Análisis:EL ACENTO

Kirchner acaba con la intriga

Tras largos meses, pero no de tensa espera, porque todo el personal conocía el final de la película, Cristina Fernández, viuda de Kirchner, se declaró la semana pasada candidata a repetir presidencia de Argentina en los comicios del 23 de octubre. Si gana, y las encuestas le dan la victoria ya en primera vuelta, sería un tercer mandato del apellido Kirchner, aunque el fallecimiento del expresidente Néstor Kirchner, el pasado 27 de octubre, haya dejado a la viuda como única representante de un ignoto peronismo de izquierda social, bolivariano por sus estrechas relaciones con el presidente venez...

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Tras largos meses, pero no de tensa espera, porque todo el personal conocía el final de la película, Cristina Fernández, viuda de Kirchner, se declaró la semana pasada candidata a repetir presidencia de Argentina en los comicios del 23 de octubre. Si gana, y las encuestas le dan la victoria ya en primera vuelta, sería un tercer mandato del apellido Kirchner, aunque el fallecimiento del expresidente Néstor Kirchner, el pasado 27 de octubre, haya dejado a la viuda como única representante de un ignoto peronismo de izquierda social, bolivariano por sus estrechas relaciones con el presidente venezolano Hugo Chávez, y oportunista en todo lo demás.

Y, aunque sería injusto atribuir los altos índices de popularidad de la señora Fernández al recuerdo de su esposo, lo dinástico en estas sociedades latinas, católicas y patriarcales, pesa lo suyo. Como han escrito los periodistas argentinos Martín Caparrós y Álvaro Abós, lo más probable es que en octubre se vean las caras una viuda, la presidenta, y un huérfano, Ricardo Alfonsín, hijo del gran líder radical y expresidente Raúl Alfonsín, de origen asturiano y también muy querido en España.

La presidenta es un auténtico animal político. Cristina Fernández, de 58 años, sabía desde el mismísimo momento en que Néstor Kirchner fallecía repentinamente de un ataque cardiaco, a los 60 años, que la candidatura era suya por obligación moral y necesidad partidaria, pero si entonces hubiera abierto la boca habría malgastado el efecto viudez. Era importante, por tanto, mantener un modicum de intriga aunque fuera la de un thriller de segunda clase. De todas partes salen votos.

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La otra gran característica de estas presidenciales es que el peronismo, ese misterio inescrutable que integra el ADN de Argentina, se presenta en su habitual estado de discordia. Eduardo Duhalde será el candidato del peronismo disidente, y una variedad de cultores de esta fuerza aparecerán en coaliciones diversas, entre las siete ya registradas para octubre.

A fin de cuentas, los únicos que, salvo alguna rara excepción, nunca han sido peronistas son sus rivales históricos, los radicales que siguen a la familia Alfonsín.

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