Eidf pierde un 70% de su valor en su vuelta a la Bolsa

La compañía gallega de instalaciones renovables sucumbe a la presión de los inversores por las dudas acerca de la gestión y sus títulos pasan de 29,76 a 8,93 euros

Fernando Romero, presidente de Eidf, en una imagen del pasado mes de marzo.ÓSCAR CORRAL

Las órdenes de venta separan el cielo del infierno en la Bolsa. Las acciones de Eidf Solar, la empresa gallega de instalaciones fotovoltaicas envuelta en un escándalo contable por ocultar información y por posible manipulación de su balance, perdieron este lunes un 69,99% de su valor en el BME Growth. El precio final, de 8,93 euros, se hizo esperar por la fuerte oferta de títulos que no encuentra compradores. Al filo del mediodía de este lunes había unas 170.000 órdenes de venta de acciones por 68.000 de co...

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Las órdenes de venta separan el cielo del infierno en la Bolsa. Las acciones de Eidf Solar, la empresa gallega de instalaciones fotovoltaicas envuelta en un escándalo contable por ocultar información y por posible manipulación de su balance, perdieron este lunes un 69,99% de su valor en el BME Growth. El precio final, de 8,93 euros, se hizo esperar por la fuerte oferta de títulos que no encuentra compradores. Al filo del mediodía de este lunes había unas 170.000 órdenes de venta de acciones por 68.000 de compra, pero finalmente se han llevado a cabo 34.827 operaciones con un volumen de efectivo de 311.000 euros, según datos de BME. El último precio que marcaban las acciones cuando se paró el reloj, el 14 de abril, era de 29,76 euros. Ese día la joven y prometedora compañía especializada en instalaciones fotovoltaicas tenía una valoración de 1.721 millones de euros y asombraba al mercado por su ascenso imparable desde el toque de campana, celebrado el 7 de julio de 2021. Con la caída de este lunes se han esfumado 1.200 millones de capitalización y pudo ser más, porque BME solo permite la caída de un valor en ese porcentaje como máximo en una sola una jornada.

La CNMV le aguó la fiesta cuando decidió congelar su cotización el pasado abril por “retención de información privilegiada”. Fernando Romero, su presidente y consejero delegado, así como el máximo accionista, con el 72% de los títulos, no había remitido al supervisor el estado de cuentas correspondiente a 2022 auditado en los plazos correspondientes. Las únicas cifras conocidas de ese ejercicio, del primer semestre, hablaban de una facturación de 197 millones y de un resultado de explotación de 40 millones.

Parecía extraño: las auditorías de Eidf hasta ese año se habían publicado sin ninguna salvedad. Pero en diciembre de 2022, con vistas a dar el salto al siguiente escalón bursátil en 2023 -el mercado continuo- con una gran ampliación de capital, la compañía había dejado de lado a Crowe Auditores, que llevaba hasta entonces la supervisión, para contratar a una big four de prestigio, PwC. Fue la nueva auditora la que abrió la caja de los truenos. Además de negarse a firmar un balance limpio de Eidf, le exigió que completase el análisis con un informe forensic, encargado posteriormente a Deloitte.

Empezó entonces un viacrucis para los inversores, que llevaban hasta este lunes más de cuatro meses atrapados en el valor a expensas de la información que, con cuentagotas, iba facilitando la firma. El forensic, una herramienta que combina el análisis de auditoría con la investigación para detectar e investigar actividades ilícitas, destapó lo que la auditora sospechaba: indicios de un rosario de irregularidades. Mientras, Eidf basaba sus disculpas en el “crecimiento extraordinario”, que la empresa había tenido que afrontar por la explosión de la contratación de paneles solares en España.

Con el supervisor bursátil siguiendo cada paso de la compañía, PwC dio el visto bueno al balance del ejercicio pasado en un informe dado a conocer el 18 de agosto. En él se reformulan las cuentas de los dos últimos ejercicios. Pero en el documento final, PWC se curó en salud: advirtió que más adelante podrían “surgir otras cuestiones que pudieran suponer otros posibles errores”. Eidf había terminado el año con un fondo de maniobra negativo por importe de 20,9 millones y unas pérdidas de 2,7 millones después de facturar 297 millones. Pero no acabó ahí la pesadilla para Fernando Romero, que a través de su sociedad Prosol tuvo que salir al rescate de Eidf para amortizar pagarés y despejar los vencimientos que apremiaban con la cotización suspendida. También negoció con los acreedores una dispensa para convertir en negros los números rojos del fondo de maniobra. La CNMV, incómoda por lo sucedido, remitió a Romero una carta en la que le exigía que publicase, además, partes seleccionadas del informe forensic de Deloitte sin añadir una coma. La empresa gallega se negó, y en su negativa deslizó que se defendería en los tribunales ante las posibles consecuencias que tuviese la publicación del forensic.

Tras un tira y afloja, finalmente el pasado jueves la CNMV publicó los párrafos que hablan de inquietantes prácticas contables. Entre otras, revela que la investigación identificó situaciones “en las que se habrían creado, modificado o falseado documentos” en operaciones con terceros. Con tres de los cuatro socios que fueron analizados, las pesquisas hallaron “evidencias de posible falsificación de contratos y documentos elaborados por parte de los responsables de la sociedad, con el objeto de justificar la falta de control sobre las SPVs”. Las SPV o Special puppose vehicle son empresas constituidas con el único fin de ser un vehículo de la inversión en proyectos de energías renovables. Los indicios apuntan a facturas por servicios inexistentes o injustificadas, documentación falsa para justificar créditos, obras que se cobraban sin estar terminadas o proyectos donde los costes “carecían de “razonabilidad económica y operativa”. Una suerte de huida hacia adelante que obligaba a la empresa a pedir financiación a corto plazo para pagar créditos a largo. La auditoría de PWC, por su parte, también recogía otras incidencias que apuntaban a Romero, como la “vinculación directa o indirecta de determinados deudores con el presidente del consejo de administración, sin que algunas de las transacciones […] pudiesen acreditar una sustancia económica”.

Estos últimos días, los foros de inversores ardían con estas revelaciones. “El lunes recuperad lo que podáis antes de que la vuelvan a suspender” recomendaban varios mensajes de usuarios en Investing.com. “Abrirá muy abajo por la presión vendedora, hará amago de recuperar algo y ahí será el momento de vender y olvidarse del asunto”, pronosticaba un usuario. El último día de abril en que la empresa cotizó se movieron 48.269 acciones por un importe de 1,4 millones de euros. Poca actividad, al tratarse de una pyme y al estar la mayoría del capital (un 86%) concentrado en unas cuantas manos. Al presidente, con el 72% del capital, le siguen Alejandro Alorda, vicepresidente de muebles Kettal, que tiene 7,6% a través de Mas Investment y Julio Sergio Palmero con un 6,63% a través de Memento Gestión.


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