El Banco de España advierte de que hay 94.000 millones en créditos a un paso del impago
El supervisor avisa de que el alza de los precios de la energía compromete la capacidad de pago de los hogares más vulnerables
El contexto económico ha dado un vuelco con la guerra de Ucrania. Existían incertidumbres por la pandemia y el riesgo de nuevas olas de contagios. Pese a ello, la recuperación económica tomaba cuerpo y la situación financiera de las familias y empresas cogía aire. Pero el conflicto bélico y la crisis energética agravada por la invasión rusa entorpecen la recuperación. “La combinación en el corto plazo de una inflació...
El contexto económico ha dado un vuelco con la guerra de Ucrania. Existían incertidumbres por la pandemia y el riesgo de nuevas olas de contagios. Pese a ello, la recuperación económica tomaba cuerpo y la situación financiera de las familias y empresas cogía aire. Pero el conflicto bélico y la crisis energética agravada por la invasión rusa entorpecen la recuperación. “La combinación en el corto plazo de una inflación más elevada, que erosiona las rentas reales de hogares y empresas, y un aumento de los tipos de interés, podrían mermar la capacidad de pago de estos agentes”, avisa el Banco de España en su último Informe de Estabilidad Financiera (IEF). De ahí que el supervisor reclame prudencia a la banca y que no liberen las provisiones realizadas por la pandemia.
En esta pérdida de capacidad de pago influye especialmente la incertidumbre generada por la ofensiva rusa. Esta provocará, además del alza de la inflación y el acelerón en el aumento de los tipos de interés, una reacción en la política monetaria. Sobre el posible crecimiento de los impagos también jugará un papel relevante el vencimiento de los periodos de carencia de los préstamos ICO aún en vigor, que cumplirán a final de verano. Por tanto, como ha sostenido en rueda de prensa Ángel Estrada, director general de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución del Banco de España, todos estos hitos “van a afectar significativamente, de una forma u otra”.
En las carteras de crédito, según recoge el informe, todavía existen deterioros latentes que podrían materializarse en los próximos trimestres. El supervisor calcula que hay un aumento de los préstamos que están a un paso de ser considerados morosos: unos 94.000 millones de euros, el 8% del total de las deudas de hogares y empresas. Estos están en lo que el Banco de España denomina como vigilancia especial. Aquí se incluyen los que todavía no han impagado, pero ya se ha apreciado un mayor riesgo de pasar a moroso. En concreto, han subido un 14,3% durante el último trimestre de 2021, mientras la morosidad ha decrecido.
Además, en el texto se recuerdan otros desafíos que tiene por delante el sector: “La evolución reciente confirma la necesidad de abordar los desafíos estructurales que ya existían en el sector bancario y en otros segmentos del sistema financiero. En particular, la creciente competencia de empresas tecnológicas y auge de los criptoactivos, el incremento de los ciberriesgos, agravado ahora por la tensión geopolítica, y los potenciales efectos negativos asociados a los riesgos climáticos”.
Test de estrés
En este informe, el Banco de España ha incluido asimismo un test de estrés al sector financiero con un escenario adverso y otro severo para constatar si la banca española resistiría los estragos que podrían derivar de la guerra. Un examen que el sector aprueba en su conjunto, aunque con resultados heterogéneos. Es decir, no todas las entidades lo pasarían con la misma holgura para absorber el impacto, aunque el supervisor no detalla qué entidades son las que más sufrirían.
El posible aumento de los impagos tampoco será homogéneo en el tejido productivo: los sectores que más lo sufrirán serán los que todavía no se han repuesto de la crisis del coronavirus. Es decir, los que seguían con unas cuentas frágiles y ahora, con un nuevo incremento de los costes, su situación se puede hacer insostenible. “Focalizamos la atención en los sectores que se vieron muy afectados y que ahora les afecta también la crisis energética: transporte, hostelería, construcción y agricultura, entre otros. También sufrirán los hogares más vulnerables, de menor renta, porque el esfuerzo que realizan en la compra de estos productos esenciales será mayor”, ha explicado Estrada.
Antes de la guerra ya había dudas sobre una inflación que crecía, pero con el conflicto bélico los riesgos se multiplican: en materia geopolítica, con la citada inflación que amenaza con ser más persistente y, además, con la evolución del coronavirus. El supervisor avisó en otoño de la amenaza de la espiral alcista de precios, aunque desde entonces la situación se ha agravado. Y ya se descuenta que habrá un menor crecimiento económico global, como recogen todos los organismos internacionales. Asimismo, se ha elevado “la aversión al riesgo de los inversores, con la consiguiente subida de las primas asociadas a los activos con riesgo”, recoge el informe. Esto es, existe la posibilidad de correcciones adversas adicionales en los precios de algunos activos.
Sanciones económicas
“El principal riesgo es el geopolítico, asociado con la invasión de Ucrania”, ha afirmado el director general de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución del supervisor. Y de ahí se derivan el resto de amenazas: “No tenemos grandes exposiciones directas, pero las implicaciones para la estabilidad financiera se deben a los efectos indirectos: tanto Rusia como Ucrania son productores de materias primas relevantes que con la guerra se están encareciendo. Esto eleva la inflación, que ya estaba alta, y además hay un menor crecimiento de las rentas porque son materias primas importadas que hay que pagar”, ha relatado Estrada.
A esto hay que añadir la mayor incertidumbre y el efecto que tienen las sanciones económicas a Rusia: “Son necesarias, pero tienen efectos a nivel global”, ha avisado ante los medios. Es decir, se trata de un arma de doble filo con la que Europa también sufre. El otro gran nubarrón en el que lleva semanas incidiendo el Banco de España son los temidos efectos de segunda ronda en la inflación. Es decir, que haya incrementos de los salarios vinculados al IPC, que convertiría la espiral alcista en todavía más persistente, como ha vuelto a recordar el director general de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución del supervisor.
Además, aunque en las últimas semanas se han relajado las restricciones vinculadas a la pandemia, es un problema que continúa. De hecho, Estrada recuerda cuál es el riesgo más relevante en la actualidad: “China, con su política de covid cero, mantiene fuertes restricciones y puede hacer que los cuellos de botella se acentúen”. También existe el riesgo de nuevas variantes, pero en este caso el supervisor considera que la economía española está mejor pertrechada que hace meses: “La experiencia acumulada en olas previas apuntaría a una mayor capacidad de la economía para resistir desarrollos epidémicos adversos”.
Pérdida de confianza
Las dudas que se ciernen sobre la economía global supone un varapalo para el comercio mundial y para la confianza de hogares y empresas: “Pueden posponer sus decisiones de consumo e inversión, lo que contribuiría al debilitamiento del crecimiento económico”, dice el informe.
Por la parte de las cuentas públicas, la guerra de Ucrania va a presionar todavía más sobre una deuda y un déficit ya al límite. “Puede suponer una mayor presión sobre el gasto público, a corto plazo, para compensar el aumento transitorio de los precios de la energía y de los alimentos y para reducir la dependencia energética de exterior”, recoge el Banco de España. A lo que añade que los elevados niveles de déficit y endeudamiento público hacen que la economía del país sea más vulnerable al deterioro de las condiciones de financiación.
El gobernador del supervisor, Pablo Hernández de Cos, ha reclamado en las últimas semanas que se diseñe un plan de consolidación fiscal para reconducir la situación. Y en el informe se insiste en esta cuestión: “Se hace necesario el diseño de un programa de consolidación fiscal a medio plazo que permita contener y reducir las vulnerabilidades asociadas al alto endeudamiento público, para su aplicación una vez la recuperación sea sólida”.