La economía da alas a Daniel Ortega en Nicaragua

Remesas récord, préstamos externos y mínimas restricciones durante la pandemia impulsan lo que aparenta ser un ‘boom’ que rompe con la tendencia mundial

Un hombre espera un autobús junto a un puesto que vende camisetas, banderas y sombreros, con un tema sandinista en Managua, Nicaragua, el 3 de noviembre de 2021.Andres Nuñez (AP)

Los nicaragüenses no podrán votar este domingo por un cambio, ya que el único candidato a presidente es el actual mandatario Daniel Ortega. Pero el malestar y el rechazo hacia el Gobierno es evidente en la crisis política. Entre las demandas de los ciudadanos están las económicas. En el país, uno de los más pobres del hemisferio occidental, se ha incrementado la desigualdad y la falta de oportunidades continúa expulsando a sus ciudadanos al extranjero...

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Los nicaragüenses no podrán votar este domingo por un cambio, ya que el único candidato a presidente es el actual mandatario Daniel Ortega. Pero el malestar y el rechazo hacia el Gobierno es evidente en la crisis política. Entre las demandas de los ciudadanos están las económicas. En el país, uno de los más pobres del hemisferio occidental, se ha incrementado la desigualdad y la falta de oportunidades continúa expulsando a sus ciudadanos al extranjero.

El panorama de esta pequeña economía centroamericana, sin embargo, rompe con la tendencia mundial post pandemia. A diferencia de la mayoría de los países, Nicaragua no pasó por confinamientos obligatorios ni impuso medidas de distanciamiento social para luchar contra la covid-19. Esto, en combinación con el estímulo fiscal de Estados Unidos y algunos países de Europa, evitó que el país sufriera una dramática contracción. Se estima que en 2021 el rebote sea entre 4% y 8% y que el producto interno bruto (PIB) se acerque a su nivel máximo registrado en 2017, un año antes de que estallara la crisis política.

Mientras otros países sufren por escasez de trabajadores en ciertos sectores y las cadenas de suministro globales no han recuperado su capacidad total, Nicaragua aprovechó para incrementar sus exportaciones de productos de agricultura y manufactura, explica Abelardo Medina, economista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), un centro de investigación independiente. “Ellos aprovecharon la ventaja de que otros estaban cerrados”, explica el especialista. “Si lo vemos así, fue una apropiada medida de política económica no cerrar, pero habría que analizar el costo que implicó no cerrar. No hay ni siquiera claridad de cuántos fallecieron en Nicaragua como consecuencia de la covid”.

Las cifras oficiales registran solo 208 muertes por la pandemia, pero el control de las estadísticas oficiales de la Administración de Ortega y su esposa y “copresidenta” Rosario Murillo les restan credibilidad. “Es muy probable que la mayoría de los nicaragüenses no se vieron afectados en términos financieros, pero el costo está en los que perdieron familiares”, dice Medina.

Manejo pragmático

A partir de 2007, cuando Ortega llegó al poder, la economía de Nicaragua comenzó a crecer a tasas muy por encima de sus vecinos. Ortega fue pragmático, manejando la política y la economía por vías separadas. Pero con el incremento en el PIB subió también la desigualdad. De acuerdo con los datos más recientes del Banco Mundial, el índice Gini (en el cual cero implica la igualdad perfecta y 100 la desigualdad absoluta) pasó de 43,9 en 2009 a 46,2 en 2014. Esto comenzó a generar malestar y cuando, en 2018, el Gobierno presentó una iniciativa para reformar el sistema de pensiones los ciudadanos salieron a las calles.

El Gobierno respondió con una dura represión y comenzó un clima de intimidación a opositores que continúa hasta hoy. La mano dura mermó la inercia económica hasta este año, en que Nicaragua se reactivó y se espera que su PIB se acerque a los niveles vistos antes de la pandemia. En junio, cuando las encuestas daban a candidatos de oposición más probabilidades de ganar, Ortega comenzó a encarcelar a todos los aspirantes.

“Lo irónico es que este verano, cuando Estados Unidos estaba tratando de hacer presión política contra el régimen, estábamos aumentando la cuota azucarera de Nicaragua”, dice Eric Farnsworth, vicepresidente de Americas Society/Council of the Americas, quien aboga porque la comunidad internacional, la cual ya ha calificado el proceso electoral como “viciado”, implemente también presiones económicas focalizadas hacia el Gobierno de Ortega. “Es como si estuvieras tratando de decirles por un lado que están haciendo algo incorrecto y, por el otro lado, los recompensa por su mal comportamiento. Este es el tipo de cosas que deben cambiar”, apunta Farnsworth.

Presiones económicas

De manera indirecta, el estímulo económico en EE UU impulsó también a la economía de Nicaragua en 2020 y este año. Las remesas enviadas por connacionales representaron el año pasado el 14,6% del PIB y el monto total fue la cifra más alta desde que se tiene registro. Durante estos dos años, el Gobierno de Ortega tuvo acceso a financiamiento de multilaterales por parte del Banco Interamericano del Desarrollo (BID) y el Banco Centroamericano de Integración Económica. El Fondo Monetario Internacional (FMI) aportó 185 millones de dólares en asistencia financiera para la pandemia.

“Y es aquí en donde entras en la conversación regional más amplia”, apunta Farnsworth, “no se trata de que Estados Unidos intente imponerle nada a Nicaragua, se trata de que el pueblo nicaragüense tenga la oportunidad de ejecutar sus libertades políticas y ese no es un tema solo de Estados Unidos, es un problema de democracia regional. Hay que empezar a pensar que vecinos como Costa Rica, Panamá y Honduras realmente necesitan comenzar a usar las palancas que tienen a su disposición, como el BCIE, para tratar de reducir parte de los préstamos que se destinan a Nicaragua”.

Tanto Farnsworth como Medina ven en las sanciones económicas el riesgo de que afecte a la población, la cual, a pesar de los años de crecimiento económico, sigue viviendo con el tercer nivel de ingreso per cápita más bajo del continente americano, de acuerdo con datos del FMI. La economía pudo haber crecido a un ritmo fuerte en los años bajo Ortega, pero la pobreza y la falta de oportunidades siguen obligando a cientos de miles de nicaragüenses a salir del país, asegura Medina.

“Esta conjunción de fenómenos lo que hacen es generar una ilusión de que la economía nicaragüense está en un boom durante este año 2021, pero no es precisamente que se estén observando condiciones extraordinarias, sino simplemente es la conjunción de factores”, dice Medina. “Y precisamente ahí es dónde viene el siguiente elemento: ¿qué sucederá con la economía a partir de2022? Una normalización en torno a una tasa de crecimiento potencial que se venía dando incluso antes de la gran crisis de 2018, pero esto dependerá mucho de las condiciones sociopolíticas”.

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