinador de varias campa...
Entre los ideólogos de cabecera del Partido de los Trabajadores (PT, en cuya fundación participó) y muy cercano al presidente Lula da Silva —con quien llegó a compartir tique electoral (como vicepresidente) en las elecciones de 1994—, el economista Aloizio Mercadante (Santos, São Paulo, 70 años) es una figura esencial en la historia política de Brasil en los últimos años. Coordinador de varias campañas electorales del partido hegemónico de la izquierda en el gigante latinoamericano —entre ellas, las de 2022, que devolvieron a la izquierda a la presidencia—, lo ha sido prácticamente todo de la mano del PT: diputado federal, senador, ministro y hasta jefe de gabinete de presidencia en tiempos de Dilma Rouseff. Hoy, al frente del BNDES, el mayor banco de desarrollo de América y uno de los mayores del mundo, conversa con EL PAÍS durante una reciente visita a Madrid.
Pregunta. ¿Ha aprovechado su estancia para tratar de llevar más inversiones españolas a Brasil?
Respuesta. España es un país imprescindible para Brasil: es, junto con Portugal, la puerta de entrada de América Latina en la Unión Europea. Y es, además, el segundo mayor inversor extranjero en Brasil, con empresas que ya llevaban muchos años en el país y que tienen un desempeño muy sólido: el Banco Santander, Telefónica… Son inversiones, además, muy diversificadas, en muchos sectores: energía, infraestructuras, aeropuertos... Y cada vez vemos más empresas brasileñas invirtiendo en España. Lo que sí podemos aumentar mucho es el comercio.
P. ¿En qué momento se encuentra la economía brasileña?
R. Hemos salido del pesimismo que se había instalado, sobre todo, en los mercados financieros, que eran presos de un discurso muy marcado por la especulación. El año pasado el PIB creció un 2,9%; el desempleo está en el 7,5%, la menor tasa de los seis últimos años; y el volumen de trabajadores con empleo está en máximos históricos. La capacidad de consumo de la población, que es una variable muy importante, está en máximos.
P. En un país tan grande, fortalecer el mercado interno es clave.
R. Sí. Con las desigualdades que hay en Brasil, aumentar el mercado de masas también es promover la inclusión. Son varios factores los que lo han posibilitado: el fortalecimiento de Bolsa Familia [el icónico programa de ayudas del primer Gobierno de Lula], el aumento del salario mínimo, la renegociación de las deudas familiares… Es muy importante que crezca el consumo.
P. ¿Es esa la prioridad económica de este tercer mandato de Lula?
R. Las directrices son fomentar el mercado interno, distribuir renta y promover la inclusión social. Y, junto con eso, enfrentar la crisis climática, con un 49% de nuestra matriz energética y un 90% de la eléctrica ya renovable. Somos muy competitivos en eólica, solar y biomasa.
P. ¿Cuándo aspiran a alcanzar el 100% de electricidad renovable?
R. Estamos en el 90% y creciendo, pero aún no es posible hacer una estimación. Es fundamental reemplazar la generación diésel por solar en la Amazonia, pero necesitamos dotarle de más firmeza. Y debemos descarbonizar el sector agropecuario. El objetivo es universalizar la energía eléctrica renovable.
P. ¿Y en el caso del transporte?
R. Ahí la energía fósil aún sigue siendo importante, pero nuestra apuesta es el etanol [un biocombustible que se fabrica, sobre todo, con caña de azúcar]: somos el primer consumidor del mundo y el segundo productor. Al ser un país con tan grandes distancias, lo que queremos es ir hacia el coche híbrido: eléctrico y de etanol. Ese es el futuro para nosotros. También estamos entrando en el mercado del SAF, el combustible renovable para aviación, y tenemos proyectos sólidos para distribuir carburantes [verdes] para transporte marítimo. Hasta llegar al hidrógeno, el etanol y los biocombustibles van a ser muy importantes.
P. Empieza a haber debate sobre si los bancos centrales están yendo demasiado lento a la hora de bajar los tipos de interés. ¿Comparte esa crítica?
R. La zona euro ya ha empezado a reducirlos, y eso es muy positivo. La Fed está optando por hacerlo más lento y en Brasil la inflación ha caído con fuerza. La relación con el banco central [brasileño] es un tema políticamente sensible... Y tenemos el gran desafío de coordinar las políticas monetaria y fiscal.
P. En esa relación entre ambas políticas, ¿se puede decir que la parte que está fallando es la monetaria?
R. No, tenemos problemas fiscales. La situación que heredamos del Gobierno anterior [el de Jair Bolsonaro] es difícil. Hemos mejorado bastante el desempeño [desde el regreso de Lula al poder], pero hay una parte del déficit fiscal que es estructural y que depende, sobre todo, del poder legislativo.
P. La UE y Mercosur cerraron un acuerdo de libre comercio justo antes de la pandemia, pero sigue sin ratificarse. ¿Cuándo llegará?
R. Hay que abrir un debate más transparente sobre sus implicaciones, para poder construir y avanzar. Hay intereses corporativos de la Unión Europea que dificultan mucho, como nosotros tenemos algunas cuestiones de compras públicas e inversiones. La polarización política, tanto en Brasil como en Europa, dificulta un debate racional y constructivo sobre todo. También sobre comercio.
P. ¿Cómo es la relación de Brasil con Argentina desde la llegada al poder de Javier Milei?
R. Es una relación muy sólida, histórica y estratégica. Vamos a continuar buscando eso, con una agenda positiva.
P. ¿En qué posición queda Brasil en la disputa comercial abierta entre Estados Unidos y China?
R. Brasil debe construir una política exterior activa, que defienda nuestros intereses y que distensione relaciones. Son dos países muy importantes, tanto desde el punto de vista comercial como inversor. Me preocupan las medidas proteccionistas, tarifarias y de subsidios. Según el FMI, el 73% de estas medidas, tarifarias y no tarifarias, las pusieron en marcha Estados Unidos, China o la UE.
P. ¿En qué sentido le preocupan?
R. Afectan a la competitividad del Sur Global y de América Latina. Son un problema, sobre todo, para Latinoamérica. Y dificultan la industrialización de los países en desarrollo. Hay que afrontar la crisis climática, que es el desafío central de nuestra generación, sin lastrar la competitividad del resto de economías y de la propia economía mundial. Toda intervención de nuestra diplomacia es en la búsqueda de diálogo y de la asociación. Es decir, situaciones en las que todos ganen.
P. Hay un regreso a los bancos de desarrollo como palancas clave de la inversión. ¿Se nota?
R. Hay 500 bancos de desarrollo activos en todo el mundo, que suponen el 10% de la inversión global. Y creciendo, porque la crisis climática los sitúa en el centro de la estrategia de descarbonización de la economía. Tienen un nuevo protagonismo en la política industrial, por ejemplo, en colaboración con los inversores privados. Tenemos que ir hacia una nueva relación entre el mercado y el Estado, y los bancos centrales deben estar en el centro de cualquier estrategia.
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