La OCDE alerta de que la guerra amenaza con dejar secuelas duraderas en la economía mundial
El organismo empeora sus perspectivas económicas por el conflicto de Ucrania. Apoya las sanciones contra el petróleo ruso y critica que los demás países exportadores de crudo no aumenten su producción para contener los precios
La factura de la guerra en Ucrania va a ser grande y la van a pagar todos, empezando por los europeos. El conflicto bélico iniciado por Moscú confirma los peores presagios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que rebaja en punto y medio, a solo 3%, sus previsiones de crecimiento globales para este año, mientras la inflación sigue disparada. Y las cosas aún pueden ponerse pe...
La factura de la guerra en Ucrania va a ser grande y la van a pagar todos, empezando por los europeos. El conflicto bélico iniciado por Moscú confirma los peores presagios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que rebaja en punto y medio, a solo 3%, sus previsiones de crecimiento globales para este año, mientras la inflación sigue disparada. Y las cosas aún pueden ponerse peor, advierte, tanto para los países pobres como para Europa, que tiene la guerra a sus puertas y a la que cortar su dependencia energética de Rusia le puede salir más caro aún de lo que ya está siendo.
Aun así, el organismo con sede en París da un inusual contundente mensaje político al apoyar, sin rodeos, las sanciones que la comunidad internacional está imponiendo a Rusia, especialmente las energéticas, ante una guerra que su secretario general, Mathias Cormann, no ha dudado en calificar este miércoles de “atroz, no provocada y sin sentido” .
“Limitar la capacidad de Rusia para financiar la guerra, como busca el embargo a las exportaciones petroleras rusas, es esencial para acelerar el fin a este devastador conflicto”, sostiene por su parte la economista jefe de la OCDE, Laurence Boone, en el editorial que encabeza las perspectivas económicas semestrales del grupo de expertos de los países ricos, publicadas este miércoles. Un informe que, significativamente, viene encabezado por la foto de una perforadora de pozos de petróleo en un campo de trigo: los recortes en energía y la carestía de alimentos básicos como los cereales —Ucrania está considerada el granero de Europa—, además de los fertilizantes rusos, son parte de los grandes problemas que ha creado esta guerra sin fin a la vista.
“Las sanciones occidentales y la reciente decisión de la UE de imponer un embargo al petróleo ruso son importantes pasos concretos para incrementar la autonomía estratégica frente a Rusia”, ha acotado este miércoles Cormann al desglosar el informe en la capital francesa. Es cierto, concede, que el embargo tiene “implicaciones económicas sustanciales”. No obstante, subraya, “es una herramienta muy importante para acelerar el final de la guerra y la transición ecológica”.
Por su parte, Boone ha criticado a los países exportadores de petróleo que tienen capacidad para compensar el crudo que dejará de llegar de Rusia, pero que no parecen por ahora dispuestos sacar más barriles al mercado. La OCDE calcula que, a causa de esa actitud, el embargo provocará una subida del precio del petróleo a hasta 123 dólares el barril en 2023, frente a los 107 que tendría en ausencia de esa prohibición de compras de crudo ruso.
“Hay bastante petróleo en el mundo actualmente que no está siendo utilizado pero disponible, sobre todo en los países del Golfo para compensar totalmente el embargo sobre el petróleo ruso. Es decir que no tendría por qué producirse esa subida del barril si los Estados del Golfo liberan, si la OPEP libera ese petróleo”, ha dicho Boone a periodistas en París.
En sus últimas previsiones, la OCDE vaticina un crecimiento global este año de 3%, frente al 4,5% que preveía en su último pronóstico, en diciembre. El estallido de la guerra provocó que el organismo, por una vez, se saltara la revisión intermedia que hace en marzo de sus principales cifras y publicara solo una “evaluación” del impacto del conflicto bélico, que ya reducía las expectativas de crecimiento.
Las estimaciones de ahora son más pesimistas incluso que en esos primeros cálculos. Así, la eurozona crecerá este 2022 solo un 2,6% (frente al 4,3% que calculaba en diciembre), mientras que en 2023 vivirá un más tímido aún 1,6% de aumento del PIB (2,5% en diciembre), debido al impacto, ya incluido en los cálculos, del embargo a las importaciones de petróleo y carbón rusos el año que viene. Según Boone, el embargo costará “algo más de medio punto de crecimiento para la zona euro en 2023″, así como 1,25 puntos adicionales de inflación.
A ello se une, advierte la OCDE, que “una interrupción abrupta en toda Europa del flujo de gas de Rusia” podría provocar una alteración mayor aún en el crecimiento, al igual que nuevos aumentos de los precios de las materias primas o mayores disrupciones en la cadena de abastecimiento que las que ya se producen. Resumiendo, subraya la OCDE, “la incertidumbre es alta” incluso con estas previsiones de crecimiento tan reducidas.
Aunque la guerra le queda más lejos, también Estados Unidos sufrirá por el conflicto iniciado por Moscú: su economía solo crecerá 2,5% este año, casi un punto menos de lo que se calculaba hace seis meses, y 1,2% en 2023. El 5,1% que preveía en diciembre la OCDE para China se queda ahora en 4,4%, que apenas subirá a 4,9% el año que viene.
La inflación, por el contrario, continúa disparada y rozará el 9% en todos los países de la OCDE. En la eurozona llegará al 7% este año, aunque para 2023 debería reducirse ya a 4,6%. En EEUU subirá al 5,9%, antes de bajar al 3,5% en 2023.
“El sustancial coste de la guerra, la alta incertidumbre y el próximo embargo de carbón e importaciones de petróleo ruso por vía marítima a Europa se unen a los desafíos que ya provocaban las presiones inflacionarias y la desigual recuperación de la pandemia”, resume la situación el informe. Ante este panorama, señalan los expertos de la OCDE, la política monetaria “debería seguir centrada en garantizar las expectativas inflacionarias establecidas”. En este sentido, acota Laurence Boone, aunque a nivel global los altos niveles de inflación y empleo sugieren que ya no es necesaria una política monetaria acomodaticia, la respuesta debe ser “diferenciada” según los países y el origen de su inflación.
Así, señala el organismo, países como Estados Unidos, Canadá o algunos pequeños estados europeos donde la recuperación de la demanda tras la pandemia fue más rápida y en los que la inflación venía de esa fuerte demanda y no tanto de la guerra en Ucrania, deberían tender a una “relativamente rápida normalización” de su política monetaria. Por el contrario, allí donde la inflación subyacente es más baja, las presiones salariales no son tan fuertes y el impacto de la guerra y del futuro embargo es mayor, es decir, en las principales economías europeas, “es apropiado retirar de manera más gradual” las políticas monetarias acomodaticias.