Tecnología para un mundo mejor
La inteligencia artificial es una ciencia con propósito, de impacto y una fuerza impulsora de la innovación que será útil para abordar algunos de los desafíos más apremiantes de nuestra era. Su aplicación debe ser guiada por valores éticos y sociales para garantizar que sus beneficios sean equitativos y sus riesgos mínimos
La narrativa tejida a lo largo de la historia en torno a la literatura y la ciencia ficción ha sido el motor que ha impulsado la creación, la innovación, la investigación. “Es la semilla para que luego los científicos, los filósofos, los artistas, desarrollen sus ideas”, dijo Gisela Baños, autora de El sueño de la Inteligencia Artificial (Shackleton, 2024). Pero, ¿qué ocurre cuando ese relato pierde su capacidad de anticipar lo que viene? Desde hace décadas, abundó la escritora, algo se ...
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La narrativa tejida a lo largo de la historia en torno a la literatura y la ciencia ficción ha sido el motor que ha impulsado la creación, la innovación, la investigación. “Es la semilla para que luego los científicos, los filósofos, los artistas, desarrollen sus ideas”, dijo Gisela Baños, autora de El sueño de la Inteligencia Artificial (Shackleton, 2024). Pero, ¿qué ocurre cuando ese relato pierde su capacidad de anticipar lo que viene? Desde hace décadas, abundó la escritora, algo se ha transformado y hemos dejado de soñar con el mañana. “El problema es que el futuro nos está comiendo”, lanzó Baños como órdago a todos los asistentes al evento Retina Tech4Good, un encuentro organizado para discurrir sobre los desafíos y avances de la inteligencia artificial (IA). Las palabras de Baños son una invitación a repensar, a dar un nuevo salto al vacío, sin miedo, sin vacilaciones, con la mente abierta. “Nos encontramos atrapados en un presente continuo, sin tiempo para reflexionar ni imaginar nuevas posibilidades”, advirtió.
Durante la última década, el ritmo del cambio se volvió tan vertiginoso que apenas podíamos mantener el paso a los avances tecnológicos. “Vivimos en un futuro que se anticipó en el siglo XX, pero con variaciones sobre los mismos temas: no tenemos coches voladores, pero tenemos teléfonos inteligentes e IA. Es un futuro que, aunque avanzado, puede sentirse arcaico”, agregó Baños. El desafío es ir más allá, desplegando el abanico de posibilidades que la tecnología ofrece a todos los sectores de la economía y la sociedad, asegurando que nadie se quede atrás y que todas las empresas, sin importar su tamaño, y las personas de todas las clases sociales tengan acceso a estas soluciones y a los beneficios que generan. El momento, sin embargo, es retador, porque Europa se ha quedo relegada en el mapa del desarrollo tecnológico en IA, aunque ha desarrollado la primera legislación a nivel comunitario sobre esta innovación.
“La geopolítica es extremadamente difícil en estos momentos”, destacó Sara Aagesen, secretaria de estado de Energía en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y presidenta de IDAE. Pero en estos momentos, dijo la representante del Gobierno, es cuando se debe sacar pecho en términos de talento. “Es una oportunidad para crear tejido productivo. Es una transformación que no va a parar”, añadió en el encuentro titulado Tecnología con propósito, ciencia de impacto e innovación para construir un mundo mejor y celebrado en Madrid el miércoles pasado.
Las nuevas tecnologías, ejemplificó Aagesen, contribuyen a acelerar la transición energética y ello está empoderando al ciudadano porque tiene acceso a información en tiempo real de su consumo, a innovaciones de autogeneración y almacenamiento que antes no eran accesibles. “Vivimos un momento dulce”, señaló, refiriéndose a la convergencia de avances tecnológicos y conciencia medioambiental. Y con la ayuda de la IA se desarrollarán mejores sistemas que aumentarán su eficiencia y predictibilidad en una red cada vez más sostenible, con diversas fuentes y millones de dispositivos conectados simultáneamente, lo que requerirá un mayor cuidado y una mejor administración. “Están emergiendo nuevos modelos de negocio, porque la gestión inteligente de las redes es fundamental”, mencionó.
Energía eficiente
Ajustar la oferta y la demanda se ha vuelto un equilibrio delicado en este nuevo sistema, aseguró Yolanda Benito, directora general del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat). La IA es la herramienta idónea para monitorear y gestionar el flujo de datos relacionados con la electricidad desde todas las fuentes de generación hasta los consumidores finales. Su capacidad de análisis no tiene parangón y eso es oro puro para los expertos. “Los datos para un investigador son conocimiento y el conocimiento es poder”, advirtió la experta. El Ciemat, añadió Benito, trabaja en un proyecto en Almería que tiene que ver con la aplicación de la IA para optimizar la producción de energía solar. Los expertos recopilan datos y entrenan algoritmos que pueden predecir la generación de energía del sol con mayor precisión. Pero más allá de la energía, la IA se ha abierto paso en otras ramas como la salud en donde existe una basta red de start-ups y proyectos innovadores que han desarrollado sistemas que contribuyen a la detección de enfermedades, a la prevención de otras y a la gestión de las listas de espera.
“En el mundo de la salud y la economía social, la financiación pública es fundamental”, comentó Borja Cabezón, consejero delegado de la Empresa Nacional de Innovación (Enisa). Este apoyo es relevante, especialmente, en los proyectos de reciente creación. “Nuestro objetivo es ayudar a los emprendedores a convertir sus sueños en realidades tangibles”, agregó el responsable del organismo, que en 2023 atendió 1.684 peticiones de financiación, con un importe medio de 174.608 euros. Pero esto es solo un granito de arena en cuando a las necesidades que se requieren para expandir un negocio en un mercado global altamente competitivo. “En Enisa creemos firmemente que la financiación pública atrae a la inversión privada”, afirmó.
Algunas instituciones privadas, creen que el futuro está en aquellos proyectos que generen beneficios a las personas y al medio ambiente. “No sé cuando será, pero dejaremos de financiar a compañías que no tengan impacto o que generen un impacto negativo. Esto va a ocurrir, seguro. Ha venido para quedarse”, anunció Rafael Mira, director de Start-ups y Financiación Alternativa en Banco Santander. El sector financiero, explicó el experto, no es ajeno a la realidad medioambiental y se están creando diversos fondos de impacto, tanto de capital como de deuda. “Tenemos mucho apetito en temas de transición energética, donde hace falta mucha inversión”. Mira destacó que muchas compañías, en un mañana no muy lejano, conseguirán las mejores condiciones —como tipos de interés más bajos— si el proyecto que presentan tiene un beneficio relacionado con la mejora del planeta.
Pero más allá de las nuevas tendencias de financiación que están adoptando las instituciones privadas, el mercado europeo tiene un problema con el tsunami regulatorio que se está produciendo. “Hay distintas y muchas más que en EE UU”, afirmó Giorgia Abeltino, directora sénior de Asuntos Gubernamentales y Políticas Públicas para Google en el sur de Europa y coordinadora de la estrategia de inteligencia artificial para Google en Europa, Medio Oriente y África (EMEA). Abeltino enfatizó que este entorno regulatorio, en el que coexisten diversas normas (una comunitaria, además de una nacional en un mismo ámbito, por ejemplo), podría obstaculizar la innovación en el desarrollo de proyectos relacionados con IA. Si ello ocurriera, la economía podría verse comprometida. “Según un informe reciente, la adopción extendida de la inteligencia artificial generativa por parte de las empresas en España podría representar hasta 120.000 millones de euros, aproximadamente el 8% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Este pronóstico refleja el creciente reconocimiento del papel transformador que la IA puede desempeñar en la economía y la sociedad españolas en la próxima década”, destacó la experta en su intervención.
Más competitividad
Asimismo, tendría un impacto en la productividad tanto en las compañías como en el ámbito personal, lo que a su vez podría tener consecuencias significativas en la competitividad empresarial y la creación de empleo. La regulación, dijo la eurodiputada española Ana Collado (EPP), es imprescindible para proteger a los ciudadanos. “Vamos a evitar que se violen nuestros derechos al igual que en el mundo físico. Esto nos llevará a evitar sesgos, porque siempre los hay. De eso se encarga la primera ley [aprobada recientemente]”, explicó. Pero después esa normativa tendrá que tener una pronta revisión porque se va a quedar rezagada frente al ritmo de avance que está teniendo el desarrollo de esta tecnología. “El futuro se ha solapado en con el presente”.
Por su parte, Luisa Sanz, diputada y portavoz de IA del PSOE, subrayó la importancia de un enfoque humanista en el desarrollo de la inteligencia artificial, y destacó el potencial de esta herramienta para mejorar la calidad de vida y la eficiencia en el trabajo. Sin embargo, la diputada expresó preocupaciones sobre el impacto de la versión generativa en los derechos de propiedad intelectual. “La IA está tomando obras para lo cual no está pidiendo permiso. Se está violando la ley de propiedad intelectual. Los artistas están preocupados por la cultura, porque podría desincentivar la creación”. Por otro lado, Tesh Sidi, diputada y portavoz de IA de Sumar, hizo hincapié en establecer políticas, normas y prácticas para gestionar y utilizar los datos de manera eficiente y ética. Durante su intervención indicó que el Gobierno juega un papel protagónico en la democratización de estas herramientas, no solo en su uso, sino también en su desarrollo. “Hay pocas empresas dominando el mercado, hay un oligopolio… hacen falta las alternativas públicas”, concluyó.
¿Cuándo veremos el impacto real?
“El desarrollo de la inteligencia artificial es, de alguna manera, una carrera por concebir algo humano sin que sea humano”, dice en su libro Gisela Baños. “O, maticémoslo para que no resulte tan grandilocuente, por transferir capacidades humanas a una creación no humana, si es que algo así fuera posible”. Por eso este proceso nos fascina a la vez que nos inquieta. Sea realista o no, la idea de crear seres artificiales ha persistido durante décadas en el imaginario colectivo. Hoy, sin embargo, ese ser que brotaba de la imaginación ya está entre nosotros, pero en muchas ocasiones no percibimos su magia, el impacto que se nos prometió que tendríamos. “Todos los datos dicen que las tecnologías de uso general generan revoluciones”, recordó José Moisés Martín Carretero, director del Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI). Pero ver su efecto en la economía llevará algo de tiempo. A eso se lo llama el “valle de la muerte”, según definió este experto: un periodo de transición en el que los beneficios de las innovaciones aún no se materializan plenamente. Sin embargo, Martín Carretero se mostró confiado en que en el medio plazo vamos a ver diversos cambios. Por ejemplo, en temas de salud, el paciente podrá acceder a un mejor diagnóstico, a mejores medicamentos y con ello a una mayor esperanza de vida. En el ámbito empresarial se ganará mayor productividad. Pero para lograrlo, mencionó el director del CDTI, hay que impulsar el desarrollo y la innovación de soluciones basadas en esta tecnología. “Nos falta un campeón europeo [en IA]”. De igual forma, Martín Carretero subrayó el papel de las pequeñas y medianas empresas (pymes) en este proceso de transformación digital. Para él, resulta crucial impulsar su capacidad de innovación y así asegurar un crecimiento sostenible y mayor competitividad. “Europa enfrenta desafíos significativos, pero no carece de talento ni de potencial para competir en el mercado global”, concluyó.
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