La tormenta perfecta que eleva la factura eléctrica
Un aumento de la demanda energética, la apreciación del gas y una menor producción de energías renovables empujan al alza el precio de la luz
El temporal de frío y nieve se va a dejar sentir en el bolsillo de los consumidores de energía eléctrica. Se trata de una tormenta perfecta para la factura de la luz, ya que se unen tres factores determinantes: una mayor demanda energética para combatir el frío, una menor producción de energías más económicas por las condiciones meteorológicas y el aumento del precio del gas natural.
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El temporal de frío y nieve se va a dejar sentir en el bolsillo de los consumidores de energía eléctrica. Se trata de una tormenta perfecta para la factura de la luz, ya que se unen tres factores determinantes: una mayor demanda energética para combatir el frío, una menor producción de energías más económicas por las condiciones meteorológicas y el aumento del precio del gas natural.
El precio de la luz se ha disparado un 27% en el inicio del año, alcanzando los 16,81 céntimos por kilovatio hora (kWh) con la tarifa regulada (PVPC), frente a los 13,24 céntimos del mismo periodo de 2020, según datos de Facua-Consumidores en Acción. Un incremento que coincide con la ola de frío que asola a buena parte del país por la borrasca Filomena. Estas son las cuestiones principales que explican el encarecimiento:
¿Por qué sube la factura de la luz durante el temporal de nieve?
La creciente participación de las renovables en el mix energético, mucho más baratas que las que emplean combustibles fósiles, ayuda a rebajar el precio de la electricidad. Eso es lo que ocurrió en el conjunto de 2020, cuando tuvieron un peso superior al de ejercicios anteriores y ayudó a que se alcanzase el precio medio más bajo en más de 15 años.
Sin embargo, ahora, en plena borrasca, se está generando menos energía solar —hay menos horas de sol— y eólica —por falta de viento—, por lo que el mercado tiene que tirar de energías más caras como las que producen las centrales térmicas de carbón o de ciclo combinado, explican varios expertos en el sector eléctrico. Esta última, la de ciclo combinado, es muy importante para el sistema, ya que es la encargada de dotarlo de estabilidad: asegura la oferta cuando las renovables no pueden producir lo necesario para cubrir la demanda. El problema es que resulta más cara porque produce energía solo cuando es necesario, lo que tiene un coste, y porque su fuente de alimentación principal es el gas natural, que también se ha encarecido por problemas en la importación desde Argelia, así como por la mayor demanda de gas en el resto de países para combatir el frío.
“El aumento del valor de la energía se produce por la conjunción de varios factores: el temporal (a bajas temperaturas, más demanda), días de poco viento y otro punto, que también es muy relevante: la subida de precio del gas y del precio por la emisión de CO₂”, argumenta Carlos Fernández, responsable de Energía PwC España.
¿Cómo se fija el precio de la energía?
La fijación de precios en el mercado diario se realiza mediante un proceso complejo de casación en el que las empresas generadoras de electricidad y las compañías comercializadoras lanzan cada día sus ofertas para cada hora de la jornada siguiente. El equilibrio entre oferta y demanda es el que determina el precio. Aunque este mecanismo tiene letra pequeña: las energías más baratas, como la nuclear o las renovables, tienen prioridad y son las primeras en entrar. Y las más caras, como las generadas en centrales de ciclo combinado o el carbón ―que tiene fijado ya su calendario de extinción―, son las últimas.
Sin embargo, el precio final que se paga a todas las centrales lo determina la última oferta que cubre la demanda. Es decir, si con las renovables o con la generación nuclear —que pueden llegar a ofertar la energía a coste cero— no se cubre toda la demanda, se incorporarían otras fuentes más caras. Y es esa última oferta que entra la que determina el precio que se les pagará a todas las demás por cada kWh producido.
Más demanda
Una vez analizado el proceso de fijación de precios, se pueden determinar dos factores que ahora impactan de lleno al mercado energético: una menor producción de energías renovables y una mayor demanda. En la práctica, esto implica que las energías más económicas no consiguen cubrir la demanda al alza que existe, por lo que deben de entrar en el mercado fuentes mucho más caras. Algo que tiene un impacto alcista sobre el precio, más si cabe ante la apreciación al mismo tiempo del gas natural, que está siendo un punto determinante en la subida actual.
En 2020 ocurrió justo lo contrario a consecuencia de la pandemia: el confinamiento estricto que hubo durante la primavera hundió la demanda, lo que facilitó que las fuentes que producen energía más barata fuesen capaces de cubrir una parte mayor de las necesidades energéticas. Esto se observa en la composición del mix de generación eléctrica, donde la participación de las tecnologías verdes el año pasado fue la más elevada desde 2007, cuando comenzaron los registros de Red Eléctrica de España. En concreto, las fuentes limpias coparon el 44% del total, según el último informe diario de balance del operador del sistema, del 30 de diciembre, un repunte de seis puntos porcentuales respecto a 2019.
Precio del gas y derechos de emisión
El aumento del precio del gas no es baladí, ya que es uno de los factores que más está tirando al alza del valor de la energía, según los analistas consultados. La apreciación se debe, por un lado, a la reducción del gas importado de Argelia por un problema en el país desde mediados de semana, lo que está encareciendo el valor de la materia prima. También influye la mayor demanda de gas en toda Europa por el frío, así como el tirón de los países asiáticos. Además, los derechos de emisión de CO₂ están subiendo y eso las eléctricas lo incluyen en sus ofertas de precios como un sobrecoste más.
“Se ha juntado el hambre con las ganas de comer. El hecho de que haya más demanda aumenta precios porque se necesita más energía. Pero lo que está aumentando más el valor en la práctica es que hace frío en todo el hemisferio norte y la creciente demanda de energía. Además, el gas, que el año pasado estaba en precios mínimos, ahora está subiendo de forma diaria desde inicios de diciembre, lo que encarece más todavía la generación”, explica Francisco Valverde, consultor y analista del mercado eléctrico.
Pese a la importancia del problema que existe en Argelia, los expertos advierten de que el precio no volverá a donde estaba cuando desaparezca esta cuestión: solo habrá un pequeño alivio. “El precio del gas va a seguir alto una temporada porque en el mercado de futuros sigue disparado”, añade Fernández. La situación del valor de la energía en España ha dado así un vuelco en cuestión de días y ha pasado de ser uno de los países de Europa con la electricidad más barata a tener ahora una de las más caras por la unión en su contra de todos estos factores.
¿Cómo se traslada el coste de la energía a la factura de los consumidores?
El incremento del precio de la electricidad en el mercado mayorista no se traduce en un aumento con la misma intensidad en la factura de la luz, ya que el consumo solo supone entre un 35% y un 40% del recibo (de los consumidores que tengan contratada la tarifa regulada). Esto mismo ocurre en los momentos valle del precio de la energía, cuanto tampoco se traslada de forma directa en una rebaja en la misma proporción.
¿Qué se incluye en el resto del recibo?
El resto de la factura, ajeno a los vaivenes del precio de la energía, lo forman los costes fijos de los peajes (con esto se paga la distribución), así como el IVA y el impuesto de la electricidad. Otro factor destacado para que el coste de la energía se traslade al recibo en mayor o menor medida será la potencia y el tipo de tarifa que tenga contratada cada consumidor. En la tarifa regulada —conocida como precio voluntario para el pequeño consumidor o PVPC—, el coste de la electricidad consumida sí se determina en función de la cotización del precio del kilovatio hora en el mercado mayorista. En cambio, los consumidores que estén en el mercado libre pagarán por kWh el precio acordado con la compañía comercializadora con la que tengan contratado el suministro, aunque sea más bajo, hasta que se revise dicho valor por contrato.