59ª edición del Festival de San Sebastián

Gustave Flaubert pasea por La Concha

A Terence Davies le encanta el cine que vio de crío, y los grandes melodramas, y las canciones de taberna de la posguerra. Por mucho que su The deep blue tenga todo eso y versione una obra de Terence Rattigan, esa esposa insatisfecha, ese amante chulo y hueco y ese marido atontolinado de su película son el trío de Madame Bovary. A Sarah Polley la referencia también le encaja. En su Take this waltz hay una mujer frustrada, un esposo zangolitino y ensimismado, y un amante guapo, aunque aquí con cierta hondura sentimental e intelectual. Sin embargo, solo Arturo Ripstein, de l...

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A Terence Davies le encanta el cine que vio de crío, y los grandes melodramas, y las canciones de taberna de la posguerra. Por mucho que su The deep blue tenga todo eso y versione una obra de Terence Rattigan, esa esposa insatisfecha, ese amante chulo y hueco y ese marido atontolinado de su película son el trío de Madame Bovary. A Sarah Polley la referencia también le encaja. En su Take this waltz hay una mujer frustrada, un esposo zangolitino y ensimismado, y un amante guapo, aunque aquí con cierta hondura sentimental e intelectual. Sin embargo, solo Arturo Ripstein, de los tres, reconoce abiertamente que Las razones del corazón adapta a su manera Madame Bovary. El concurso de la sección oficial tiene aroma a Flaubert. "Discutí muchísimo con Paz Alicia

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[Garciadiego, su guionista y esposa] por esa Emma Bovary. Mira, debes traicionar siempre al autor. Igual sufre Emma en la Francia del siglo XIX que Emilia Gallardo en el México de 2011. Les unen las mismas profundidades del dolor. La sordidez es universal y eterna".

Otra cosa son los caracteres. "Emma Bovary es detestable porque es frívola, enloquecida... Yo traté en el caso de mi Emilia que fuera más dulce, más frágil y vulnerable a su propia locura. Menos una mujer movida por intereses económicos y más consecuencia de su amor". El acierto de Flaubert, como el de Vladimir Nabokov y el Humbert Humbert de Lolita, es que personajes en las antípodas del público arrastren y sean amados por sus lectores. "Por eso son novelas clásicas. Porque se leen muchas veces, porque hay muchas posibilidades de interpretación a través del tiempo. Las razones del corazón no es una versión al uso. Yo le pedí a Paz Alicia que lo escribiera tal y como la recordaba, que no la leyera de nuevo". Garciadiego apunta: "Hablaba con una amiga de novelas de adulterio, y recordé lo que me encantó este libro, pero lo detestable que me parecía el personaje. Le quitamos las bobadas y lo adaptamos a la ansiedad de una mujer de hoy en día, frustrada por nada en concreto... como Emma Bovary".

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