Fueron pioneros en cambiar sus vehículos térmicos por modelos eléctricos libres de emisiones y están encantados con su decisión. Un conductor particular y una empresa de servicios cuentan su experiencia y las razones por las que no van a dar marcha atrás.
"Me decidí a cambiar a un coche eléctrico porque te ahorras una pasta", destaca sonriente Richard Rodríguez Cortés, hijo de gallego y sevillana que nació de forma circunstancial en Wimbledon (Inglaterra). "Me muevo mucho por Madrid Central y llegó un momento en que no podía entrar con mi coche. Ahora en cambio, no tengo limitaciones de acceso, aparco gratis en las plazas reguladas y si entro en aparcamientos públicos tengo plazas reservadas donde me lo cargan también de forma gratuita mientras hago mis gestiones", señala este jefe de proyectos de una compañía de comunicaciones.
3.000 euros limpios al año
Richard ha hecho 26.000 kilómetros en tan solo un año con su coche de baterías, lo que le ha supuesto un ahorro de más de 3.000 euros de ahorro respecto a su coche anterior, solo en combustible "Antes me gastaba unos 300 euros al mes y ahora solo 30 euros de luz. Tengo una tarifa eléctrica de noche que me sale más barata si cargo entre las 12 de la noche y las ocho de la mañana. A eso hay que sumarle lo que me ahorro en aparcamiento, no solo en dinero, sino también en tiempo y estrés, porque con la etiqueta Cero de la DGT aparco y me olvido de tickets y de límites horarios o de tener que cambiar y mover el coche de barrio en mitad de una reunión que se ha alargado. En total calculo que me ahorro más de 3.000 euros limpios al año y eso supone que si lo tengo 10 años, el coche me ha salido gratis. Y no tengo contabilizado lo que me ahorro en aparcamiento regulado, porque antes, en las zonas donde no podía entrar con mi coche utilizaba el transporte público".
Suavidad y aceleraciones
Pero este profesional de las telecomunicaciones señala también la conducción de su coche de baterías como otro valor añadido, y quizás más desconocido para la mayoría. "Al principio hacía solo 150 kilómetros con cada carga, pero vas aprendiendo al conducirlo y ahora llego a 250 sin problemas. Además, me encanta la conducción, porque es muy suave, funciona como un automático, pero sin que se noten los cambios de marcha, y no hace ningún ruido ni se oye nada la mecánica. Así que es muy relajante, reduce el estrés y también acelera muchísimo si lo necesitas. Cada vez que se sube alguien que no ha ido nunca en un eléctrico le pego un acelerón y alucina, porque no se esperan que corra tanto: se te pegan los hombros al respaldo y se te va la cabeza para arriba. En definitiva, lo que tengo muy claro es que no volveré jamás a un coche de combustión".
Menos estrés al volante para los conductores de empresa
En la reducción del estrés que ofrecen los coches eléctricos coincide también Francisco Ullod, gerente de Constraula, una empresa del grupo Sorigué, que utiliza furgonetas eléctricas en sus contratos de servicios urbanos. "Nuestros conductores dicen que son vehículos muy fáciles de conducir y que tienen suficiente potencia. Pero destacan sobre todo que es una conducción mucho más relajada y menos estresante que la de un vehículo de gasoil de las mismas características. Además, incluyen una serie de ayudas a la conducción que les hacen más seguros".
Esta empresa de servicios urbanos eligió los furgones eléctricos para mejorar la huella ambiental de su flota: "Los incorporamos por dos razones. La primera por convicción, porque como empresa dentro del Grupo Sorigué estamos comprometidos con la protección del medio ambiente y toda nuestra política empresarial está alineada con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible del la ONU). La segunda y no menos importante es la rentabilidad económica. En la compañía tenemos una planta de producción fotovoltaica de 70 kW y 35 kW que están disponibles para cargar vehículos eléctricos, así que gran parte del consumo eléctricos no tiene casi coste para le empresa".
El gerente de Constraula anima a otras empresas a seguir el camino de la electrificación: "Para nosotros ha sido una experiencia muy positiva. Nuestros furgones eléctricos VW e-Crafter tienen poco mantenimiento y han resuelto las dos dudas que teníamos cuando lanzamos el proyecto de electrificar la flota de vehículos de servicios urbanos. La autonomía, que es suficiente, porque normalmente acaban cada jornada al 50% de carga. Y la capacidad de carga de nuestras instalaciones, que como se realiza fuera del horario laboral, no ha generado ningún inconveniente". Y añade: "Es verdad que tenemos la ventaja añadida de contar en nuestras oficinas con instalaciones de producción de energía eléctrica por medio de placas solares, y con 30 puntos de recarga para vehículos de baterías. Pero animaría a todas las empresas con vehículos que hagan menos de 200 kilómetros diarios a que adapten sus estacionamientos con puntos de carga, porque se recargan en apenas cuatro horas. Es una necesidad para nuestro planeta, y además, económicamente es viable".