El Reina Sofía revoluciona su política de exposiciones temporales

Al principio, Manuel Borja-Villel organizó el Reina Sofía. En su segundo año reordenó la colección permanente. ¿Y al tercer día? Para la temporada en curso, la revolución ideada para el Museo Reina Sofía atañe a las colecciones temporales. Hasta junio se abrirán al público 10 muestras, en lo que Borja-Villel justifica con un recurso no precisamente museístico: "En la última Documenta de Kassel se presentaron 113 artistas y 500 obras en un total de 17.000 metros cuadrados. En nuestra particular bienal, veremos obra de 348 artistas, con 1.600 obras, en un espacio de 12.171 metros", explicó ayer ...

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Al principio, Manuel Borja-Villel organizó el Reina Sofía. En su segundo año reordenó la colección permanente. ¿Y al tercer día? Para la temporada en curso, la revolución ideada para el Museo Reina Sofía atañe a las colecciones temporales. Hasta junio se abrirán al público 10 muestras, en lo que Borja-Villel justifica con un recurso no precisamente museístico: "En la última Documenta de Kassel se presentaron 113 artistas y 500 obras en un total de 17.000 metros cuadrados. En nuestra particular bienal, veremos obra de 348 artistas, con 1.600 obras, en un espacio de 12.171 metros", explicó ayer el director en un encuentro con periodistas.

El leitmotiv que rige esta aventura es lo que Borja-Villel define como "modernidad invertida" y explica con una de las piezas de la recién inaugurada exposición Desvíos de la deriva, sobre la Escuela de Valparaíso y su arquitectura poética, en la que sobre una pizarra se pinta el mundo visto desde el Sur. Esta exposición forma parte de un trío de propuestas que indagan en la "idea del otro" y que completan la muestra de dibujos del artista psicótico Martín Ramírez y Principio Potosí, que fija el inicio de la globalización en el siglo XVI y el de la modernidad en el barroco, a partir de hacer convivir piezas de arte colombino bolivianas y creadores contemporáneos.

Para explicar el segundo bloque de exposiciones, Borja-Villel echó mano de un holbein, Los embajadores, que luce una calavera "anamórfica". "Se trata de ver nuestra propia muerte, el sistema del arte occidental, que desaparece desde un nuevo punto de vista". Esto se traduce en una exposición fotográfica sobre el Manhattan devastado, el que la corrección política y el dinero hicieron desaparecer; una muestra sobre "un periodo en el que no pasa aparentemente nada en el arte y va de la muerte de Pollock y James Dean, el final de los héroes en 1959 y la llegada del minimalismo, en 1962"; y una retrospectiva "carnavalesca" de Miralda. Con esta se recupera el palacio Velázquez, clausurado durante cinco años.

El festival lo cierran los artistas Juan Luis Moraza, Rosa Barba, Ibon Aranberri (Silos) y Jessica Stockholder (Palacio de Cristal).

Money thrower, 1960, de Robert Rauschenberg.
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