La inflación en máximos mete presión al BCE para una subida agresiva de tipos

Los analistas esperan un aumento del 0,75% tras la fuerte depreciación del euro frente al dólar

Christine Lagarde, presidenta del BCE, durante una comparecencia en Fráncfort.Reuters
Madrid -

Las instituciones comunitarias siguen viéndose contra las cuerdas ante una inflación que supera ya el 9% en la zona euro, el mayor nivel desde la fundación del proyecto europeo. Bruselas sigue buscando fórmulas para aliviar el impacto del cierre del grifo del gas ruso en el bolsillo de los ciudadanos. Y, a la espera del paquete de medidas que pacten los ministros de Energía de la UE, el Banco Central Europeo (BCE) busca detener este jueves la rápida expansión del alza de precios en la cesta de compra y evitar ...

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Las instituciones comunitarias siguen viéndose contra las cuerdas ante una inflación que supera ya el 9% en la zona euro, el mayor nivel desde la fundación del proyecto europeo. Bruselas sigue buscando fórmulas para aliviar el impacto del cierre del grifo del gas ruso en el bolsillo de los ciudadanos. Y, a la espera del paquete de medidas que pacten los ministros de Energía de la UE, el Banco Central Europeo (BCE) busca detener este jueves la rápida expansión del alza de precios en la cesta de compra y evitar que en otoño pueda iniciarse una espiral inflacionista alimentada por una subida de los salarios o de los márgenes empresariales. La depreciación del euro frente al dólar, que agrava las tensiones inflacionistas, mete más presión a la institución presidida por Christine Lagarde: los mercados dan por hecho que efectuará un movimiento agresivo, incluso brusco, con una subida de hasta el 0,75%.

El BCE anunció el fin de la era de los tipos negativos en junio en Ámsterdam. El consejo de gobierno de la entidad decidió entonces acabar con los planes de compra masiva de deuda y empezar con una subida progresiva de tipos, que en principio debía empezar con un 0,25%. Sin embargo, solo un mes después dejó de lado esa gradualidad y decidió encarecer en medio punto el precio del dinero pese a las reticencias del sector más laxo del Eurobanco.

La inflación siguió creciendo en la zona euro en agosto hasta el 9,1%, el máximo desde la creación de la moneda única. Los precios apenas se relajaron en España. En los bálticos, esa tasa desbordó el 20%; en Países Bajos llegó al 13,5%; y Alemania se encamina al doble dígito en otoño. El ala dura del BCE, encarnada por Isabel Schnabel, en esta ocasión apenas ha hallado contestación a sus planteamientos de actuar de forma enérgica. Al menos en público. Solo el gobernador griego, Yannis Stournaras, ha advertido contra movimientos abruptos y ha pedido prudencia, mientras que el economista jefe del BCE, Philip Lane, visto como un moderado, pedía ir paso a paso. Pero no ha habido mayor movimiento. “El hecho de que no hayamos escuchado mucho al ala dovish [más laxa] sugiere que la oposición es débil”, apunta Gilles Moëc, economista jefe en AXA Investment Managers.

Tras el cónclave de banqueros centrales en Jackson Hole (EE UU), los analistas consideran que el BCE no quiere quedarse tan atrás respecto a la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra. Hasta ahora, el principal riesgo de subir tipos era un incremento de la deuda soberana de los países de la periferia, entre ellos Grecia, Italia o España. Solo el anuncio de que se iba a encarecer el precio del dinero ya disparó las primas riesgo. No obstante, el BCE dispone de dos armas para frenar esos desajustes: las reinversiones de deuda, que ya se están realizando a discreción, y un nuevo instrumento para evitar las crisis de deuda, el TPI (por sus siglas en inglés de Transmission Protection Instrument). Ese mecanismo permite al Eurobanco comprar bonos de un país que sufra los embates de los mercados si cumple con las reglas fiscales, los compromisos del plan de recuperación y no tiene graves desequilibrios.

Sin efectos de segunda ronda

El otro gran riesgo pasa por que los bancos centrales contribuyan a una recesión que gana enteros con el cierre del gasoducto Nordstream 1. El banco de inversión Nomura cree que la economía se ha empezado ya a deprimir en Europa y no ve una salida hasta el primer trimestre de 2023. Entre los motivos que cita están el retroceso económico en Estados Unidos y la desaceleración en China, los efectos de la guerra en Ucrania y el empeoramiento de las condiciones financieras.

Los analistas esperan una subida mínima del 0,5%, aunque el consenso se ha ido desplazando al 0,75%, con lo que los tipos se situarían ya entre el 1% y el 1,25%. “Ahora nuestra expectativa es de una subida de tipos de 75 puntos básicos en septiembre”, apunta el último informe de la entidad. “Esperamos un movimiento de 75 puntos básicos”, coincide Möec, de AXA Investment Managers.

El BCE, sin embargo, ha optado ya por dar la batalla contra la inflación frente a la recesión. Este jueves, el BCE dará nuevas proyecciones de crecimiento y precios hasta 2024. La entidad sigue sin ver que la inflación se esté trasladando a las negociaciones salariales. Según los datos que maneja la institución, los sueldos en la zona euro crecieron un 2,14% en el segundo trimestre del año (en el arranque del año lo hicieron un 2,84%).

Aun así, por ahora no se atisba el pico del alza de precios. Lane ya avanzó en un discurso reciente en Barcelona que el alza de precios se mantendrá “alta” a corto plazo, sobre todo por “la mayor presión alcista sobre los costes de la energía (especialmente el gas y la electricidad) y los alimentos durante el verano”.

El problema se ve amplificado ahora por la caída del euro frente al dólar. En el pasado, el tipo de cambio había sido una fuente de preocupación en el BCE porque encarecía las exportaciones europeas. Ahora, sin embargo, es un quebradero de cabeza justo por lo contrario: los contratos de energía están denominados en dólares, por lo que la factura del gas o el petróleo se ve encarecida. A comienzos de semana, el euro perdió de nuevo la paridad e incluso cayó por debajo de los 99 centavos, lo cual supone el nivel más bajo de las últimas dos décadas.

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