Bruselas descarta que Europa entre en recesión y sitúa a España como la gran economía que más crecerá en 2023

La Comisión mejora sus perspectivas para la economía española hasta el 1,4% por la fortaleza del mercado laboral y el repunte del turismo, cuatro décimas más que en la anterior previsión de otoño

El comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, de pie, charla con el responsable de Justicia, Didier Reynders.YVES HERMAN (REUTERS)

La contracción económica tendrá que esperar. Este año no habrá recesión, ni siquiera técnica. Al menos eso es lo que esperan las autoridades comunitarias. “La economía de la UE debería evitar la recesión económica prevista anteriormente”, ...

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La contracción económica tendrá que esperar. Este año no habrá recesión, ni siquiera técnica. Al menos eso es lo que esperan las autoridades comunitarias. “La economía de la UE debería evitar la recesión económica prevista anteriormente”, apunta una de las primeras frases de las previsiones de invierno de la Comisión Europea. Los números presentados este lunes mejoran los de otoño, cuando instituciones y casas de análisis privadas albergaban pocas dudas sobre la contracción invernal. También para España mejoran los pronósticos: Bruselas espera un crecimiento para este año del 1,4% del PIB, el mayor de las grandes economías del euro y cuatro décimas más que las anteriores proyecciones de otoño.

“Desde el pasado otoño, la economía de la UE ha experimentado una evolución positiva. El precio de referencia del gas ha caído por debajo del nivel anterior a la guerra, gracias a la contención de la demanda y a la diversificación de las fuentes de suministro. Y, por supuesto, a un tiempo excepcionalmente benigno”, ha señalado el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, durante la presentación de las previsiones invernales. Estas palabras del también ex primer ministro italiano dejan muy claro qué ha marcado la marcha de la economía y sus previsiones en el último año: la invasión de Ucrania y, en consecuencia, su impacto sobre la cotización de los combustibles.

Los precios del gas marcaron en agosto máximos (350 euros el kilovatio por hora), algo que abocaba a Europa a una recesión sí o sí. Pero, como explica Gentiloni, el escenario cambió conforme se acercaba el final de 2022. El kilovatio lleva semanas en los 60 euros y eso alivia mucho la presión. Esto lleva tres meses observándose en una inflación que pierde fuerza, aunque sigue en cotas altísimas, y ahora se traslada a las previsiones económicas. De un crecimiento para la Unión Europea del 0,3% pronosticado hace unos meses, se sube ahora al 0,8%. Solo cinco décimas y, en el fondo, un crecimiento raquítico, pero suficiente para evitar la caída, algo que comenzó a sospecharse cuando se conoció la primera estimación del PIB durante el cuarto trimestre del año pasado publicada por Eurostat hace unos días.

Sobre España, Gentiloni ha explicado que “la economía resistió relativamente bien los choques negativos desencadenados por la guerra, creciendo un 5,5% en 2022, un punto porcentual más de lo previsto en otoño”. “El turismo fue un importante motor de la actividad económica el año pasado y se espera que lo siga siendo este año y el próximo. Se prevé que la economía siga evolucionando [en el entorno] del 1,4% en 2023 y del 2,0% en 2024″, ha añadido.

El escenario mejorado que se vaticina y la ausencia en el horizonte de “eventos” que puedan poner en problemas a la economía —algo que siempre hay que coger con pinzas, como se ha demostrado en los últimos años— ha llevado a Gentiloni a anunciar, cuando se le ha preguntado por ello, que la suspensión de las reglas fiscales en vigor desde que explotó la pandemia finalizará este año. Esto, de alguna manera, estaba previsto. Gentiloni y el vicepresidente económico, Valdis Dombrovskis, tienen la esperanza de que la revisión de ese corsé presupuestario pueda estar avanzada en los próximos meses y, por tanto, las orientaciones que Bruselas da a los Estados miembros para elaborar sus cuentas públicas ya se guiarían en 2024 por esa filosofía, si bien los textos legales deberán esperar más.

La mejora de los vaticinios no quiere decir que la economía europea no esté en problemas. “Los vientos de cara” prosiguen, aclaran los servicios técnicos del Ejecutivo comunitario. Uno de ellos es la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Por ahora el consumo resiste por la fortaleza del mercado laboral, que registra una tasa de paro históricamente baja. Y seguirá así, según ha señalado Gentiloni. También se apoya en el gran esfuerzo fiscal que están haciendo los gobiernos para evitar un golpe mayor. Y, por último, en que las familias están echando mano de lo ahorrado durante la pandemia.

Hay otro elemento a tener en cuenta: “El cambio de la política contra la covid mejora las perspectivas de China, pese a los problemas generados a corto plazo. [...] La relajación de las medidas de contención a partir de diciembre provocó un fuerte aumento de los nuevos casos, pero los indicadores de movilidad y transporte apuntan a una normalización gradual hacia finales de diciembre y en enero”, señala el informe económico presentado este lunes.

La mejora pronosticada comienza a verse, por tanto, en indicadores económicos adelantados, sobre todo encuestas que pulsan el sentimiento económico de empresarios y hogares. “Para el trimestre actual, el índice PMI [un sondeo sobre gestores de compras] en enero entró en terreno de expansión por primera vez en seis meses y el indicador de sentimiento económico de la Comisión mejoró, aunque permanece todavía bajo para el largo plazo, especialmente para los consumidores”, explican los funcionarios del Ejecutivo bruselense.

Estas palabras vienen a decir que la situación todavía es frágil. La inflación sigue disparada y eso es una amenaza para el consumo siempre. Aunque las perspectivas dicen que los precios aflojarán algo su presión, seguirán creciendo mucho: un 5,6% este año en la zona euro, muy por encima del objetivo de inflación del Banco Central Europeo. Eso indica que con mucha probabilidad los tipos de interés seguirán creciendo, lo que se traduce en un dinero más caro (por la vía del aumento de los intereses de créditos e hipotecas) y, por tanto, un enfriamiento de la demanda.

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