69 días bajo tierra

"Espero que nunca más vuelva a ocurrir"

Urzúa, el último minero en salir, pide seguridad al mandatario chileno

Como máximo responsable de la república que se instauró a 700 metros bajo tierra durante 70 días, el jefe de turno, el líder de los 33 mineros, Luis Urzúa, se dirigió al presidente chileno, Sebastián Piñera, con un mensaje solemne casi pensado para los libros de historia: "Le entrego el turno y espero que esto nunca más nos vuelva a ocurrir. Gracias a todos, gracias a todo Chile y a todas las personas que han cooperado. Me siento orgulloso de ser chileno". Después de recoger el turno, también con la solemnidad que el momento requería, y después de fundirse en un abrazo, el presidente soltó al ...

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Como máximo responsable de la república que se instauró a 700 metros bajo tierra durante 70 días, el jefe de turno, el líder de los 33 mineros, Luis Urzúa, se dirigió al presidente chileno, Sebastián Piñera, con un mensaje solemne casi pensado para los libros de historia: "Le entrego el turno y espero que esto nunca más nos vuelva a ocurrir. Gracias a todos, gracias a todo Chile y a todas las personas que han cooperado. Me siento orgulloso de ser chileno". Después de recoger el turno, también con la solemnidad que el momento requería, y después de fundirse en un abrazo, el presidente soltó al aire el grito más popular del país: "¡Viva Chile, mierda!".

Urzúa pasó a comentarle cómo fue el espanto del primer día: "Rogamos, porque teníamos tres o cuatro personas que iban saliendo. Siempre nos preguntamos si habrían salido o no. La nube de polvo duró más de tres horas. Sentimos que se venía la montaña bajando hacia nosotros y sin saber lo que pasaba".

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Después vino la desazón de la duda. "Nosotros veíamos cómo perforaban las máquinas. Los primeros cinco días estábamos seguros de que estaban trabajando por la mina, pero veíamos que era difícil. Sabía cómo estaba la cosa", comentó Urzúa. Y el presidente le transmitió la angustia que se vivía desde arriba: "Perforábamos pero no sabíamos dónde estaban, si estaban vivos o muertos". Así, durante 17 días en que Urzúa tuvo que mantener la disciplina entre 33 hombres desesperados, hambrientos y desolados: "Al último estábamos comiendo cada 48 horas, para dejar algo para más adelante".

Por fin, al cabo de 17 días, una sonda contactó con ellos. "Cuando llegó la primera sonda al refugio todos querían abrazar el martillo", comentó el jefe de turno. Ahí fue cuando mandaron el famoso mensaje: "Estamos bien en el refugio los 33". Enviaron otros mensajes en aquel primer tubo. "Uno decía: 'Mándame comida, tengo hambre'. Fueron muchos, pero Dios quiso que llegaran los que debían llegar", aseguró Urzúa.

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