El 23-F, un suceso irrepetible que sigue intacto en la memoria
Treinta años después, los hechos del 23-F de 1981 apenas han perdido nitidez en nuestra memoria colectiva. De hecho, son más los españoles (46%) que ahora dicen tener un recuerdo muy claro y vivo (aunque no por ello forzosamente directo) de la intentona golpista que los que decían eso mismo en 1991, es decir, tan solo diez años después (37%). A la vez, ha aumentado -pero quizá menos de lo que cabía lógicamente esperar- el porcentaje de quienes ya no recuerdan nada de todo aquello (22%, frente a un 13% en 1991). La memoria de estos hechos permanece pues sustancialmente intacta, y lo que resulta...
Treinta años después, los hechos del 23-F de 1981 apenas han perdido nitidez en nuestra memoria colectiva. De hecho, son más los españoles (46%) que ahora dicen tener un recuerdo muy claro y vivo (aunque no por ello forzosamente directo) de la intentona golpista que los que decían eso mismo en 1991, es decir, tan solo diez años después (37%). A la vez, ha aumentado -pero quizá menos de lo que cabía lógicamente esperar- el porcentaje de quienes ya no recuerdan nada de todo aquello (22%, frente a un 13% en 1991). La memoria de estos hechos permanece pues sustancialmente intacta, y lo que resulta particularmente llamativo es el acrecentado interés porque no se desvanezca.
Así, tres de cada cuatro ciudadanos (73%) piensan ahora -frente a solo el 48% en 1991- que conviene recordar de vez en cuando el 23-F para asegurarnos de que algo así no vuelva a ocurrir nunca. Y no porque se considere que ese supuesto constituya algo verosímil en la España actual: de forma casi unánime (88%), los españoles ven improbable la reedición de una intentona golpista (en 1991 daba esa misma respuesta el 75%). La idea extendida de forma generalizada en nuestra sociedad es que ahora las cosas son totalmente diferentes: según el 84%, las Fuerzas Armadas no tienen nada que ver con las de hace 30 años y están plenamente identificadas con la democracia y con la defensa y protección de las libertades.
El 23-F parece así haber quedado fijado en nuestro imaginario colectivo como una experiencia que debe recordarse a modo de perenne antiejemplo, pero cuya repetición en nuestra actual realidad social resulta sencillamente impensable.