Columna

Populismo global

Lo bueno de tener un gobierno de tecnócratas es que acostumbran a cantarle las verdades al lucero del alba, aunque sea en un tono menor. Lo malo es que en su ADN, eso que viene a conocerse como "oportunidad política", está, la mayoría de las veces, un peldaño por debajo de su irrefrenable deseo de explicarle al universo mundo: "Esto es lo que hay y esto es lo que hay que hacer". Véanse, si no, las declaraciones de los responsables de Hacienda, Economía, Sanidad y Justicia. Frente a todos los consejos y a todos los argumentarios del PP que reclaman moderación, discreción y silencio hasta que pa...

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Lo bueno de tener un gobierno de tecnócratas es que acostumbran a cantarle las verdades al lucero del alba, aunque sea en un tono menor. Lo malo es que en su ADN, eso que viene a conocerse como "oportunidad política", está, la mayoría de las veces, un peldaño por debajo de su irrefrenable deseo de explicarle al universo mundo: "Esto es lo que hay y esto es lo que hay que hacer". Véanse, si no, las declaraciones de los responsables de Hacienda, Economía, Sanidad y Justicia. Frente a todos los consejos y a todos los argumentarios del PP que reclaman moderación, discreción y silencio hasta que pasen las elecciones generales, no han podido reprimirse a la hora de explicar que, como la caja autonómica está sin un centavo, la única alternativa que queda es recurrir al copago para mantener el estado autonómico del bienestar. Manifestaciones incendiarias que el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, ha tenido que apagar como si fuera un bombero.

La polémica que ha surgido en el área metropolitana de Valencia a cuenta del incremento en un 215% de la tasa de recogida y tratamiento de residuos sólidos ha sido clarificadora. Durante años los concejales del PP, con sus alcaldesas y alcaldes respectivos al frente, nos quisieron hacer creer que en esta Arcadia feliz de la Comunidad Valenciana todo era posible y accesible, rebajas de tasas e impuestos incluidos. Llegadas que han sido las vacas flacas a las arcas públicas, los mismos que ataban los perros con longanizas han tenido que explicar que d'on no hi ha, no es pot traure

Gloria bendita daba escuchar al presidente de la Entidad Metropolitana de Tratamiento de Residuos (EMTRE), Ramón Isidro Sanchis, concejal del PP por Valencia, cuando aseguraba: "Los servicios hay que pagarlos y cuestan caro". O a José Bravo, concejal de Hacienda del Ayuntamiento de Madrid, afirmando: "Los Ayuntamientos y las Diputaciones tenemos que ser coherentes. No podemos pedir al Gobierno que nos aplace la deuda y, a la vez, anunciar bajadas de impuestos o supresión de tasas. No es el momento de bajar ningún impuesto. Y eso debería valer también para las comunidades".

Coherencia, esta es la cuestión. Los ciudadanos debemos pagar los servicios por lo que cuestan, no más, cuando de una tasa se trata. Un principio tan elemental que ha sido ignorado por el PP de la EMTRE, en aras de un populismo global al que ahora se apuntan los concejales socialistas del área metropolitana de Valencia con el alcalde de Paterna de compañero de viaje de la demagogia.

Tratar la basura es caro; pero más puede serlo si los partidos no dejan a un lado ecologismos sobrevenidos y malentendidos para aplazar, una y otra vez, las soluciones necesarias. La gestión del gobierno valenciano en este punto resulta infumable. El plan de 2002, acordado con los socialistas, apenas se ha desarrollado por la inepcia de los responsables del gobierno valenciano. Tal vez vendría bien un tecnócrata en Medio Ambiente. Los políticos ya han demostrado que no sirven.

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