Opinión

El arranque del seguro de paro europeo

En el último minuto antes del gong de esta legislatura, la cumbre del 14 de diciembre pasado ordenó a los ministros diseñar ese instrumento presupuestario para junio

Banderas de la UE ante la sede de la Comisión Europea. Y. H. (REUTERS)

¿Por qué conviene celebrar el documento franco-español sobre el seguro de paro europeo que apadrinó la ministra Nadia Calviño en el Eurogrupo? No por su ambición teórica. Es muy técnico, breve, de tres páginas. No por ser una construcción acabada, sino porque supone su primer ladrillo. Y porque llega además en el instante preciso. Justo cuando ya ha salido de puerto lo que debía llegar antes que el seguro. Y que lo posibilitaría.

A saber, la discusión (aun no el acuerdo) sobre el proyecto de un presup...

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¿Por qué conviene celebrar el documento franco-español sobre el seguro de paro europeo que apadrinó la ministra Nadia Calviño en el Eurogrupo? No por su ambición teórica. Es muy técnico, breve, de tres páginas. No por ser una construcción acabada, sino porque supone su primer ladrillo. Y porque llega además en el instante preciso. Justo cuando ya ha salido de puerto lo que debía llegar antes que el seguro. Y que lo posibilitaría.

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A saber, la discusión (aun no el acuerdo) sobre el proyecto de un presupuesto de la eurozona, también llamado instrumento presupuestario, capacidad fiscal. U otro seudónimo que no hiera la fina piel de los países que tanto lo sabotearon, los de la triple erre: ricos, rácanos y reticentes.

En el último minuto antes del gong de esta legislatura, la cumbre del 14 de diciembre pasado ordenó a los ministros diseñar ese instrumento presupuestario para junio. Y “refrendó” el papel previo, de los ministros del Eurogrupo, del día 4, que proponía por la puerta de atrás —la única practicable— empezar la discusión técnica sobre el seguro de desempleo europeo, aunque entonces, y ahora, faltase “una visión común“.

Bien. Esta propuesta hispanofrancesa (Options for a european unemployment insurance scheme) es el arranque de esa discusión. Exhibe para ello otra virtud, la de ser inclusiva. Pues no propone una sola solución, sino una triple opción.

Una es inyectar manguerazos de liquidez a los sistemas nacionales de seguro de desempleo; otra, un esquema de reaseguro, por el cual cada seguridad social contribuiría a un fondo común, disponible para cuando urgiese. Y la última, un esquema federal, pagar a los parados con fondos comunitarios; quizá suavizado por una acción concurrente de Bruselas y los Estados miembros, como en EEUU.

Ese abanico ofrece bastante variedad como para facilitar que todos entren en la discusión, sin plantes previos. 

Aunque el debate sobre ese proyecto lleva muchos años, solo recientemente saltó de la academia a la política. Ni siquiera el informe de los cuatro presidentes (2012), ni el de los cinco (2015) llegaron a incluirlo explícitamente. Pero sí el FMI en un suculento ensayo de 2013 (Toward a fiscal euro for the euro-area), lo que dio alas al Parlamento Europeo a que elaborase su proposición (Informe sobre la capacidad presupuestaria de la eurozona, 2015/2017). Desde ahí, la idea ganó tracción.

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