El teletrabajador: el objeto de deseo de los pueblos

Los entornos rurales compiten por cautivar a los empleados en remoto de las grandes ciudades

Una mujer teletrabaja desde un pueblo en la provincia de Segovia.PABLO MARTÍN (EFE)

El rumor del río, el canto de un gallo en lontananza o el cencerro de una vaca pastando. Los sonidos del campo, de esa España rural que se ha ido despoblando, se ofrecen ahora a los urbanitas para que vivan su sosiego mientras trabajan. Para que lo prueben. “El teletrabajo se ha convertido en una oportunidad que los pueblos nunca han tenido y que no pueden dejar escapar”, afirma Joaquín Alcalde, direc...

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El rumor del río, el canto de un gallo en lontananza o el cencerro de una vaca pastando. Los sonidos del campo, de esa España rural que se ha ido despoblando, se ofrecen ahora a los urbanitas para que vivan su sosiego mientras trabajan. Para que lo prueben. “El teletrabajo se ha convertido en una oportunidad que los pueblos nunca han tenido y que no pueden dejar escapar”, afirma Joaquín Alcalde, director de la empresa social El Hueco Labs, que aprecia un cambio de percepción de la ciudadanía respecto al entorno rural gracias a la pandemia.

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Esta organización sin ánimo de lucro ha lanzado con el Grupo Red Eléctrica la Red Nacional de Pueblos Acogedores para el Teletrabajo, un sitio de internet en el que una treintena de municipios compiten por cautivar a los empleados en remoto de las grandes ciudades con estancias temporales. “Muchos pueblos pequeños necesitan agruparse para darse a conocer y atraer a nuevos pobladores. Tienen pocos recursos y pensamos que agregando lo disperso en esta plataforma podemos captar la atención de la gente que quiere teletrabajar”, explica Alcalde.

Se trata de localidades de menos de 5.000 habitantes y con problemas reales de despoblación. Municipios de Huelva, Málaga, Albacete, Cuenca, Guadalajara, La Rioja, Navarra, Teruel, Burgos, Ávila, León, Palencia, Las Palmas, Soria y Zamora con una conexión a internet “decente”, espacios de trabajo comunitarios (ya sean salas de usos múltiples o centros de coworking, que cada vez se prodigan más por la España rural) y disponibilidad de alojamiento. Pero no solo eso. Todos los pueblos han designado a una persona como anfitriona de los teletrabajadores. Alguien que se encarga de explicarles los atractivos del lugar y de hacerles más fácil la integración, “porque los pueblos no siempre son acogedores con los forasteros”, aprecia Alcalde.

De fracaso a apuesta

El municipio navarro de Allo forma parte de esta red. Su alcaldesa, Susana Castanera, considera que el descubrimiento del teletrabajo durante la pandemia ha despertado bondades como la vuelta a lo rural, una tendencia que ha llegado para quedarse, opina, porque la gente se ha dado cuenta de la calidad de vida que ofrece el campo. “Si antes pensaban que vivir en los pueblos era un fracaso, ahora lo ven como una apuesta”. La regidora confía en que esta red sirva, junto con otras medidas, para frenar la despoblación en Allo, de 960 habitantes. Por lo pronto, acaban de estrenar un centro de coworking y un nuevo bar… al tiempo que aumenta la demanda de vivienda y que se producen algunos empadronamientos, dice.

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Sigüenza (3.400 habitantes) también aprecia la llegada de nuevos moradores. “Hemos abierto un espacio coworking y se usa. La gente sí se está planteando el teletrabajo durante unos días a la semana, aunque en el padrón se nota menos”, explica la alcaldesa de la localidad alcarreña, María Jesús Merino. “Desde la pandemia hay cierta demanda, un ligero incremento en los empadronamientos que va por detrás de la realidad, ya que se están vendiendo muchas casas”. En su opinión, hay un cambio de ciclo. Se busca calidad de vida, tranquilidad y la crisis sanitaria ha sido una espoleta de esta transformación social que cree estructural. “Los pueblos con buena conexión a internet y cercanos a una ciudad de referencia lo están notando”, asegura.

“Percibimos que se desplaza población al entorno rural”, abunda Antonio Calvo Roy, director de Sostenibilidad de Red Eléctrica. Esta empresa que se denomina “de campo”, una de las más activas a la hora de combatir la España vacía, ha puesto 50.000 euros para desarrollar la Red de Pueblos Acogedores para el Teletrabajo. “El teletrabajo se va a extender en las empresas y de ahí la idea de esta plataforma, en la que ha querido entrar Booking, pues observa un nicho de negocio en el trabajo en remoto desde la España rural y eso nos ha hecho ver la bondad de la iniciativa”, añade. “Hemos dado en el clavo”, apoya Alcalde, a la vista de las 9.000 visitas a la web durante su primera semana de vida y la ampliación de las localidades que se ofrecen. El Hueco y Red Eléctrica esperan que entre 50 y 100 pueblos se sumen a la red en un año.

“Trabajar de forma remota se ha convertido de manera irreversible en la corriente principal durante la pandemia y esperamos que esto desencadene en que los usuarios busquen realizar viajes más largos en el futuro, en los que combinen trabajo y placer de manera más eficaz que nunca. La pandemia también ha creado una nueva tendencia, los denominados “Nómadas Digitales”, cuyas características les permiten trabajar desde cualquier parte”, indica por correo electrónico Mireia Prieto, directora de Booking para el sur de Europa. Los alojamientos rurales representan el 30% de las reservas que se realizan en la plataforma de viajes.

Junto a iniciativas como estas hay otras que pretenden repoblar la España vaciada. El caso de Holapueblo, también de Red Eléctrica, que apoya a los emprendedores que quieren instalarse en entornos rurales. Ha pasado de 350 solicitudes a 1.600 de la primera edición a la segunda, según Calvo Roy. O atraer talento digital, como en el caso de Pueblos Remotos, una iniciativa que busca generar impacto socioeconómico en pequeñas localidades tinerfeñas. La idea es que teletrabajadores de cualquier parte del mundo se instalen durante 21 días en Icod de los Vinos para trabajar junto a los emprendedores locales en la resolución de sus retos, explica Carlos Jonai Suárez, su artífice. “La idea es que se conozca el entorno. Que se sepa que se puede ir a teletrabajar al campo y que sirva de efecto llamada para el talento digital”, expresa. El precio de la estancia en régimen de coliving oscila entre 700 y 1.300 euros.

Cambios en el censo

Los datos del INE arrojan un aumento de 57.000 vecinos en los municipios de menos de 10.000 habitantes (de casi 5.000 en el caso de las localidades con poblaciones inferiores a 5.000 habitantes) entre enero de 2020 y 2021. Sin embargo, la Comunidad de Madrid y la provincia de Barcelona han perdido el 0,5% y 0,6% de sus residentes, respectivamente. Aunque no es oro todo lo que reluce y tanto el presidente de la Comisión de Despoblación de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), Miguel Gracia, como la portavoz de la Coordinadora de la España Vaciada y de Soria Ya, Vanesa García, creen que es un espejismo provocado por la pandemia. “Es una falsa ilusión que el teletrabajo aumente la población en la España vacía. Las personas que vinieron durante el confinamiento se encontraron con la falta de conectividad, la carencia de vivienda y servicios básicos y eso ha hecho que regresen a sus lugares de origen. Pocos sitios han conseguido fijar población”, dice Vanessa García. “Ahora el empadronamiento no es del todo real. Ha habido un flujo hacia las segundas residencias de los pueblos. Pero el problema que nos encontramos es que, aun siendo verdad que los pueblos son una oportunidad, no disponen de mercado de vivienda y es muy difícil que la Administración local pueda actuar. Hay que cambiar la legislación”, sostiene Gracia, que cree que la tendencia al new rural va a ser coyuntural. “Puede que se asiente población en torno a las grandes urbes, básicamente Madrid y Barcelona, pero no en los municipios alejados”.


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