La senda de estabilidad fiscal del Gobierno vuelve a enfrentarse al veto del PP en el Senado
Si no saliera adelante el trámite, necesario para sacar los Presupuestos, el Ejecutivo aprobaría unos objetivos más rígidos y los plazos se alargarían
Nuevo escollo en el camino hacia los Presupuestos de 2024. El Gobierno vuelve a presentar este miércoles en el Senado los objetivos de deuda y déficit público, los mismos que el pasado febrero echó para atrás la cámara alta, donde el PP cuenta con mayoría absoluta. El trámite es imprescindible para avanzar en el diseño de las cuentas públicas para este año, que suman dos meses de retraso. El Ejecutivo ya ha anunciado que tiene un as en la manga si sufriera otro —previsible— segundo revés: ...
Nuevo escollo en el camino hacia los Presupuestos de 2024. El Gobierno vuelve a presentar este miércoles en el Senado los objetivos de deuda y déficit público, los mismos que el pasado febrero echó para atrás la cámara alta, donde el PP cuenta con mayoría absoluta. El trámite es imprescindible para avanzar en el diseño de las cuentas públicas para este año, que suman dos meses de retraso. El Ejecutivo ya ha anunciado que tiene un as en la manga si sufriera otro —previsible— segundo revés: entraría en vigor la senda de estabilidad enviada la primavera pasada a Bruselas, más severa para comunidades y ayuntamientos. En este caso —y siempre que logre los apoyos políticos suficientes en el proceso—, los plazos se alargarían ulteriormente sobre un calendario que ya va con mucho retraso por el adelanto electoral.
El Gobierno puso a finales del diciembre pasado las dos primeras piedras para diseñar los Presupuestos de 2024, con la aprobación de la senda de estabilidad —los objetivos de déficit y de deuda para los años futuros— y del techo de gasto —un límite por encima del cual el Estado no puede gastar—. Estos trámites ya llegaban con meses de demora. Normalmente, se les da luz verde durante el verano para cumplir con el plazo que marca la Constitución: que el proyecto de Presupuestos se presente antes del 30 de septiembre de cada año para que se aprueben antes del 31 de diciembre. Entonces, la responsable de Hacienda, María Jesús Montero, aseguró confiar en tener las cuentas listas para el primer trimestre del año, una meta que ahora se desdibuja.
La senda de estabilidad fiscal debe obtener el sí del Congreso y del Senado. En la cámara baja, el Gobierno de coalición cuenta con el apoyo del bloque de investidura, que ya ha dado dos veces su apoyo en el último mes a los objetivos presupuestarios, que prevén un déficit del 3% del PIB en 2024, del 2,7% en 2025 y del 2,5% en 2026. El obstáculo está en el Senado, donde el PP se niega a avalar el trámite.
Ante este impedimento, el Gobierno asegura que cuenta con un informe de la Abogacía del Estado, cuyo contenido aún no se ha hecho público —el PP hasta duda de su existencia— y que permitiría adoptar los objetivos contenidos en el Programa de Estabilidad enviado el pasado abril a la Comisión Europea. Estos son algo más severos para las comunidades, en su mayoría gobernadas por el PP, que deberían cerrar el año en equilibrio con las nuevas metas —frente un déficit del 0,1%—, y las entidades locales —superávit en lugar de un déficit del 0%—. El perjuicio para las autonomías y Ayuntamientos tampoco sería dramático porque este año cuentan con más recursos que nunca.
Con esta estratagema, la coalición de gobierno espera esquivar el bloqueo popular y seguir adelante con el diseño de unas cuentas que, más allá de su trascendencia para el funcionamiento de las administraciones, suponen un enorme reto político ante un arco parlamentario muy fragmentado y una mayoría débil.
Renunciar a las cuentas
Un nuevo revés en el Senado supondría alargar algo más el plazo para presentar el proyecto de Presupuestos de 2024, que se deslizaría previsiblemente hasta abril. Después empezaría el plazo de comparecencias, debates y presentación de enmiendas en las cámaras. En los ejercicios pasados, entre la registración del proyecto en el Congreso y su aprobación han transcurrido algo más de 80 días de media. Durante la pandemia se llegó a recortar al máximo los trámites y bajar los tiempos a algo más de dos meses. Aunque se espera que el PP dilate el proceso en el Senado. Aun así, las cuentas no estarían listas antes de junio, cuando ya habría que empezar a trabajar en las del año siguiente. Fuentes de Hacienda recuerdan que las cuentas de 2018 se aprobaron la primera semana de julio de ese mismo año, son las más tardías que se recuerdan.
Otra opción es que el Ejecutivo renuncie a diseñar los Presupuestos de este año y eche la pelota hacia adelante. Ya ocurrió en 2020, aunque en un contexto muy distinto: el Gobierno decidió prescindir de las cuentas del ejercicio y ponerse a trabajar en las del año siguiente ante el estallido de la pandemia. Entonces la economía se adentraba en lo desconocido, y el Gobierno contaba con unos apoyos parlamentarios más holgados de los que tiene ahora.
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