El mes no tan soñado de los supermercados
Su facturación ha aumentado a doble dígito durante la pandemia, pero el sector afirma que los costes en medidas de seguridad o personal se han comido las ganancias
El único negocio que ha funcionado en España a pleno rendimiento durante las últimas semanas ha sido el de los supermercados. Desde la declaración del estado de alarma fueron considerados comercios esenciales, lo que les permitió permanecer abiertos. Y los consumidores, enfrentados a semanas de confinamiento, han acudido a ellos para abastecerse de productos básicos como no lo habían hecho seguramente en décadas. Según las principales consultoras del sec...
El único negocio que ha funcionado en España a pleno rendimiento durante las últimas semanas ha sido el de los supermercados. Desde la declaración del estado de alarma fueron considerados comercios esenciales, lo que les permitió permanecer abiertos. Y los consumidores, enfrentados a semanas de confinamiento, han acudido a ellos para abastecerse de productos básicos como no lo habían hecho seguramente en décadas. Según las principales consultoras del sector de la distribución, la facturación ha aumentado a ritmos del 12% o el 15% semana tras semana del estado de alarma; lógico, pues se consumía en casa lo que no se consumía en bares y restaurantes, cerrados. Parece una situación soñada, pero el sector defiende que no ha sido así, que, si bien es cierto que han vendido más, la pandemia les ha obligado a afrontar una serie de gastos —logísticos, de equipos de protección y de personal, fundamentalmente— que se han comido el margen y han dejado en poco o nada el aumento de ventas.
Mercadona, el líder destacado del sector, aseguraba el martes que los beneficios del mes de marzo se redujeron un 95% respecto a lo previsto, pese a aumentar las ventas un 14%, un crecimiento que califica de “espectacular” si se hubiese producido “de manera natural y permitiese que los procesos mantengan una planificación lógica y ordenada, conservando la actividad normal del negocio”, cosa que no se produjo. Las medidas de seguridad contra el virus (15 millones de euros en EPI [equipos de protección individual] o 60 en logística, desinfección y adecuación de tiendas) y otros costes, como el bonus otorgado a la plantilla, la contratación de 600 empleados para suplir a enfermos, vulnerables o aislados, o el refuerzo de la seguridad privada para controlar los accesos, costaron a la cadena de Juan Roig 100 millones de euros, lo que supone un aumento de costes del 25% respecto al mismo mes del año pasado, lo que se ha comido el beneficio.
No es solo Mercadona. Ignacio García Magarzo, secretario general de Asedas, la patronal que agrupa al 70% de la superficie de venta de supermercados, calcula un incremento general de costes de dos cifras respecto a lo habitual. “Es una venta con muchos costes alrededor que no impactarían en una situación normal. Lo que sube la venta lo absorbe el aumento de costes, no hacemos el agosto vendiendo más”, asegura Ricardo Álvarez, consejero delegado de Dia España.
Según Magarzo, al principio de la crisis, el aumento de costes se centró principalmente en la logística. “Cuando los consumidores se lanzaron a hacer acopio, hubo que surtir muy por encima de la capacidad prevista”. “Inmediatamente después, el gran coste ha sido la protección (de clientes y empleados) y la adaptación de las tiendas”, afirma. Evidentemente, no estaba prevista la compra masiva de mascarillas, guantes, geles hidroalcohólicos o mamparas para los cajeros, la instalación de cartelería en todas las tiendas o el personal de seguridad para controlar los accesos. Como ejemplo, Álvarez explica que Dia ha invertido medio millón de euros en contratar a una empresa que desinfecta las tiendas con ozono en caso de detectarse un positivo en la plantilla.
Las cadenas consultadas hacen hincapié también en los gastos relacionados con la plantilla. Mercadona afirma que ha contratado a 600 personas y Dia anunció hace días 1.000 incorporaciones para reforzar la venta online. Ha habido, además, altas rotaciones de plantillas por casos de contagios, por el aislamiento de los posibles contactos de un contagiado o para cubrir a empleados vulnerables (embarazadas, por ejemplo). “En el momento que se detecta un positivo, cerramos la tienda y mandamos a casa a todo el mundo en aislamiento y no abrimos hasta que se encuentra plantilla para reabrir”, afirma Álvarez. Eso ha supuesto un aumento de entre el 7% y el 10% de plantilla, según el máximo responsable de Dia.
Íñigo Fika, director nacional de ventas de la cadena alemana Aldi enumera otros gastos, como “la activación del teletrabajo en las posiciones de oficina, con la adaptación de sistemas y compra de equipos en muchos casos o el incremento de turnos en las plataformas logísticas o ajustes de horarios y turnos en tiendas”. Dia habla de un aumento del 10% de las horas extraordinarias en almacén (en tienda los horarios se han reducido en todas las cadenas). Además, la mayoría ha premiado a sus empleados con bonus extraordinarios, lo que ha supuesto un gasto de 44 millones para Mercadona o de nueve para Dia.
También ha impactado en la cuenta de resultados de los supermercados la reducción del surtido para centrarse en el abastecimiento de productos básicos, que dejan menos margen. Por ejemplo, en muchos casos se ha cerrado el servicio de comida preparada y hay menos productos gourmet. “En esta situación, la gente hace compras más básicas, más manzanas y menos frutos rojos (fresas)”, explica Magarzo.
El estallido de la venta online (Dia afirma que multiplicó por nueve los pedidos diarios) también tensa las costuras de los márgenes comerciales de los supermercados. En este caso, la explosión de demanda de la compra a distancia ha sobrepasado a los distribuidores. Mercadona suspendió el servicio excepto en las zonas basadas en sus almacenes específicos, las colmenas (zonas de Valencia y Barcelona y, desde el lunes, de Madrid), y en el resto de grandes superficies, las entregas se eternizan. “El servicio no estaba diseñado para situaciones de emergencia, sino como complemento de la tienda”, justifica Magarzo. Algunas cadenas han intentado reforzarlo, como Dia, que contrató a 1.000 personas o ha convertido varias tiendas en almacenes para pedidos, pero “es como cambiar una pieza del coche yendo a 200 por hora”, explica. No obstante, opina que la venta online “ha demostrado capacidad para atender a la población de riesgo que no lo usaba”, como personas mayores o con discapacidad.
En último lugar, las cadenas también destacan el esfuerzo en responsabilidad social, donde incluyen las donaciones de productos a comedores sociales o centros sanitarios.
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