España tendrá que esperar como pronto a 2023 para recuperar el nivel de PIB anterior a la pandemia
La OCDE prevé que, tras caer un 11,6%, la economía rebote un 5% y un 4% en 2021 y 2022. España será el segundo país del G20 con peor desempeño este año, pero esquiva el escenario más lúgubre dibujado en primavera
2021 y, en menor medida, 2022 serán los años de la recuperación en España, pero su intensidad será mucho más débil de lo requerido para suturar la profunda brecha de 2020. A España no le bastará con la vacuna y con dos ejercicios de crecimiento ininterrumpido (5% el año que viene, muy por debajo de lo que proyecta el Gobierno con y sin fondos europeos; 4% el siguiente) para regresar al nivel de PIB prepandemia: necesitará, de hecho, de un 202...
2021 y, en menor medida, 2022 serán los años de la recuperación en España, pero su intensidad será mucho más débil de lo requerido para suturar la profunda brecha de 2020. A España no le bastará con la vacuna y con dos ejercicios de crecimiento ininterrumpido (5% el año que viene, muy por debajo de lo que proyecta el Gobierno con y sin fondos europeos; 4% el siguiente) para regresar al nivel de PIB prepandemia: necesitará, de hecho, de un 2023 vigoroso en lo económico para poder volver al punto de partida, según las últimas cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La vacuna no evitará que la economía despida 2022 aún 3,5 puntos porcentuales por debajo del nivel de actividad que exhibía el 31 de diciembre de 2019, cuando la pandemia aún ni estaba ni se intuía y el debate giraba en torno al ritmo de crecimiento futuro y no en torno al tamaño de la recesión.
En 2020, de largo el peor año de la serie histórica contemporánea en tiempos de paz, la actividad económica terminará contrayéndose un 11,6% en España, cinco décimas más de lo que pronosticaba la OCDE en junio bajo el supuesto de que no se produjesen nuevos rebrotes en el segundo semestre pero también mucho menos de lo que llegó a augurar (-14,4%) en caso de una segunda ola de contagios que ha acabado por llegar. Aun así, el batacazo español será el segundo mayor de entre los países del G20 —un club al que formalmente no pertenece, pero a cuyas cumbres asiste regularmente—, solo por detrás de Argentina (-12,9%) y seguido a poca distancia por el Reino Unido (-11,2%).
La caída media en ese ramillete de 20 economías industrializadas y emergentes será tres veces menor que en España: un 3,8%, en buena medida gracias a la resistencia contra viento y marea de China (que no solo esquivará los números rojos este año sino que crecerá un 1,8%), Corea del Sur (que, gracias al freno sobre los contagios y la fortaleza de sus exportaciones limitará la sangría del PIB a poco más de un punto porcentual) y Turquía (que logrará salvar los muebles con una caída de solo un 1,3%).
Tras ese batacazo sin parangón, el regreso a la vida de la economía española distará bastante de dibujar la V canónica que muchos pronosticaron en los primeros compases de la pandemia. Será, más bien, una V tendida —o de W, si en vez de en el crecimiento anual nos fijamos en el trimestral— que la situará en el furgón de cola global. La comparativa con otros socios europeos es ilustrativa: Alemania recuperará el pulso precrisis en el tramo final de 2022; Francia, con un crecimiento vigoroso del 6% en 2021 y algo más moderado (del 3,3%) en 2021, se quedará a las puertas y con todo encarrilado para regresar el nivel prepandemia en el primer trimestre de 2023; e Italia cerrará 2022 todavía lejos (dos puntos por debajo) de la actividad previa al virus pero, aun así, más cerca que España. Solo el Reino Unido queda en una peor posición: cerrará 2022 cuatro puntos por debajo del PIB inmediatamente anterior al estallido sanitario, según las proyecciones publicadas este martes por la OCDE.
Fuera del Viejo Continente, Estados Unidos tardará poco más de un año en volver al punto de partida —a mediados de 2022 ya debería haberlo conseguido— y China, la gran excepción global —pese a ser el origen del virus—, cerrará 2022 con un nivel de PIB, atención, un 15% superior que el que tenía a cierre de 2019. El mundo en su conjunto volverá al nivel de PIB anterior al coronavirus en el tramo final de 2021.
Hacia una recuperación “gradual e incompleta”
En España, reconocen los técnicos del think tank de los países ricos en su último pase de revista, “la recuperación será gradual e incompleta”. Como el resto de organismos, nacionales e internacionales, la OCDE prevé que tras el “fuerte rebote” del tercer trimestre de este año se produzca una contracción en este tramo final del año, en el que las restricciones que afectan a la restauración y el comercio en varias comunidades autónomas. Y, más adelante, por una rebote “gradual” en el que “el repunte en el consumo privado se verá limitado por una recuperación incompleta del mercado de trabajo y un alto ahorro previsional”.
El organismo con sede en París calcula que, tras marcar un récord del 14,2% este año, la tasa de ahorro de los hogares españoles se mantendrá en niveles inusualmente altos tanto el año que viene como el próximo: 9,8% y 6,3% respectivamente. Desbloquear ese dinero durmiente para convertirlo en inversión o en consumo será clave para destrabar el crecimiento. “Aunque la inversión empresarial se recuperará, gracias a los bajos tipos de interés y a una menor incertidumbre, la todavía baja utilización [de los factores productivos] y la posición financiera de las empresas, debilitada, limitará la recuperación”, escriben los economistas de la OCDE. Con estas limitaciones, “el aumento de la actividad económica solo podrá revertir parcialmente el aumento del desempleo”.
El organismo advierte de que el ritmo de salida de los ERTE se ha ralentizado en este tramo final de 2020. Y pide al Gobierno aumentar los programas de formación para que, aquellos que hoy siguen protegidos por ese paraguas, puedan proteger sus opciones de empleabilidad en “sectores y empresas en expansión”. “Los servicios públicos de empleo deberían aumentar su apoyo individual”, reclama al tiempo que llama a aminorar las “barreras de larga data para el crecimiento de la productividad”. En el plano puramente empresarial apela, en un reclamo que va camino de cronificarse en el tiempo, a mejorar el régimen de insolvencias para acelerar los procesos extrajudiciales de reestructuración de la deuda para evitar quiebras que podrían evitarse con una simple mejora de los procesos burocráticos.
Lejos de las previsiones más pesimistas
A pesar de los pesares, que son muchos, la realidad ha dado la espalda a las previsiones más pesimistas vertidas por el propio think tank la pasada primavera, cuando el horizonte económico estaba cubierto por un manto de desánimo que lo inundaba todo. En caso de una segunda ola —el peor escenario de sus previsiones entonces, que se ha acabado produciendo— su pronóstico era mucho peor de lo que ha acabado ocurriendo en realidad: ni el desempleo se va a ir por encima del 25% este año, como auguraba, sino al 15,8%, en gran medida gracias a la capacidad de absorción de los ERTE también durante esta recidiva; tampoco el consumo de las familias se ha hundido un 17%, sino un 14%; ni la deuda pública se ha ido a casi el 130%, sino al 117%. Cifras todas ellas preocupantes —mucho— pero también menos catastróficas de lo que hace no tanto auguró.